Capítulo 8: Acercamientos.

Começar do início
                                    

- ¿Dijiste algo Cristian? - pregunté.

-No- respondió- Se que dijo algo, aunque no pude entenderle muy bien, creí haber escucho algo un poco inusual, pero preferí ignorarlo.

Nos quedamos un rato más observando el paisaje mientras la gente iba y venía. Yo sólo me dedicaba a observar la ciudad y a disfrutar del viento que soplaba ya que si hacía un poco de calor ese día, por un momento giré mi cabeza hacia mi compañero y vi como sus ojos esmeralda de fijarán atentamente en mí, sentí por un momento como si su mirada penetrar en lo más profundo de mi alma y esculcara en lo más íntimo de mi corazón. Me quedé paralizado por un momento también en aquella mirada, un poco confundido tal vez.

-Creo que deberíamos ir a buscar algo de comer tengo hambre-dije rompiendo el hielo.

-Siempre tienes hambre sebas-dijo sonriendo.

Y esa sonrisa provocó que mi corazón por una milésima de segundo palpitara con más fuerza, sentí como si mis mejillas fueran a explotar por el calor que sentía, estaba sonrojado.

-¿Qué te pasa seb estas bien? Pareces un tomate -dijo Cristian tomándome la cara como si estuviera enfermo.

-No pasa nada, ven vamos - dije sacándome de su agarre, empecé a caminar tratando de calmarme e intentando que ese calor de las mejillas se me bajara. No sabía que me estaba pasando, nunca me había pasado algo como eso en la vida, no sabía que pasaba, aun así decidí omitir eso y seguir como si nada hubiese pasado.

Caminamos, y fuimos al parque cerca del lago, había niños corriendo de aquí para allá personas en bicicletas o patinetas se veían muy animados. Se veían felices.

- ¿Podrías comprarme una soda en aquella tienda? - Me dijo Cristian señalando una tienda en la esquina del parque.

-Está bien- me dio el dinero fui a la tienda y pedí la soda. Cuando volví lo encontré charlando con uno de los muchachos del equipo de fútbol, también charlé un rato con él, parecía agradable. Nos despedimos y seguimos nuestro rumbo, caminamos por el parque y por el resto de aquel hermoso lugar riéndonos como dos niños pequeños, haciéndonos bromas y pegándonos golpes amistosos de vez en cuando.

Llegamos a un restaurante y pedimos pizza, empezamos a hablar acerca de tonterías sin sentido mientras que llegaba la pizza. Treinta minutos después la pizza llegó y literalmente empezamos a devorarla como si no hubiésemos comido en años, comimos entre risas y charlas estúpidas. Una señora que estaba en la mesa detrás de la nuestra empezó a reír a carcajadas , reía y reía sin parar lo que a mí me provocó demasiada también que lo hiciera, intentaba controlarme, respiraba profundo me mentalizaba a no reír más para no pasar vergüenza, me calmaba , veía la cara de Cristian y otra vez empezaba a reír como loco al punto de que mi estómago empezó a doler.

Fue algo grandioso compartir ese momento conél, realmente sentía que llegaríamos a ser muy grandes amigos. Teníamos una gran conexión, tanto que pude ver, por unos instantes mientras nos reíamos mirandonos las caras fijamente, un brillo en sus ojos, era como si el color verde que poseían resplandeciera.

Una vez terminamos de comer fuimos al primer piso de la pizzería y pagamos la cuenta, tomamos un taxi que nos dejó en su casa. Una vez dentro de esta busqué mi ropa que ya estaba seca, la metí en una bolsa que Cristian me dio, salimos hacia su auto y me llevó a mi casa. En el camino estuvimos recordando como aquella señora estaba llorando de la risa y de cómo en un momento de la noche reí tanto que la soda que estaba tomándome se me salió por la nariz.

- Hemos llegado, señor Smith- dijo Cristian con voz gruesa.

- ¡Gracias por todo Cristian! la pase de lo mejor hoy.

-De nada sebas, gracias a ti por explicarme y por hacerme reír tanto, hace mucho no tenía un día tan bueno como éste, realmente gracias- me dijo mirándome a los ojos y con una sonrisa de oreja a oreja.

-Para eso están los amigos Cris.

Se acercó y me abrazó, yo obviamente correspondí a su abrazo, me despedí por última vez y salí del auto, saqué la llave de mi bolsillo y entre a mi casa, al parecer todos ya estaban dormidos. Subí a mi habitación sigilosamente y al entrar tiré la bolsa de mi ropa al suelo, me quité los zapatos me lancé en la cama y miré al techo recordando todo lo acontecido en esos días.

Y al recordar cómo había hecho reír a Cristian y como él me había abierto su corazón y contado esas cosas una sonrisa se dibujó en mi rostro. Me sentía realmente feliz, luego de esto me quede dormido.

_________________

Queridos lectores , aquí está la nueva actualización de esta gran y emocionante historia. Se que tarde un poco en continuarla pero aquí está. Espero que les guste. No olviden dejar la ☆ y comentar si les gusta o no..

GRAVEDAD (Editando)Onde histórias criam vida. Descubra agora