Unwritten Vows • Jaeyong •

8

—Entonces te esperaré.

Los ojos de Taeyong se abrieron con sorpresa.

—¿Qué…?

—Te esperaré, Yong. No voy a forzarte a nada, no voy a presionarte… Pero tampoco voy a desaparecer.

El rubio sintió que su corazón se encogía.

—Yunho…

—Sana a tu ritmo. Encuentra tus respuestas… Pero cuando estés listo, cuando sepas con certeza lo que quieres… Solo dime que me quede.

Taeyong sintió sus ojos humedecerse.

Porque Yunho estaba dándole algo que Jaehyun nunca le dio.

Elección.

Y en ese momento, supo que, cuando llegara el día en que su corazón finalmente estuviera listo…

Yunho sería su única respuesta.

♡

Jaehyun se apoyó contra el escritorio de su oficina, masajeando sus sienes con frustración mientras la voz de su ahora prometida sonaba en el fondo como un ruido blanco.

—No puedo creer que me hayas dejado sola en la cena con mis padres —reclamó ella, cruzándose de brazos—. ¿Sabes lo vergonzoso que fue para mí dar excusas sobre por qué mi prometido no estaba ahí?

Jaehyun suspiró, sin fuerzas para discutir.

—Ya te dije que tenía trabajo…

—¡Siempre tienes trabajo! —bufó la mujer, rodando los ojos—. Pero bien que antes encontrabas tiempo para otras cosas.

Jaehyun sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Sabía exactamente a qué se refería.

A él.

A Taeyong.

El rubio ni siquiera debería seguir en sus pensamientos, y sin embargo, cada día, cada hora, cada maldito minuto, su rostro aparecía en su cabeza.

Jaehyun se obligó a parpadear y enfocarse en su esposa.

—¿Qué quieres que haga? ¿Que deje todo y me siente a jugar al esposo perfecto? Sabías cómo era cuando nos casamos.

La mujer resopló con frustración.

—No te pedí que fueras perfecto, solo que al menos finjas que te importa esta relación.

Jaehyun abrió la boca para responder, pero la cerró de inmediato. Porque la verdad era que… no podía.

No podía mentir y decirle que le importaba cuando su mente y su corazón estaban atrapados en otro lugar.

Cuando cada noche, al cerrar los ojos, lo último que recordaba era la imagen de Taeyong alejándose de él con una maleta en mano.

Sin mirar atrás.

Sin dudar.

Sin una sola lágrima.

Porque Taeyong ya había llorado demasiado por él.

—Voy a salir un rato —anunció Jaehyun de repente, sin darle espacio a su prometida para seguir discutiendo. Tomó su chaqueta y salió de la casa, ignorando la mirada molesta de la mujer que ahora compartía su apellido.

Pero por mucho que caminara, por mucho que buscara escapar, la verdad seguía persiguiéndolo.

Había cometido un error.

Había cometido el peor error de su vida.

Porque se había casado con la mujer que creía querer, con la que su abuelo aprobaba, con la que le daría estabilidad en los negocios…