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La primera noche de Sion fue un completo desafío. Su llanto resonaba en la habitación cada pocas horas, sacudiendo el silencio de la madrugada y despertando a sus dos padres agotados. Taeyong y Yunho apenas lograban cerrar los ojos antes de que el pequeño volviera a llorar, exigiendo su atención.

—Shh, pequeño… estamos aquí —susurró Taeyong, con la voz cargada de cansancio mientras acunaba a Sion en sus brazos, intentando calmarlo.

El recién nacido pataleaba inquieto, su diminuto rostro arrugado por el llanto. Era tan frágil, tan pequeño… pero también tan fuerte, tan lleno de vida.

Yunho, con el cabello revuelto y las ojeras marcadas, apareció junto a Taeyong con el biberón recién preparado. A pesar de estar agotado, no dejó que su fatiga interfiriera.

—Dame un segundo, Yong. Voy a intentar alimentarlo.

Taeyong le pasó al bebé con cuidado, observando cómo Yunho sostenía a Sion con torpeza al principio, pero con una ternura que hizo que su corazón se apretara.

Aquel hombre estaba aprendiendo a ser padre, y lo hacía con todo el amor del mundo.

Las horas avanzaban y, aunque intentaban turnarse, ninguno lograba dormir más de unos minutos seguidos. Entre pañales sucios, ropa de bebé esparcida por la habitación y el llanto incesante de Sion, el agotamiento pronto comenzó a pesar sobre ellos.

—¿Cómo puede ser tan pequeño y tener tanta energía? —murmuró Yunho, dejándose caer sobre la cama por un instante, sólo para ser interrumpido por otro llanto del bebé.

—Bienvenido a la paternidad —Taeyong le dedicó una sonrisa agotada, pero genuina. A pesar del cansancio, su corazón estaba lleno.

Por suerte, Yunho había decidido tomarse varios días libres en la pequeña empresa heredada de sus padres. Sabía que Taeyong necesitaría ayuda, y estaba dispuesto a dársela en cada momento.

Cuando finalmente lograron que Sion se durmiera al amanecer, los dos se quedaron en silencio, mirándolo en su cuna con un amor indescriptible.

Todo valía la pena. Cada desvelo, cada llanto, cada instante.

—¿Cómo algo tan pequeño puede hacerme sentir tantas cosas? —susurró Yunho, deslizando su brazo alrededor de Taeyong y atrayéndolo hacia él.

Taeyong apoyó la cabeza en su hombro y suspiró.

—Porque es nuestro hijo.

Yunho lo miró sorprendido por sus palabras, y en su rostro se dibujó una sonrisa suave, cargada de emoción.

En ese momento, entendieron que, aunque ser padres era agotador, nunca estarían solos.

Porque ahora eran una familia.

La primera semana de Sion en casa fue extenuante. Cuidar de un recién nacido era una prueba de paciencia y amor, pero juntos, Taeyong y Yunho estaban aprendiendo a ser padres.

Un domingo, Yunho aprovechó el buen clima para invitar a Taeyong a dar un paseo con Sion. Salieron a una cafetería cercana, disfrutando de la suave brisa primaveral mientras conversaban sobre cosas triviales.

Estaban tan inmersos en su propia burbuja que no se dieron cuenta de que alguien los observaba desde el otro lado del lugar.

Johnny, sentado con su café, frunció el ceño al ver la escena. Al principio pensó que Taeyong estaba con un familiar, pero cuando vio al chico besando a su acompañante en los labios y este alzando al bebé con una sonrisa de alegría, algo en su mente hizo clic.

Unwritten Vows • Jaeyong •Where stories live. Discover now