Carta 204

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Hera Riley

Después de darme una ducha rápida y de desayunar, metí mi maleta a la cajuela. Llevaba pocas cosas, había quedado con Eithan de que solo iríamos unos días. Me despedí de los abuelos, de mi cuñada y de mi enamoradizo hermano.

Subimos al auto y en menos de 10 minutos llegamos al aeropuerto. Estábamos en Tasmania, no estaba tan lejos de Sídney. Al llegar al aeropuerto Eithan me tomo de la mano y la apachurro con fuerza. Esa acción me hizo sentir confiada. Por dentro estaba llena de miedo. Cuando llame a Liz, ella mencionó la llegada de Luke. Cuando ella me lo dijo, Eithan estaba conmigo. Los dos nos quedamos en silencio. Ese día no cruzamos palabras, en sí, no había nada que hablar.

Lo único que nos separaba a Luke y a mí era el océano. El estaba en Nueva Zelanda y yo en Tasmania, eran de 6 a 7 horas en avión. Gracias a Dios nadie le dijo a Luke en donde estaba el y en donde estaba yo. Conociéndolo, era capaz de huir de donde estuviera y venir corriendo a mi lado.

-¿Quieres la ventana?-me preguntó Eithan.

Asentí y me senté. Me recosté y cerré por unos segundos los ojos. La mujer que siempre habla en todos los aeropuertos del mundo dijo que era la última llamada para el vuelo a Sídney. La azafata nos dio las indicaciones en casa de peligro y esas cosas. Abrochamos nuestros cinturones de seguridad y el avión empezó a correr. Eithan me miró y besó mis labios.

-Cuando el avión empiece a subir, mira por la ventana.

El avión poco después de que Eithan me habló, empezó a subir. Mordí mis labios y mire por la ventana. Sentí como mi estómago daba vueltas de la emoción. Las mariposas estaban chocando en él. En el pasto del aeropuerto había un cartel enorme color blanco y letras negras. En él decía "¿Te gustaría volar junto a mí una eternidad?" junto a un corazón enorme. Saqué mi teléfono y le tome una foto, era hermoso. Eithan me tomó del brazo y me gire para verlo.

-Entonces ¿volamos juntos?-me pregunto sonrojado.

-Con alas o sin ellas, volare contigo.

Eithan sonrió de oreja a oreja y me besó. Este había sido el mejor beso que alguien me había dado.

Dos horas después llegamos a Sídney. Al bajar del avión di un gran suspiro. Ya extrañaba estos aires. Busque a Liz con la mirada pero no la encontraba.

-Nos dejó plantados.-dijo Eithan.

-No seas idiota.-golpee su hombre.

Caminamos a una de las entradas. Eithan llamó a Liz y ella le dijo que ya estaba aquí. Sentí la una mano en mi espalda. Voltee de inmediato y la abracé. Por un segundo, no sé porque, pensé que era Luke.

-Te eche muchísimo de menos, mi niña.-me dijo Liz.

La mire a los ojos y unas cuantas lágrimas salían de sus ojos. Eithan limpio sus lagrimas y me empujo para poder abrazar a Liz.

-Nosotros también te extrañamos.-dijo Eithan riendo.

Caminamos hacia el auto, Liz y Eithan iban platique y platique de todo lo que había pasado mientras no estábamos. Al llegar al auto, Eithan como el caballero que es abrió la puerta de Liz y luego la mía. Subimos y el condujo.

Ellos siguieron platicando como si fueran mejores amigos. Recibí un mensaje, era de Jay. Sonreí y lo abrí.

Mensaje de Jaay 2:33pm

Hola Heri ¿Cómo estás? Espero que bien. ¿Qué creeeeeeeeees? ¡Ya estoy en Australia! El problema es que tardare en llegar unos días a Sídney.

Mensaje para Jaay 2:40pm

Hola Jay♥Estoy bien, gracias. Me alegra que ya estés en el mismo continente que yo. Te extraño mucho, espero que no sean tantos días, ¡ya quiero verte!

Mensaje de Jaay 2:44pm

Yo también estoy bien, gracias por preguntar. Llegaré en 3 días, no me extrañes tanto. Te quiero.

Bajamos del auto y mire la casa de Liz. Trague saliva y entre a la casa.

-Liz, ¿sabes la buena noticia?-le preguntó Eithan a Liz.

-¿Cuál es?-ella por dentro ya sabía.

-Eithan y yo ya somos novios.-le dije.






Luke Hemmings

Según yo, había puesto mi alarma a las siete de la mañana, pero no lo hice. Tenía todo planeado para ir por Hera pero todo salió mal. Terminé levantándome a las 2:30 de la tarde, me metí a bañar y luego baje a desayunar o bueno, a comer algo. Busque las llaves del auto de mi papá en mi chamarra pero no estaba ahí, subí corriendo a mi habitación y me demore como 30 minutos en encontrarlas. Escuche que la puerta principal se abría, supuse que era mi padre. Seguí buscando y trataba de recordar en dónde las había dejado. Busque por debajo y por arriba de la habitación y nada. Me maldecía por dentro. Tomé mi vaso lleno agua y salí de mi habitación en busca de mi padre.

-Liz, ¿sabes la buena noticia?-escuche la voz de un chico. Era una voz conocida.

-¿Cuál es?-preguntó mi madre.- camine hacia las escaleras sin hacer ruido y me asome un poco.

-Eithan y yo ya somos novios.-dijo una voz. La voz era de Hera.

Sentí mi corazón romperse. El vaso de vidrio cayó hacia el suelo. Los 3 se asustaron y alzaron la mirada. Me vieron y todos se quedaron callados. Mi madre se levantó del sillón y limpio rápidamente. Hera salió de la casa y Eithan la siguió. Yo me senté en la escalera y llore por dentro.

-Te dije que ella no quería verte.-me dijo mi madre.

Después de limpiar, mi madre salió de la casa. Me asomé por la ventana y me arrepentí. Eithan besaba a Hera delicadamente y mi madre, MI MADRE, les tomó una foto.

Ellos caminaron hacia la casa y entraron. Mi madre y Eithan me miraron, pero Hera me ignoro.

-¿Cuánto tiempo se quedarán?

-Como 4 días.-contestó Eithan.

-¿Por qué tan poco?

-Le pregunté lo mismo a Hera.

Mi madre miró a Hera.

-Lo siento. Es solo que no quiero toparme con mi padre.

-No tienes nada que sentir. ¿Se quedarán aquí?

Los dos negaron.

-No queremos ser una molestia.-dijeron al unísono.

-Claro que no lo son. Además hay muchas habitaciones.

-Muchas gracias Liz, pero Hera reservó habitaciones. Lo siento.

Hera bajo su mirada

-Lo siento Liz.-Hera estaba tensa.-en serio.

-Oh, no importa. Con que te vea todos estos días estaré bien.

El teléfono de Eithan sonó y salió de la casa para contestar. A los minutos entro con una cara de preocupación. Camino hacia mi madre y le dijo algo en el odio. Ella asintió y de nuevo el salió de la casa. Subió al auto de mi madre y se fue.

-¿A dónde fue?-preguntó Hera confundida.

-No lo sé.

-Vamos Liz, dímelo.

-En serio, no lo sé.

Hera hizo un puchero de enojo.

-No te enojes, fue por sus hermanitos.

Las dos subieron a la habitación de mi madre y se encerraron con seguro. Perfecto, era lo único que me faltaba. Junto a mi corazón roto y mi soledad me fui a la cocina y empecé a comer helado como si fuera una mujer. Mi padre tenía razón, soy una marica.


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