Al principio, solo eran pequeñas quejas, mordisqueos a cualquier cosa que tuviera al alcance de sus diminutas manos. Pero pronto, las noches se convirtieron en una sinfonía de llantos incontrolables.

—Shhh, mi amor, shhh… —Taeyong paseaba por la habitación con Sion en brazos, tratando de calmarlo.

Pero el bebé estaba desesperado. Su rostro estaba enrojecido, su cuerpecito se retorcía de incomodidad.

—Duele, ¿verdad? —susurró con tristeza, acariciando la mejilla húmeda de su hijo.

Yunho llegó con un mordedor frío, su rostro igual de agotado que el de Taeyong. Las ojeras marcaban su piel como testigos de las noches en vela.

—Intentemos con esto, Yong.

Taeyong tomó el mordedor y lo acercó a la boquita de Sion, quien al sentir el alivio del frío dejó de llorar por unos segundos. Pero la tregua no duró mucho.

Yunho se dejó caer sobre la cama, pasando una mano por su rostro con frustración.

Pero en el fondo, estaba agradecido. Porque aunque estaba agotado, aunque sentía que no podía más… no estaba solo.

Se dejó caer a su lado, observando a Sion con ternura.

—Vamos a superar esto.

—Sí —murmuró Yunho, apoyando su cabeza contra su hombro—. Juntos.

Y en ese instante, mientras el llanto de su hijo llenaba la habitación, Taeyong sintió algo profundo en su corazón.

Eran una familia. A pesar de todo.


El sol de la tarde filtraba su luz entre las hojas de los árboles, creando sombras danzantes sobre el suelo. Taeyong disfrutaba de esos momentos de calma, paseando a Sion por el parque, alejándose de todo lo que lo atormentaba.

Se sentó bajo la sombra de un árbol, meciendo suavemente la carreola mientras sostenía el biberón para alimentar a su hijo. El pequeño Sion bebía con tranquilidad, sus manitas aferradas a los dedos de su padre.

Por un instante, Taeyong pudo respirar. Pudo olvidar todo.

Pero la paz se rompió en el momento en que alguien se sentó a su lado.

No le prestó atención al principio, creyendo que solo era otra persona disfrutando del parque. Pero entonces, una voz familiar lo sacó de su burbuja.

—Es un bebé muy lindo.

Su corazón se detuvo por un segundo.

—Se parece mucho a ti, Taeyong.

Ese tono burlón…

Esa voz que llevaba tiempo sin escuchar.

Taeyong giró lentamente el rostro y sintió un escalofrío recorrer su espalda.

—Johnny —susurró, con la garganta seca.

Johnny Suh le sonrió con suficiencia, sus ojos oscuros recorriendo la imagen frente a él: Taeyong sosteniendo a su bebé, un cuadro tan diferente al que había visto meses atrás, cuando solo era "el ex esposo de Jaehyun".

—Es impresionante cómo el hijo de Jaehyun ya creció.

El tiempo pareció detenerse.

El biberón casi se resbaló de sus manos.

—¿Qué…? —la voz de Taeyong fue apenas un susurro.

Johnny entrecerró los ojos, notando la expresión de shock en su rostro. Y entonces lo entendió.

Taeyong no sabía que lo sabía.

No sabía que alguien más había conectado las piezas.

El empresario sonrió con burla y se inclinó ligeramente hacia él.

—Oh… ¿no querías que Jaehyun supiera? Qué sorpresa. —Apoyó un codo sobre su rodilla, divertido—. ¿Desde cuándo planeabas ocultarlo, Taeyong?

El corazón de Taeyong latía desbocado. Esto no podía estar pasando.

—Tú… no tienes idea de lo que estás diciendo —intentó mantenerse firme, pero su voz lo traicionó.

Johnny soltó una risa baja.

—Vamos, Taeyong. No soy tonto. No es tan difícil hacer cuentas… —sus ojos se dirigieron al pequeño Sion, que seguía bebiendo tranquilamente de su biberón, ajeno a todo—.Esos ojos… esa expresión. Se parece a Jaehyun.

Taeyong sintió que la respiración le fallaba. El secreto que había intentado proteger por tanto tiempo estaba a punto de derrumbarse.

—Esto no le incumbe a nadie —dijo con voz tensa, abrazando instintivamente a su hijo contra su pecho.

Johnny lo observó en silencio por un momento, como si analizara su reacción. Luego, con una sonrisa más afilada, se puso de pie y se sacudió el pantalón.

—Relájate, no voy a ser yo quien le diga. —Le guiñó un ojo—. Pero te advierto algo, Taeyong… la verdad siempre sale a la luz.

Se giró y comenzó a alejarse, dejándolo con el corazón hecho un nudo, con el miedo en los huesos.

Taeyong bajó la mirada hacia Sion, que ahora lo observaba con sus grandes ojos curiosos.

Johnny tenía razón.

No podría ocultarlo para siempre.

Y cuando Jaehyun lo supiera… todo cambiaría.

Unwritten Vows • Jaeyong •Onde histórias criam vida. Descubra agora