Capítulo 1 - La mudanza

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Veintisiete años después...


Ah, ya estaba harta de aquel sitio. Era hora de independizarse. Era cierto que la Iglesia había sido muy generosa con ella desde su nacimiento, pero Cheryl no soportaba ni un segundo más tener encima a los sacerdotes, diciéndole lo que debía hacer y lo que no.


Cheryl había crecido, había cumplido sus vientisiete años, y el carácter de una mujer de armas tomar. En aquellos momentos sus ojos ambarinos estaban pegados a la ventana de la sala que sería su nuevo cuarto. Había conseguido comprar un buen piso, y el alquiler era razonable, teniendo en cuenta el sueldo que tenía. Había comenzado su negocio muy joven, pero según el padre Robert, estaba más que preparada.


Desde que tenía memoria, siempre había vivido al cargo de la Iglesia. En la misma Iglesia. Era fervientemente creyente en Dios, profesaba la fe de modo que resultaba un ejemplo a seguir para otros miembros de la parroquia. Sin duda, el padre Robert, el padre Damian y los demás habían hecho un buen trabajo con ella.


Aunque rezar no era lo único que le habían enseñado. La joven pensaba en eso, regodeándose consigo misma mientras desempacaba sus objetos personales. Sin duda, el piso estaba muy bien. Era verdad que estaba lleno de polvo hasta las trancas y le hacía falta algo más de luz, pero le daría la privacidad que necesitaba para trabajar.


— Cazar bichos... -cogió una de las cajas con esfuerzo. Ahí debía de llevar las pistolas y las cargas, sí.— Conseguir recompensas... —avanzó por el pasillo, abriendo una puerta del fondo como pudo.— ... Hazte cazadora, dijeron... Será emocionante, dijeron... ¿¡Y por qué no he usado una maldita bala aún!?


Soltó la caja con pesadez sobre el suelo, produciendo un crujido en la madera del piso. Se secó las manos sudorosas en el pantalón y subió las persianas de esa sala. Aquel día, la chica llevaba unos pantalones vaqueros muy usados y una camiseta blanca con el logo de Queen, la famosa banda de música. Había recogido el pelo en una coleta, de modo que la melena rubia cenicienta no le molestaría.


Observó con aire crítico la estancia, tratando de ver cómo distribuiría los muebles. Al menos ya tenía la cama instalada en su habitación, además del sofá y la televisión. Aunque tendría que pedir alguna ayuda para colocar el escritorio e instalar el router y todas esas cosas...


— Agh, mejor será que llame a Danny y a Tom. —trotando hacia la sala principal donde estaban el feo sofá de cuadros y la televisión, cogió su teléfono móvil. Intentó llamar primero a Danny, pero no lo cogió.


"Estará ocupado". 


Danny era un chico robusto y de pelo cobrizo, que trabajaba con su padre en la tienda de útiles de pesca. Se habían hecho amigos a los siete años, un poco antes de conocer a Thomas, el hijo de los dueños de la taberna del pueblo. Ambos eran buenos chicos y junto a Cheryl, formaban el trío de oro del pueblo, inseparables desde que eran unos simples renacuajos.


Siendo sinceros, en el pueblo de Beaver apenas quedaban muchachos actualmente. A la escuela no asistirían más de treinta alumnos, y no muchos coincidían en edad. Cuando acababan la escuela y tenían edad para ir a la universidad, salían pitando del pueblo a la gran ciudad. Pero ellos tres no: ambos tenían planeado quedarse en Beaver hasta plantar el pie en la tumba. Lo malo del negocio de Cheryl, es que era muy confidencial.

[Sobrenatural] || Ala blanca, ala negraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora