Capítulo 8 - Hey Barley

1.2K 82 30
                                    



Media hora más tarde, estaban comiendo en un restaurante del pueblo. Cheryl aún no asimilaba cómo Dean podía comer con semejante fiereza, sobre todo si la hamburguesa abultaba más que su propia cabeza.


— Geez, Dean... Algún día morirás por comer así. —la rubia se llevó una patata a la boca. No concebía cómo el cazador podía seguir sano comiendo así. Miró de reojo a Sam, más formal y tomándose su ensalada con calma. Eran dos caras de la misma moneda.


— ¿Hm? —el ojiverde alzó la cabeza, pero ella negó y siguió comiéndose su bistec. Estaba siendo una comida relativamente silenciosa. A parte de no tener mucho con lo que empezar, Cheryl se distraía pensando en sus propios problemas, y los Winchester lo percibían.— ¿Me pasas la sal?


— Sí, claro. —la chica cogió el salero, pero una sensación de escozor le invadió la mano y lo soltó, derramando la sal por la mesa.— ¡Agh...! —al mirarse la palma de la mano, vio la piel enrojecida.— A... Agh, no me gusta la sal, lo admito, pero nunca me había pasado esto... —cerró un ojo mordiéndose la lengua para aguantar la picazón.


Dean dejó su hamburguesa y Sam inmediatamente cogió la muñeca de Cheryl para observar los efectos de la sal.


— ¿Qué demonios? —preguntó el de pelo trigueño.— Se supone que eso no debería pasar...


— No me digas. ¡A-Agh! –un escalofrío le recorrió cuando Sam guió la mano de la muchacha hasta su cerveza fría. Al instante sintió alivio.— Gracias Sam...


— No se merecen. —restó importancia el menor. Los tres cazadores intercambiaron miradas sospechosas que acabaron sobre Cheryl. Ésta, al sentir toda esa presión sobre su persona, agachó la cabeza y se miró la mano, donde la rojez comenzaba a desaparecer paulatinamente.— Resolvamos el caso y volvamos al búnker.


— Voto por eso. —Dean se levantó dejando un par de billetes sobre la mesa, no sin antes llevarse consigo lo que quedaba de su hamburguesa. Los otros dos siguieron a su compañero y hermano. Ninguno supo qué pensar de esa reacción. Dean y Sam trataban de buscar una explicación lógica, porque la sal afectaba a los demonios y no a los ángeles, pero Cheryl notó un malestar por todo el cuerpo, malas vibraciones.


"Ángel, no demonio. Ángel, no demonio", continuó pensando mientras andaban hacia la zona del pueblo donde había desaparecido la gente.




El lugar en cuestión estaba algo al oeste del centro. Destacaban una heladería, una perrera que se hacía pasar por refugio de animales, una tienda de regalos y poco más.


— Pues... El pueblo tiene pinta de apacible. —se aventuró a romper el silencio la muchacha. Se había envuelto la mano en la pañoleta, a pesar de que sabía que ya no habría rastro de la reacción debajo. Simplemente prefería no mirar.


— Siempre podemos ir a preguntar a la policía. —ambos miraron de reojo a la muchacha, que retrocedió.

[Sobrenatural] || Ala blanca, ala negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora