CAPITULO 17: EL PRODIGIO.

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Algo había cambiado cuando abrí los ojos por la mañana.

Era la luz, algo más clara aunque siguiera teniendo el matiz gris verdoso propio de un


día nublado en el bosque.

Comprendí que faltaba la niebla que solía envolver mi ventana.

Me levanté de la cama de un salto para mirar fuera y gemí de pavor.


Una fina capa de nieve cubría el césped y el techo de mi coche, y blanqueaba el

camino, pero eso no era lo peor. Toda la lluvia del día anterior se había congelado,


recubriendo las agujas de los pinos con diseños fantásticos y hermosísimos, pero convirtiendo


la calzada en una superficie resbaladiza y mortífera.

Ya me costaba mucho no caerme cuando

el suelo estaba seco; tal vez fuera más seguro que volviera a la cama.


Eun Jin se había marchado al trabajo antes de que yo bajara las escaleras. En muchos

sentidos, vivir con él era como tener mi propia casa y me encontraba disfrutando de la soledad


en lugar de sentirme solo.


Engullí un cuenco de cereales y bebí un poco de zumo de naranja a morro. La

perspectiva de ir al instituto me emocionaba, y me asustaba saber que la causa no era el

estimulante entorno educativo que me aguardaba ni la perspectiva de ver a mis nuevos


amigos.

Si no quería engañarme, debía admitir que deseaba acudir al instituto para ver a

Jeon Jungkook, lo cual era una soberana tontería. Después de que el día anterior balbuceara como un idiota y me pusiera en ridículo,

debería evitarlo a toda costa. Además, desconfiaba de él por haberme mentido sobre sus ojos.


Aún me atemorizaba la hostilidad que emanaba de su persona, todavía se me trababa la lengua cada vez que imaginaba su rostro perfecto. Era plenamente consciente de que jugábamos en

ligas diferentes, distantes. Por todo eso, no debería estar tan ansioso por verlo.


Necesité de toda mi concentración para caminar sin matarme por la acera cubierta de

hielo en dirección a la carretera; aun así, estuve a punto de perder el equilibro cuando al fin


llegué al coche, pero conseguí agarrarme al espejo y me salvé.

Estaba claro, el día iba a ser


una pesadilla.


Mientras conducía hacia la escuela, para distraerme de mi temor a sucumbir, a

entregarme a especulaciones no deseadas sobre Jeon Jungkook, pensé en Mike y en Eric, y en

la evidente diferencia entre cómo me trataban los adolescentes del pueblo y los de Phoenix.

Tenía el mismo aspecto que en Phoenix, estaba seguro. Tal vez sólo fuera que esos chicos me

habían visto pasar lentamente por las etapas menos agraciadas de la adolescencia y aún


pensaban en mí de esa forma. O tal vez se debía a que era nuevo en un lugar donde

escaseaban las novedades.

Posiblemente, el hecho de que fuera terriblemente patoso aquí se


consideraba como algo encantador en lugar de patético, y me encasillaban en el papel de

damisela en apuros.

Fuera cual fuera la razón, me desconcertaba que Mike se comportara

como un perrito faldero y que Eric se hubiera convertido en su rival. Hubiera preferido pasar


desapercibido.


El monovolumen no parecía tener ningún problema en avanzar por la carretera

cubierta de hielo ennegrecido, pero aun así conducía muy despacio para no causar una escena

de caos en Main Street.


Cuando llegué al instituto y salí del coche, vi el motivo por el que no había tenido

percances. Un objeto plateado me llamó la atención y me dirigí a la parte trasera del


monovolumen, apoyándome en él todo el tiempo, para examinar las llantas, recubiertas por finas cadenas entrecruzadas.

Eun Jin había madrugado para poner cadenas a los neumáticos

del coche. Se me hizo un nudo en la garganta, ya que no estaba acostumbrado a que alguien

cuidara de mí, y la silenciosa preocupación de Eun Jin me pilló desprevenido.





Crepúsculo [Kookv]Where stories live. Discover now