Tumbado sobre ella mientras se aferraba en un fuerte abrazo. Agostados y con la respiración entrecortada comenzaron a besarse con locura.

─¿Cómo... te... sientes? ─le beso una mejilla.

─S-satisfecha

─Pues... aun... hay otra... ronda.

Inspiro cerca de su cuello. Lamio y chupo. Volvía a sentir su erección entre las piernas.

─Eres insaciable ─con ternura beso las comisuras.

Desayunaron algo ligero que él había ordeno comprar. En ningún momento aparto la mirada de ella; estaba desnuda sentada a su lado.

Ella comía con hambre voraz.

─Lo siento, pero estoy hambrienta ─dijo sonrojada como un tomate. Nadie la había visto comer de ese modo.

─Demasiado sexo da mucha hambre.

Le apetecía seguir jugando pero ya se había quedado sin preservativos.

Metió el dedo índice en la salsa agridulce y se lo paso en las comisuras.

─¿Qué tal sabe?

Ella se lamio los labios.

─Muy rico ─sonrió, el gesto le había parecido tan bobo.

Volvió a repetir pero esta vez la beso. Lamio sus labios con su lengua y finalizado con un pequeño beso tronador.

─Tenías razón, sabe muy rico ─dijo con aire pícaro.

Acaricio la línea de su mentón mientras ella lo miraba; su piel era delicada ante su tacto.

Ella cerró los ojos. Suspiro profundamente.

Estuvo a punto de volver a besarla pero el sonido de su móvil arruino del momento. Alargo la mano, Santi pudo ver que en la pantalla decía David.

─Dame un segundo.

Se levantó y se alejó. El hizo lo mismo; se quitó el pantalón antes de entrar a la ducha.

─¿Vienes? ─le pregunto antes de entrar.

Aparto el móvil, lo vio totalmente desnudo─. No.

─Te lo pierdes ─susurro cerrando la puerta de golpe.

Dejo que el agua caliente le relajara los músculos. Le había molestado que lo dejara comiendo solo y sobre todo, que lo hubiese ignorado.

Cuando termino salió desnudo y comenzó a recoger su ropa que estaba desperdigada por toda la habitación. Ella aún seguía en el móvil.

Se ajustó la corbata. Peino su cabello húmedo con las manos. Le falta una cosa y lo encontró debajo de la cama. Con el antifaz en la mano, se lo coloco. Estaba listo para irse.

Espero pero ella aún seguía hablando con él. Con la mandíbula tensa comenzó a buscar su ropa, la fue juntando uno por uno dejándola sobre en el sofá.

Ella se acercó con una sonrisa que fue borrando al ver el azul oscuro de su mirada. Era algo nuevo para ella. ¿Era bueno o malo? Aquella mirada estaba... distante.

─Era David, me pido que lo acompañara hacer unas compras.

─Que bien. Vístete ─ordeno sin siquiera mirarla.

«Tranquilo, tranquilo, no hagas una estupidez» se decía así mismo mientras ignoraba su presencia «Es solo una mujer, una adquisidora y nada más»

─No me digas que estas celoso ─dijo, mientras se ponía el sostén. Se subió las bragas y el seguía sin responder─. Sí, lo estas.

─Te equivocas.

Rincón Exquisito © (Editando)Where stories live. Discover now