CAPITULO 92: EPILOGO.

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"Una ocasión especial."

(⁠◍⁠•⁠ᴗ⁠•⁠◍⁠)⁠✧⁠*⁠。



Jungkook me ayudó a entrar en su coche. Prestó especial atención en mi traje, las flores que él me acababa de poner en los rizos, cuidadosamente peinados, y la escayola, de tan difícil manejo. Ignoró la mueca de enfado de mis labios. Se sentó en el asiento del conductor después de que me hubo instalado y recorrió el largo y estrecho camino de salida.



- ¿Cuándo tienes pensado decirme de qué va todo esto? -refunfuñé quejoso; odio las sorpresas de todo corazón, y él lo sabía.


-Me sorprende que aún no lo hayas adivinado -me lanzó una sonrisa burlona, y el aliento se me atascó en la garganta. ¿Es que nunca me iba a acostumbrar a un ser tan perfecto?


-Ya te he dicho lo guapo que estás, ¿no? -me aseguré.

-Sí.


Volvió a sonreír. Hasta ese instante, jamás le había visto vestido de negro, y el contraste con la piel pálida convertía su belleza en algo totalmente irreal. No había mucho que pudiera ocultar, me ponía nervioso incluso el hecho de que llevara un traje de etiqueta...

... Aunque no tanto como mi propio Traje, o los zapatos. En realidad, un solo zapato, porque aún tenía escayolado y protegido el otro pie. Sin duda, los zapatos de tacon, no iba a ayudarme mucho cuando intentara cojear por ahí.

-No voy a volver más a tu casa si Jimin y Jin siguen tratándome como a un Rey, como a un cobaya cada vez que venga -rezongué.


Estaba seguro de que no podía salir nada bueno de nuestras indumentarias formales. A menos que..., pero me asustaba expresar en palabras mis suposiciones, incluso pensarlas. Me distrajo entonces el timbre de un teléfono. Jungkook sacó el móvil del bolsillo interior de la chaqueta y rápidamente miró el número de la llamada entrante antes de contestar.


-Hola, Eun Jin -contestó con prevención.

- ¿Eun Jin? -pregunté con pánico.


La experiencia vivida hacía ahora ya más de dos meses había tenido sus consecuencias. Una de ellas era que me había vuelto hipersensible en mi relación con la gente que amaba.

Había intercambiado los roles naturales de madre e hijo con Boram, al menos en lo que se refería a mantener contacto con ella. Si no podía hacerlo a diario a través del correo electrónico y, aunque sabía que era innecesario pues ahora era muy feliz en Jacksonville, no
descansaba hasta llamarla y hablar con ella.


Y todos los días, cuando Eun Jin se iba a trabajar, le decía adiós con más ansiedad de la necesaria. Sin embargo, la cautela de la voz de Jungkook era harina de otro costal. Eun Jin se había puesto algo difícil desde que regresé a Forks. Mi padre había adoptado dos posturas muy
definidas respecto a mi mala experiencia. En lo que se refería a Namjoon, sentía un agradecimiento que rayaba en la adoración. Por otro lado, se obstinaba en responsabilizar a Jungkook como principal culpable porque yo no me hubiera ido de casa de no ser por él.

Y Jungkook estaba lejos de contradecirle. Durante los siguientes días fueran apareciendo reglas antes inexistentes, como toques de queda... y horarios de visita. Jungkook se ladeó para mirarme al notar la preocupación en mi voz. Su rostro estaba tranquilo, lo cual suavizó mi súbita e irracional ansiedad. A pesar de eso, sus ojos parecían tocados por alguna pena especial. Entendió el motivo de mi reacción, y siguió sintiéndose responsable de cuanto me sucedía.


Crepúsculo [Kookv]Where stories live. Discover now