Capítulo 12: ¿Qué fue de ti...?

Comenzar desde el principio
                                    

De las seis botellas con agua nos queda la mitad, así que rellenamos las vacías en el arroyo, ya no queda nada del último pavo, salvo los huesos, ya lo asamos y devoramos con apetito luego de media jornada caminando. Tenemos dos conejos que cayeron en nuestras trampas, bayas y algunas verduras. No está mal. Por lo menos la comida ya no es nuestra preocupación. 

Ahora que hemos llenado la tripa, vuelvo a concentrarme en la misión: Peeta y Annie. Dejamos que Johanna y Finnick duerman una breve siesta, Gale me dice que duerma yo también pero no quiero dejarlo vigilando solo, es arriesgado aún, lo acompaño a montar la guardia. La chica del 7 cae pronto y profundo en el mundo de los sueños, pero Odair se da vueltas inquieto, musitando y hablando con Annie, tal como en el Vasallaje. Gale empieza a cabecear y luego se le cierran los párpados así que lo dejo dormir un poco porque es quien menos ha descansado de los cuatro, anoche vigiló varias horas antes que lo relevara Finnick. Vigilo sola más o menos media hora hasta que me doy cuenta que Finnick tiene una pesadilla, le toco el hombro y le hablo para tranquilizarlo.

- Era una pesadilla, Finnick, sólo fue una pesadilla, un mal sueño -digo intentando calmarlo porque aún se nota alterado.

- Y una horrible, espantosa... -señala sentándose- Katniss, ¿qué crees que está pasando con ellos ahora... allá en...?

- No quiero pensarlo, Finnick, no quiero pensar, creer ni imaginar nada -lo corto antes que siga, no quiero elaborar teorías sobre el vasto repertorio de crueldades y truculencias a los que pueden estar siendo sometidos.

Despertamos a los dormidos y retomamos nuestro rumbo. Tal como expresó Gale, casi al atardecer logramos ver la casa del lago unos metros adelante. Me adelanto emocionada, estamos acercándonos al 12, un día más cerca de rescatar a mi Peeta, Finnick debe pensar lo mismo acerca de Annie porque también camina más deprisa. Hasta que siento el firme brazo de Gale que me atrapa y me impide seguir avanzando, también nos coacciona a todos a quedarnos donde estamos gritando un sorpresivo  "¡Alto!" con voz de mando, lo que me desconcierta en un principio. "¡Alto! ¡detente, Katniss! ¡deténganse todos... no es seguro!" nos dice casi susurrando y con la mano indica los montículos que había pasado por alto en mi alegría por haber llegado. A Finnick y Johanna no les llaman tanto la atención hasta que ven las cruces sobre las piedras y nos quedamos helados. Alguien estuvo aquí antes que nosotros... y hay dos tumbas. Dejamos que Gale se adelante, es más silencioso y ágil a pesar de su porte, además hace gala de su reciente entrenamiento militar reptando con los codos entre la maleza. Lo imitamos cuando hace una seña. Gale se adelanta otra vez hasta quedar bajo de una de las ventanas sin vidrio y se levanta poco a poco, asomándose cuidadosamente, como si temiera que alguien le saltara encima desde adentro. Estoy conteniendo mi respiración y escucho cómo me late de fuerte el corazón, estamos quietos como estatuas sin pestañear siquiera los tres. Poco a poco, mi amigo se acerca al hueco sin puerta y se asoma con sigilo. Enseguida entra y nos quedamos expectantes un eterno minuto hasta que lo vemos salir caminando tranquilo, llamándonos con la mano.

- No hay nadie, pero aquí estuvo alguien y ese alguien mató a dos personas -comenta señalando las tumbas a unos cinco metros de la casa.

Al dar la vuelta a los montículos de piedras y mirar los nombres escritos en las toscas cruces de palos, me quedo helada y se me para el corazón por un segundo. Los nombres son Bonnie y Twill. Las mujeres del distrito 8 que pretendían llegar caminando al 13 para pedir ayuda. ¿Qué les pasó? ¿Quién las mató y las enterró? ¿Agentes de la paz? Mis amigos no entienden mi reacción de estupor ni mi pena por dos aparentes desconocidas, así que luego de calmarme un poco, les explico quiénes eran Bonnie y Twill y las circunstancias en que nos conocimos tiempo atrás en esta casa abandonada.

Con cautela entramos todos a la casa, pese a que está vacía hay señales que fue utilizada... alguien estuvo aquí. En todo caso, las señales no parecen ser muy recientes, quien sea haya estado en la casa, han pasado unas dos semanas desde su estadía. Se nota por el polvo sobre la repisa de la chimenea, las huellas de zapatos (pequeños como mis pies) que han sido cubiertas por una capa leve de polvo también, la cama desordenada hecha con las capas de los uniformes de agentes de la paz que hurtaron Bonnie y Twill, los pliegues han acumulado polvo. Registramos por todos lados buscando algo que pueda ser útil o que pueda indicarnos quién era el o la misterioso/a habitante de la casa del lago. No hay comida pero alguien comió ciruelas, hay gran cantidad de cuescos amontonados en una pila, también cáscaras de huevos y hojas secas de diversas plantas comestibles. Junto a la chimenea, el tarro de lata en el que las mujeres hervían el té de agujas de pino, lo recojo y soplo del interior el polvo y hojas secas de menta. Gale registra la cama con un palo, como si hubiera algo abajo, lo que me parece exagerado. Cuando determina que no hay nada que temer, levanta de un tirón ambas capas y cae un cuaderno o librito con tapas duras. Gale lo toma y empieza a hojearlo. 

Sinsajo HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora