Sino hacia Yunho.

Y eso... lo destruyó.

La habitación del hospital estaba en penumbras. Solo el tenue resplandor de la lámpara en la esquina iluminaba el rostro pálido de Taeyong, su pecho subía y bajaba con lentitud, manteniéndose vivo únicamente por los monitores que marcaban su frágil existencia.

Yunho estaba sentado junto a su cama, con los codos apoyados en sus rodillas y el rostro enterrado en sus manos.

Habían pasado semanas. Semanas enteras en las que lo había visto acostado ahí, sin abrir los ojos, sin responder a su voz, sin mostrar el más mínimo signo de mejoría.

Cada día llegaba con la esperanza de verlo despertar.

Cada noche se iba con el corazón roto porque nada cambiaba.

Tomó la mano fría de Taeyong entre las suyas, apretándola con desesperación.

-Amor... -su voz tembló-. Ya... ya no sé qué más hacer.

El silencio fue su única respuesta.

Una lágrima caliente rodó por su mejilla.

-Sion te necesita -susurró, su voz quebrándose-. Yo te necesito.

Respiró hondo, su pecho subía y bajaba con dificultad, como si le costara sostener el peso del dolor.

-¿Recuerdas cuando dijiste que siempre íbamos a estar juntos? -soltó una risa amarga-. Cuando nos prometimos que seríamos una familia sin importar qué...

Bajó la cabeza, apoyándola suavemente sobre la mano inerte de Taeyong.

-Pero ahora soy yo quien te pide que no me dejes... Por favor, Taeyong.

El sonido de la máquina marcando sus signos vitales fue lo único que llenó la habitación.

-Si me escuchas... -cerró los ojos con fuerza-. Si en algún rincón de tu mente puedes oírme, regresa. Por favor, despierta.

Los segundos se alargaron como si fueran horas.

Pero nada sucedió.

Yunho soltó un sollozo ahogado, presionando los labios contra la mano de su amado.

-No sé cómo hacer esto sin ti... -admitió en un susurro roto-. No sé si seré suficiente para Sion sin ti.

Las lágrimas caían sin control ahora, empapando la sábana blanca.

-Solo... solo quiero que vuelvas a mí.

El monitor seguía marcando el mismo ritmo.

El mismo compás vacío de su ausencia.

Los días siguieron su curso, pero para Yunho todo se sentía detenido. Taeyong seguía sumido en el mismo sueño profundo, mientras él intentaba mantener en pie la vida que habían construido juntos.

Sion se estaba recuperando, pero su pequeño cuerpo aún necesitaba cuidados constantes. Yunho pasaba las mañanas con él en la sala pediátrica y las noches al lado de Taeyong, aferrándose a la esperanza de que despertara.

Esa tarde, Yunho cargaba a Sion en su regazo, sentado en una de las sillas de la habitación de Taeyong. El bebé balbuceaba palabras sin sentido mientras jugaba con los dedos de su padre. Yunho le sonreía, pero sus ojos reflejaban el cansancio y el dolor.

-Mira, amor -susurró, como si Taeyong pudiera escucharlo-, nuestro bebé ya está mejor. Solo falta que tú despiertes...

El pequeño Sion movió sus manitas en el aire, extendiéndolas hacia la camilla. Yunho lo acomodó con cuidado para que pudiera acercarse más a Taeyong.

-Papá...

Yunho sintió que el aire se atoraba en su pecho.

Volteó a ver a Sion, pensando que tal vez había imaginado la palabra.

-Dilo de nuevo, pequeño...

Sion lo miró con sus grandes ojos oscuros y repitió, con una vocecita temblorosa:

-Papá...

Las lágrimas llenaron los ojos de Yunho. Se mordió el labio, luchando por no romperse, pero era imposible.

El momento, que debía ser de pura felicidad, se vio interrumpido por una presencia detrás de él.

-Interesante... -La voz de Jaehyun sonó cortante, casi fría.

Yunho giró el rostro y lo encontró apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

-Así que ahora le enseñas a llamarte "papá" -soltó con una amargura evidente-. Qué conveniente.

El corazón de Yunho se encogió.

-No es algo que yo le haya enseñado... -respondió con la voz ronca-. Él simplemente... lo dijo.

Jaehyun soltó una risa seca.

-Claro... lo dijo porque es a ti a quien ha visto siempre. Porque yo nunca tuve la oportunidad de ser su padre.

Yunho se puso de pie con cuidado, todavía sosteniendo a Sion en sus brazos.

-No lo aparté de ti. Tú no estuviste.

Los ojos de Jaehyun se encendieron con rabia.

-¿Y de quién fue la culpa? -espetó, dando un paso al frente-. Me lo ocultaste. Me arrebataste la oportunidad de verlo nacer, de estar ahí para él desde el inicio.

-No tenía otra opción... -la voz de Yunho tembló-. No podía decirte sin arriesgarme a que lo alejaras de mí.

Jaehyun apretó los puños, sus labios se curvaron con amargura.

-¿Y crees que esto es justo? ¿Que puedo simplemente aceptar que otro hombre crió a mi hijo sin siquiera saber que existía?

El silencio entre ellos era sofocante.

Sion, ajeno a la tensión entre los adultos, se aferraba a la camisa de Yunho con sus pequeñas manos.

Jaehyun respiró hondo, tratando de calmarse.

-Quiero estar en su vida. No voy a permitir que me lo arrebates otra vez.

Yunho lo miró fijamente, con el pecho apretado por el miedo.

-No te lo voy a quitar, Jaehyun... pero tampoco dejaré que me lo quites a mí.

El enfrentamiento silencioso entre ellos quedó roto por el sonido del monitor cardíaco de Taeyong. Ambos se giraron, sus corazones deteniéndose por un segundo.

El sonido se había alterado.

Jaehyun y Yunho se quedaron paralizados.

Hasta que, de pronto, los dedos de Taeyong se movieron ligeramente.


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Nota: Posiblemente mañana ya no hay capítulo, nos vemos el lunes

Unwritten Vows • Jaeyong •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora