Capítulo 11: Fugitivos

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- Dile a tus amiguitos que no estoy para sus payasadas -me dice cuando ya vamos solos por el corredor donde están los compartimentos de las familias Hawthorne y Everdeen.

- Vamos, Gale, no te enojes con Finnick, le encanta bromear... ni con Johanna porque se divierte coqueteando contigo, lo hace siempre, ella es así, le gusta fastidiar a la gente y tomarle el pelo -le explico pero veo que sigue seriote y le cuento el strip tease que se mandó en el ascensor para molestarme y por fin lo veo sonreír.

- Pues qué lástima no haber estado ahí para ver eso -comenta y lo miro parando en seco.

- ¿Ahora te gusta Johanna?

- No, no es mi tipo, sólo me hubiera gustado ver... tu cara de fastidio -ahora Gale se burla de mí.

Le pego un puñetazo a la altura de los bíceps (que es lo más alto que llego), pero siento de inmediato cómo mi puño rebota en unos músculos duros como caucho, lo que provoca otra sonrisa socarrona de su parte. Ha de estar entrenando mucho.

- Vaya, has recuperado tus fuerzas - comento sonriendo.

- Bueno, es por el entrenamiento... y también la comida, a los del 12 nos dan una ración poco más grande para que nos recuperemos, dijeron que estábamos desnutridos cuando llegamos acá -me cuenta.

- Supongo que los soldados esqueléticos se cansan demasiado de prisa. 

- ¿Así que piensas fugarte con tus amigos bromistas del 4 y del 7 para ir a rescatar a los prisioneros de Snow? -me larga de repente y me paro en seco mirándolo boquiabierta- No creo que con un destornillador lleguen muy lejos, necesitarán mejores armas si piensan ir por Peeta y Annie -suelta con sarcasmo y luego esboza una sonrisita divertida al ver mi cara de sorpresa y el respingo que doy.

¡Maldición! Gale me conoce demasiado bien y al parecer es imposible ocultarle algo. O en verdad soy un libro abierto. ¿Tanto se me nota?

- Gale, si tuvieran a Madge o a alguien que tú amaras... sé que también irías por esa persona -intento justificarme.

- Mira, no sé si llegué a querer tanto a Madge como tú a Peeta, no dije que estuviera enamorado de ella. Si tuvieran a mis hermanos, a mi madre, a tu familia o a ti, iría sin dudar... pero en tu caso, es muy expuesto, Snow no le ha puesto precio a mi cabeza, si no a la tuya.

Mientras nos separamos cuando llega a su compartimento y yo voy al hospital para hablar con Johanna (aunque es la hora de dormir), le pido que no me delate y que ojalá me ayudara con el plan. Por toda respuesta me guiña un ojo y cierra la puerta. 

Sin embargo, no alcanzo a llegar a la sala donde está internada Johanna, apenas me interno por el nivel del hospital, me encuentro con mi madre y Prim de regreso de sus turnos. Creen que he ido por ellas, así que les sigo la corriente, ellas se preocupan de cumplir las reglas y horarios. Son demasiado correctas, la rebelde soy yo. Llegamos al compartimento 307, nos lavamos los dientes y nos metemos en las literas. Estoy cansada y me duermo rápido, sin pesadillas, por suerte.

A la mañana siguiente, tras el desayuno, tenemos otra reunión con la Presidenta Coin, Plutarch y algunos de los líderes militares del 13. Nos entregan un brazalector a cada uno de los tres como una concesión especial por nuestro estatus de líderes rebeldes, nos explica Coin y un militar nos instruye en su uso. Agradecemos con buenos modales pero con frialdad. No veo que tener un brazalector nos ayude a sacar a Peeta y Annie del Capitolio. Planteamos nuevamente nuestro deseo de ir a rescatarlos de las garras de Snow, pero todos están en contra. Después de unos cuarenta minutos discutiendo el asunto, no quedamos en nada, igual que ayer y casi todos se marchan porque tienen más cosas que hacer en sus horarios. Yo miro el mío, clase de Historia de Panem, lo cual no me apetece para nada; Finnick tiene Entrenamiento y Johanna no tiene horario, mientras siga hospitalizada. Huelga decir que no hacer nada la está volviendo loca. Empujo su silla y me aguanto oyéndola despotricar contra todo y todos, hasta que llegamos al hospital y se la entrego a un enfermero que la mira con cara de "aquí empezamos otra vez..."

Sinsajo HeridoWhere stories live. Discover now