CAPITULO 35

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— ¿Subes mucho a Forks? —pregunté con malicia, simulando esperar un sí porrespuesta.

Me vi como un tonto y temí que, disgustado, se diera la vuelta tras acusarme deser un farsante, pero aún parecía adulado.

—No demasiado —admitió con gesto de disgusto— pero podré ir las veces que quieraen cuanto haya terminado el coche... y tenga el carné —añadió.

— ¿Quién era ese otro chico con el que hablaba Jack? Parecía un poco viejo paraandar con nosotros —me incluí a propósito entre los más jóvenes en un intento de dejarle
claro que le prefería a él.

— Es Sam y tiene diecinueve años —me informó Hoseok.

— ¿Qué era lo que decía sobre la familia del doctor? —pregunté con toda inocencia.

— ¿Los Jeon? Se supone que no se acercan a la reserva.

Desvió la mirada hacia la Isla de James mientras confirmaba lo que creía haber oído delabios de Sam.

— ¿Por qué no?

Me devolvió la mirada y se mordió el labio.

—Vaya. Se supone que no debo decir nada.

—Oh, no se lo voy a contar a nadie. Sólo siento curiosidad.

Probé a esbozar una sonrisa tentadora al tiempo que me preguntaba si no me estaba
pasando un poco, aunque él me devolvió la sonrisa y pareció tentado. Luego enarcó una ceja ysu voz fue más ronca cuando me preguntó con tono agorero:

—¿Te gustan las historias de miedo?

—Me encantan —repliqué con entusiasmo, esforzándome para engatusarlo.

Hoseok paseó hasta un árbol cercano varado en la playa cuyas raíces sobresalían como laspatas de una gran araña blancuzca. Se apoyó levemente sobre una de las raíces retorcidasmientras me sentaba a sus pies, apoyándome sobre el tronco. Contempló las rocas. Unasonrisa pendía de las comisuras de sus labios carnosos y supe que iba a intentar hacerlo lomejor que pudiera. Me esforcé para que se notara en mis ojos el vivo interés que yo sentía.

— ¿Conoces alguna de nuestras leyendas ancestrales? —comenzó— Me refiero anuestro origen, el de los quileutes.

—En realidad, no —admití.

—Bueno, existen muchas leyendas. Se afirma que algunas se remontan al Diluvio. Supuestamente, los antiguos quileutes amarraron sus canoas a lo alto de los árboles másgrandes de las montañas para sobrevivir, igual que Noé y el arca —me sonrió para
demostrarme el poco crédito que daba a esas historias— Otra leyenda afirma quedescendemos de los lobos, y que éstos siguen siendo nuestros hermanos. La ley de la tribu
prohíbe matarlos.
»Y luego están las historias sobre los fríos.

— ¿Los fríos? —pregunté sin esconder mi curiosidad.

—Sí. Las historias de los fríos son tan antiguas como las de los lobos, y algunas sonmucho más recientes. De acuerdo con la leyenda, mi propio tatarabuelo conoció a algunos de
ellos. Fue él quien selló el trato que los mantiene alejados de nuestras tierras.

Entornó los ojos.

— ¿Tu tatarabuelo? —le animé.

—Era el jefe de la tribu, como mi padre. Ya sabes, los fríos son los enemigos naturalesde los lobos, bueno, no de los lobos en realidad, sino de los lobos que se convierten enhombres, como nuestros ancestros. Tú los llamarías licántropos.

— ¿Tienen enemigos los hombres lobo?

—Sólo uno.

Lo miré con avidez, confiando en hacer pasar mi impaciencia por admiración. Hoseokprosiguió:

—Ya sabes, los fríos han sido tradicionalmente enemigos nuestros, pero el grupo quellegó a nuestro territorio en la época de mi tatarabuelo era diferente. No cazaban como lohacían los demás y no debían de ser un peligro para la tribu, por lo que mi antepasado llegó aun acuerdo con ellos. No los delataríamos a los rostros pálidos si prometían mantenerse lejosde nuestras tierras.

Me guiñó un ojo.

—Si no eran peligrosos, ¿por qué...? —intenté comprender al tiempo que me esforzabapor ocultarle lo seriamente que me estaba tomando esta historia de fantasmas.

—Siempre existe un riesgo para los humanos que están cerca de los fríos, incluso si soncivilizados como ocurría con este clan —instiló un evidente tono de amenaza en su voz deforma deliberada— Nunca se sabe cuándo van a tener demasiada sed como para soportarla.

— ¿A qué te refieres con eso de «civilizados»?

—Sostienen que no cazan hombres. Supuestamente son capaces de sustituir a losanimales como presas en lugar de hombres.

Intenté conferir a mi voz un tono lo más casual posible.

— ¿Y cómo encajan los Jeon en todo esto? ¿Se parecen a los fríos que conoció tutatarabuelo?

—No —hizo una pausa dramática— Son los mismos.

Debió de creer que la expresión de mi rostro estaba provocada por el pánico causadopor su historia. Sonrió complacido y continuó:

—Ahora son más, otro macho y una hembra nueva, pero el resto son los mismos. Latribu ya conocía a su líder, Namjoon, en tiempos de mi antepasado. Iba y venía por estas tierrasincluso antes de que llegara tu gente.

Reprimió una sonrisa.

— ¿Y qué son? ¿Qué son los fríos?

Sonrió sombríamente.

—Bebedores de sangre —replicó con voz estremecedora— Tu gente los llamavampiros.

Permanecí contemplando el mar encrespado, no muy seguro de lo que reflejaba mirostro.

—Se te ha puesto la carne de gallina —rió encantado.

—Eres un estupendo narrador de historias —lo felicité sin apartar la vista del oleaje.

—El tema es un poco fantasioso, ¿no?
Me pregunto por qué papá no quiere quehablemos con nadie del asunto.

Aún no lograba controlar la expresión del rostro lo suficiente como para mirarle.

—No te preocupes. No te voy a delatar.

—Supongo que acabo de violar el tratado —se rió.

—Me llevaré el secreto a la tumba —le prometí, y entonces me estremecí.

—En serio, no le digas nada a Eun Jin.
Se puso muy  furioso con mi padre cuandodescubrió que algunos de nosotros no íbamos al hospital desde que el doctor Jeon comenzóa trabajar allí.

—No lo haré, por supuesto que no.

— ¿Qué? ¿Crees que somos un puñado de nativos supersticiosos? —preguntó con vozjuguetona, pero con un deje de precaución.

Yo aún no había apartado los ojos del mar, por loque me giré y le sonreí con la mayor normalidad posible.

—No. Creo que eres muy bueno contando historias de miedo. Aún tengo los pelos de punta.

—Genial.

Sonrió.















Crepúsculo [Kookv]Место, где живут истории. Откройте их для себя