─¡Tu cállate! ─sus gritos se escuchaban como una bestia siendo liberada.

─¿Acaso ya no nos quieres padre? Que es lo que ha pasado.

Su padre no respondió.

─Tomare tu silencio como respuesta.

Su padre intento golpearlo pero el detuvo su puño con la mano derecha y con la izquierda tomo un cuchillo de cocina y se lo acerco al cuello.

─¿Q-que haces? ─su padre sentía el frio metal rozando contra su piel.

─No voy a permitir que nos pongas una mano encima. ¡Se acabó! ─comenzó a llorar aún más sin soltar el cuchillo.

El Santi fantasma revivió cada escena de su vida, cada día feliz y amargo. En cada recuerdo se sentía agotado. La tragedia de su hermana fue lo más espantoso; un camión los envistió por accidente. Todo fue tan rápido que no hubo tiempo para frenar. El auto dio varias vueltas hasta detenerse contra un árbol.

─Mónica... ─el Santi de veintitrés gemía de dolor, un trozo de cristal se había incrustado en su brazo. Volteo hacia el asiento de atrás─. Mónica... háblame...

Milagrosamente no le había ocurrido nada.

─Santi ─su hermana comenzó a llorar─. Santi...

─¿Mónica? ─el llanto de su hermana lo confundía totalmente.

El Santi fantasma lo veía todo. Observaba aquel auto hecho trizas y el rostro de Mónica. Estaba envuelta en pánico.

─Mónica ─el Santi joven salía del auto e intentaba sacarla, pero la puerta estaba retorcida.

No puede sentir las piernas ─dijo el Santi fantasma, pero nadie lo escuchaba─. Perderá la movilidad, no podrá caminar, el diagnóstico del doctor será muy severo. Deberás ser fuerte y permanecerás a su lado cuando el doctor diga que no hay esperanzas, que no volverá a caminar, reúsate a creerlo ─miraba al Santi joven salir con su hermana en brazos─. Desde ahora trabajaras día y noche sin cansancio hasta pagar la operación que nuestro padre se negó a pagar. Te daré, tres consejos: hazte fuerte, se valiente, y no dejes ir a quienes de verdad amas ─el dolor en el abdomen hizo que cerrara los ojos, sentía que algo filoso estaba entrando y a la vez cortando. Comenzó a gritar hasta desmayarse.

Cuando despertó estaba de pie dentro de una de las habitaciones de la casa de su abuelo. Frente a él estaba a una mujer de edad avanzada, sentada en una mecedora de madera, sonreía con felicidad mientras ojeaba un álbum de fotos.

─Te estaba esperando ─su voz era la de un ángel.

─¿Acaso estoy muerto?

─Aún no ─sonrío amablemente. Con cuidado se fue levantando─. Estoy tan vieja que me cuesta moverme, hijo.

─¿Porque estás sola?

─No estoy sola, afuera esta mi hija, su esposo y tú. Y pronto nacerá tu hermanita.

─Tu-

─Veo que tienes la memoria algo hueca. Te has olvidado de tu abuela. Pero mírate has crecido.

─Los años vuelan.

─Eres tan apuesto, tu mirada es encantadora. Has cautivado a muchas mujeres y has hecho cosas que no son debidas.

─Lo sé, el club no ha sido-

─No he terminado, así que guarda silencio.

─Olvide que eras la abuela autoritaria y exigente.

Rincón Exquisito © (Editando)Where stories live. Discover now