Carta 190

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Hoy era uno de esos días que toda mujer odiaba. ¿Por qué tenía que pasarme a mí? ¿Por qué ahora? Cuando desperté noté que había dejado la bandera Japón en las perfectas sabanas blancas. Al momento de pararme, la puerta se abrió.

Eithan entró con una bandeja llena de comida y se sentó a mi lado.

-Buenos días linda-me dijo junto a su maravillosa sonrisa.

No podía pasarme esto a mí. Quería que la tierra me comiera. Miré la bandeja y todo se veía delicioso.

-Todo lo prepare yo, solo para ti.

Le sonreí y puso la bandeja frente a mí. Noté que había un pequeño florero, pero no había flor.

-¿Es una nueva tendencia poner floreros sin flores?-le dije riendo.

Eithan miró el florero y se maldijo por dentro. Salió corriendo de la habitación y aproveche para ir a limpiarme. Puse la bandeja en una de las mesas y quite las sábanas, después entre al baño y me duche.

-¿Hera?-preguntó Eithan.

-Dame unos minutos.-le grité. Me apure en ducharme y en vestirme. Cepille mi cabello y salí del baño. Eithan estaba acostado en la cama mirando televisión. Se veía tan sexy acostado que podría pecar en este mismo instante. Quite los malos pensamientos de mi cabeza y me acerque a él, bese su mejilla y senté a su lado.

Eithan había preparado sándwiches, juego de naranja y café. Puso fresas, arándanos, frambuesas y plátanos alrededor del plato para darle un toque más colorido al desayuno.

-¿Voy a comer todo esto sola?

-Lo preparé para nosotros. Un desayuno solo para ti y para mí.

Le di el primer bocado al gran desayuno y mi lengua me lo agradeció. Todo sabía delicioso. El era un excelente cocinero, sus manos eran la gloria.

-¿Jugamos a las preguntas random?

-¿Random?

-Son preguntas de cualquier tema, cualquier.

-Claro-mordió su sándwich.- ¿Puedo empezar?-asentí.-¿Cómo te gustaría que fuera tú nombre?

-No cambiaría mi nombre, me gusta mucho. Me toca. ¿Me quieres?

-¿Tú me quieres?

-Yo te pregunté primero.

-Yo te pregunté después.

-Pero yo fui primero.

-Yo te pregunté primero.

-¿Qué? ¡No! Yo te pregunté primero.

-¿Qué? ¡Yo pregunté primero.

-¡Wilde! ¡Ya!

Eithan empezó a carcajearse.

-No te responderé.

-¿Por qué no?

-El tiempo lo dirá-me guiño un ojo.

Terminamos de desayunar y fuimos caminar por el jardín. Caminamos juntos hacia el atardecer tomados de la mano y con los pies descalzos, viviendo el presente y aprovechando cada instante juntos.

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