Capítulo 9: En Recuperación y Adaptación

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Un zumbido, que me sobresalta todavía a pesar de llevar quince días acá, nos informa que tenemos que ir a comer, es hora de almuerzo para los que han terminado el turno de mañana. Nos dirigimos al comedor y en el camino nos encontramos con Hazelle y los niños, también les toca almorzar. Rory comenta que quiere ver a Gale para preguntarle cómo le ha ido hoy en su entrenamiento pero Hazelle le contesta que no sabe si estará con nosotros. Cuando llegamos comprobamos que no está almorzando, debió tocarle otro turno. Busco a Finnick y a Johanna pero tampoco están, tal vez les hayan dado su ración en su sala del hospital, a mí también me la daban allí cuando no podía levantarme aún de la camilla. Tener a los dos de compañeros de cuarto resultó agobiante. En la cama de al lado, Odair no dejaba de llorar por Annie, porque se enteró que a las pocas horas que escapamos los agentes de la paz se la llevaron directo al Capitolio; además, me pedía perdón una y otra vez por no haber podido rescatar a Peeta al quedar paralizado por el rayo como yo. Terminó sacándome de quicio varias noches y entonces gemía para que vinieran a colocarme otra dosis de morfina y dormirme para no seguir escuchando sus quejumbrosos lamentos. Al frente de mi camilla tenía a la malhumorada Johanna, bufando, gruñendo y maldiciendo por no poder moverse a voluntad, por la poca y desabrida comida, por la picazón de la pierna enyesada, etc. También gemía por morfina para calmar el dolor post operatorio. Y cuando no se la daban, se ponía de pésimo humor, insultaba a medio mundo, incluyéndonos a Finnick, Voltios y yo. Beetee estaba al lado de Mason y era el que menos se quejaba de los cuatro. Se tomó con resignación la noticia que no podían hacer nada por reparar su espina dorsal y dijo que mientras su cerebro siguiera funcionando como antes, no tenía de qué lamentarse. Tampoco tiene familia o seres queridos de los que preocuparse.

Una de aquellas noches que Finnick nos estaba desquiciando a Johanna y a mí, ella soltó de repente que en cuanto nos recuperáramos los tres, nos fugaríamos por los ductos hacia la superficie y de ahí a los bosques que cubren parte del 13 y llegar al 11 caminando, donde nos haríamos con uno de los vehículos que los rebeldes les quitaron a los agentes de la paz o saltaríamos al tren que antes llevaba las cosechas de los huertos al Capitolio. Al principio pensé que deliraba por la morfina o que lo decía para animar a Finnick, pero luego empecé a darme cuenta que lo decía en serio. Empecé a considerar en serio la posibilidad yo también. Rescatar a Peeta, rescatar a Annie... sería fantástico. Si es que siguen vivos. Si es que lo logramos, también cabe la posibilidad que fallemos en el intento y nos maten, todos en el Capitolio nos reconocerían y no dudarían en entregarnos a las autoridades o al mismísimo Snow. 

Al segundo día de alta mi familia me acompaña al desayuno pero luego se marchan a sus deberes. Me miro el antebrazo tatuado: clase de Historia de Panem a las 08:00; clase de tecnología a las 10:00; turno de lavandería a las 12:00 y lo que más me llama la atención, Reunión de Alto Mando a las 14:30 después de mi turno de almuerzo media hora antes. Después tengo libre supongo ya que no hay nada más escrito en mi piel hasta las 22:00, Aseo y Descanso. Sin embargo, decido tomarme todo el día libre, no tengo ganas de nada, no me apetece que me laven el cerebro ni tampoco lavar ropa y mucho menos la reunión. Si acá son cuadrados, en Alto Mando deben ser igual o peor. Me voy al compartimento pero luego de una media hora me aburro sin nada que hacer. Vago sin rumbo. Cuando alguien me pregunta qué hago dando vueltas, pongo cara de idiota perdida y muestro la pulsera plástica que me colocaron en el hospital y que no me han retirado. "Mentalmente desorientada", indica, escrito a mano por el doctor que nos pidió hacer la lista (no recuerdo su nombre). Iba a quitármela pero me ha resultado muy útil, me ahorra explicaciones de qué hago vagando por los pasillos y cuando me miran con cara compasiva diciendo que van a llamar a alguien para que venga por mí, ya he dado la vuelta y me pierdo por otro corredor. Así que me la dejo, aparte que en realidad estoy muy desorientada, creo que nunca terminaré de adaptarme a este lugar.

Sinsajo HeridoWhere stories live. Discover now