Capitulo 1

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Recostado sobre la silla estiro las manos, después dio un sorbo a la taza de café; estaba frustrado por sus escasas ideas. Comenzó a girar el lapicero entre los dedos sin apartar la mirada del ordenador. Debía entregar ese diseño en menos de dos horas pues su jefa era muy exigente y no debía hacerla enfadar, ya conocía su buen humor. Por otro lado le esperaba trabajo extra en casa; una revista reconocida por tercera ocasión había contratado sus servicios, esta vez debía hacerse cargo de la portada, el director de la famosa quería algo diferente y único ya que la revista cumplía un aniversario más.

Media hora más tarde había terminado. Impreso, tomo los papeles, observo a Melissa, su compañera con la que le gustaba trabajar.

─Deséame suerte ─dijo con entusiasmo.

─No la necesitas ─respondió ella alzando el dedo pulgar.

Salió de la oficina de cristal con los documentos en mano. Llamo a la puerta de su jefa. Al entrar olfateo el aroma de su perfume; una mezcla de almizcle y chocolate, una fragancia dulce y agradable. Su jefa era una persona muy estricta, autoritaria, antipática con los empleados; poseía un carácter difícil de manejar.

Con detalle observo el trabajo que él había hecho y que la empresa de perfumes le estaba exigiendo a ella. Se quitó las gafas. Pensativa frunció el ceño.

─¡Rayos!

Respiro con tranquilidad antes de preguntar:

─¿Algún error en mi trabajo?

Ella volteo. Sus bellos ojos castaños eran suaves y radiantes, una lástima que con el ceño fruncido no era nada agradable.

─Estoy fascinada ─ahora mostraba su rostro lleno de seriedad─. Me sorprendes ─suspiro aliviada. Poso sus manos sobre el escritorio─. No te quedes parado, siéntate ─aquello parecía una más orden que una invitación─. Confió mucho en ti, Santi.

─Y se lo agradezco.

─Sabes, esa empresa de perfumes me ha seguido los talones toda la maldita semana. Es estresante.

─Ya no tiene de que preocuparse.

─Lo sé. Gracias de nuevo.

Le pareció ver en ella un gesto agradable. Era casi inusual que le sonriera a sus empleados.

─Si no se le ofrece algo más volveré a mi trabajo.

─Es todo, puedes irte.

Se levantó del asiento. Ella lo observo de pies a cabeza, camisa casual impecable, jeans claros que se ajustaban en su trasero, y sus Converse rojos. Últimamente ese joven la hacía entrar en calor. No se podía sacar de la mente aquellos labios carnosos. Se mordió el labio sabiendo que no la miraba. Deseaba a ese chico, hasta soñaba con él.

Meneo la cabeza para dejar sus locuras. Era una mujer adulta y debía actuar como tal.

─¡Por favor, deja los Converse en casa! ya no estás en la universidad.

─Está bien ─respondiendo con una sonrisa que a ella la encendía.

Volvía hacer la misma de antes. La jefa mandona.

Después de regresar de la oficina, se recostó en el asiento mientras dejaba ir un suspiro. Estaba más tranquilo.

─Veo que te fue bien ─comento Melissa sin quitar la mirada del ordenador.

─Si ─se reincorporo.

─Bien por ti, compañero. Tienes mucho talento.

─Tú también.

Rincón Exquisito © (Editando)Where stories live. Discover now