Carta 148

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El día de hoy todos nos pusimos de acuerdo para ir hoy a la piscina del hotel y mañana a la playa.

Al llegar a la piscina mi autoestima cayo al suelo. Todas las chicas de ahí tenían un perfecto cuerpo de modelo. Usaban sexys bikinis y lucían un asombroso bronceado.

Camine hasta donde está Sam y me senté a lado de él. El estaba recostado el la silla. Se quito los lentes y me miro. Me sonrió y volvió a ponerse los lentes.

Puse la bolsa que traía en el suelo y me empecé a poner bloqueador.

Mientras me lo ponía miraba a todas las chicas perfectas que caminaban y nadan al frente de mi.

Mi mirada se desvió hacia el marcado y detallado cuerpo de Jay. Muchas chicas lo miraron. Era inevitable no mirarlo. Tenía un cuerpo de Dios griego.

Trotó hacia mi y besó mi mejilla.

-Creí que estarías en la piscina.-me dijo.

-Acabo de llegar.

-Las chicas son lindas¿no crees?

Pase saliva.

-Si,lo son.

-Son unas perras falsas-rió.

-¿Por qué lo dices?-le pregunté confundida.

-No comen nada para poder ser delgadas, se maquillan más que un payaso y se creen las mujeres mas guapas del mundo.

-Acabas de decir que son lindas.

-Y lo son,solo quería decirte eso.

Termine de ponerme bloqueador y guarde la botella en mi bolsa.

Me quité la bata que traía y la puse en la silla.

Yo no usaba un bikini, traía puesto un traje de baño completo. Tenía estampados de Jerry,el ratón de Tom y Jerry.

-Me encanta tu cuerpo.-dijo Jay sonriendo

-¿Qué?-le pregunté nerviosa.

-Tienes un lindo cuerpo, no sé porque lo ocultas.

-No me gusta enseñar demás. Me gusta enseñar poco.

-Eso me gusta muchísimo de ti Hera-dijo Sam-no necesitas enseñar mucho para ser una bella chica.

-Estoy de acuerdo con él-admitió Jay.


Los 3 nos paramos y fuimos hacia la piscina.

Sam y Jay se metieron de un clavado, yo preferí entrar por las escaleras. Al momento de entrar una mano tomo mi muñeca.

-Espero con ansias el día en el que compartamos las misma sabana.-manifestó Luke.

Entramos juntos a la piscina y comenzamos a nadar. La piscina era enorme, medía un poco más de 30 metros. Era como una alberca olímpica.

La temperatura del agua estaba increíble, no era tibia ni caliente. Realmente no podía explicar la excelente temperatura.

Cada que parábamos de nadar nos tomábamos de nuestras manos y nos besábamos. Lucíamos ridículos, pero estas eran algunas de las cursilerías que haces cuando te enamoras.

En estos momentos,estar a su lado era como estar en un naufragio siniestro.



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