—Esa es mi niña— casi podía sentir la palmadita de aprobación que suele darnos en la espalda.

No era un padre muy afectivo, pero siempre trataba de apoyarnos, por eso de alguna manera aunque no quisiera que viviría sin él o mamá, había estado de acuerdo, quería que creciera como persona y tal vez fingir de nuevo que una lagrima no se le había escapado en mi graduación mientras yo fingía no haberla visto.

—Lo sé, pa— nos quedamos en silencio un momento, tal vez perdidos en los recuerdos —Debo irme, Héctor— reí cuando lo escuché gruñir, amaba molestarlo, siempre era bueno recordarle que él era mi chofer de vez en cuando, y utilizar ese nombre como referencia me gustaba.

—Lo tendré en cuenta la próxima vez que me llames— su tono era osco, aunque solo bromeaba.

—¿Sabías que te quiero mucho?— alargué la "o" al final y hablé como si fuera una niña chiquita, siempre funcionaba con él.

—Cuando te conviene— bufó, siempre era raro escucharlo haciéndolo.

—Pero al menos lo hago— golpeé la espinilla de Luke al ver que estaba a punto de reír a carcajadas—–Chao, pa, te quiero— y finalmente colgué y deje que un adolorido hombre se riera mientras se sostenía la pierna —Aprende a controlar tus chacras— él rió más, en realidad el sonido que sus labios emitían era agradable, me hacía compartir su sentimiento y empezar a reír con él.

Luke y yo habíamos alcanzado cierto grado de unión, leíamos más fáciles las reacciones del otro, no teníamos que hablar para estar de acuerdo en algo, en el tiempo que llevamos conviviendo algo había cambiado, para bien esperaba.

La relación con mis padres estaba mejor que cuando vivía con ellos, mamá me hacía llamarla todos los días aunque fuera para saber que estaba viva y una vez por semana hablábamos por skype, a mi padre lo veía más seguido, sacaba tiempo de su agitado horario para llevarme a donde necesitara y no tuviera que tomar transporte público, aunque me estaba presionando para que aprendiera a manejar.

—Tus clases de manejo empiezan la próxima semana— me recordó Luke, casi parecía leer mi mente, solía ser algo tétrico al principio, pero como él no se veía mortificado por el asunto, lo olvidaba rápidamente.

—Lo sé, profesor Hilton— me puse de pie y lo enfrente, me gustaba que en tacones le llegaba a la boca, él era más alto que Harry, así que no importa que tan alta fuera, Luke siempre me hacía sentir como una enana, menos cuando estaba en mis hermosos zapatos altos, a veces sentía que solo los compraba para no dejarme opacar por él.

Harry... había conseguido pensar en su nombre sin tener un nudo instalado en mi garganta y la vista borrosa, no podía decir lo mismo de decirlo en voz alta, aun así lo consideraba un gran paso, estaba esperando con ansias que el tiempo se llevara todo lo que pude sentir por él, espera que el tiempo curara todo.

—Te odio— dijo haciéndome fruncir el ceño, luego reí, así de extraño se comportaba a veces.

—El sentimiento es mutuo, ahora muévete— lo empuje y casi se cae —Ya sabes lo que dicen: "entre más alto se está, más larga es la caída"— recordé al pensar que algo tan grande se iba a caer e iba a hacer temblar el piso.

—¿Qué?— recupero el equilibrio y me miró desconcertado.

Lo observe un momento analizando si debía decirle que lavar sus oídos de vez en cuando no era tan malo, al final decidí que era solo una pérdida de tiempo, así que lo empuje y agarré su brazo, lo último que quería es que cayera, o tal vez no.

Tomé mi bolso con todo lo que necesitaba para la noche y salí a la sala seguida de Luke, estaba casi llegando a la puerta cuando él me detuvo.

—¡Espera!— ladeé la cabeza —Falta lo más importante— lo vi correr hasta su habitación y entrar, escuché algunos ruidos antes de verlo salir con las manos atrás —No sería una fiesta de disfraces si no vamos disfrazados— miré mi atuendo, un vestido blanco con tacones negros, no estaba disfrazada, pero yo me veía lista para una fiesta.

RoommatesWhere stories live. Discover now