Capítulo 21 - Al encuentro

1K 59 33
                                    


—Y recuerda, Cas, que cuando uses la tostadora... Que las tostadas saltan.


La chica estaba muy preocupada. Sam había dicho algo rápido sobre Carolina del Norte a Dean, que concernía a una cazadora e inmediatamente los chicos se habían puesto como locos. Cas también parecía saber de lo que hablaban, pero aún seguía hecho polvo como para hacer un viaje tan alto.


—Lo recordaré, y ten cuidado. 


Sabía que el ángel no lo decía por el caso. Cheryl ladeó la cabeza y Castiel imitó el gesto con aspecto inocente. Ella le dio un beso en la frente poniéndose de puntillas.


—Volveremos enteros, yo me encargaré de hacer tu trabajo. —le palmeó una mejilla con una sonrisa de suficiencia.— Pero en serio Cas, acuérdate de que la tostadora...


—Sí, sí, puedo hacerme con ella. —restó importancia el ángel, sentándose en la silla de la mesa de la cocina. Sam y Dean estaban poniendo a punto sus cosas y el Impala para el viaje, que iba a ser largo.— Y en caso de urgencia solo tendría que rezarte, ¿no es así? —sonrió afablemente el de ojos azules.


—A menos que esté muy concentrada en mi lado oscuro. Pero creo que preferirías morirte antes de invocar a un demonio.


—Tú no eres un demonio, Cheryl...


—Tampoco un ángel.


Sam apareció entonces por el pasillo con un par de bolsas en los hombros. El menor de los Winchester apenas había dicho un par de palabras tras la llamada de la otra chica, y estaba muy tenso.


—Nos vamos, Cheryl.


—¡Oído cocina! —se despidió de Castiel una última vez.— Cuida del búnker, Cas. Si te recuperas lo suficiente, ven a Carolina del Norte. Si tan grave es, no vendrían mal unas manos extras. —ella se encogió de hombros y se echó al hombro su propia bolsa. Echaba de menos su guitarra, que seguía en el apartamento seguro de Washington. No tenía manera de regresar allí aún.


Salió justo por detrás de Sam, viendo a Dean ya dentro de su preciosidad mecánica. Metió la bolsa en el maletero y se escurrió a su permanente asiento trasero. Sin embargo, el de ojos verdes la miró por el retrovisor, no sin ella percatándose.


—¿Qué pasa? —se cruzó de brazos arqueando una ceja.


—Puede que no sea buen momento, pero tengo algo para ti. —de la guantera del copiloto sacó un paquete envuelto en papel de regalo que lanzó a la rubia por encima del hombro. Ella se quedó mirándolo con sospecha, como si fuese una bomba camuflada.— ¡Ábrelo ya! ¿Crees que te va a morder o algo?


—Geez, relax, ya lo abro. —lo desenvolvió con cuidado hasta que vio una tela familiar. Los ojos ambarinos de la mestiza se abrieron con sorpresa al ver una nueva pañoleta con el estampado de la bandera de Estados Unidos. Como el primero que había prestado a Dean cuando se conocieron.— ...

[Sobrenatural] || Ala blanca, ala negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora