CAPITULO 40

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Al mirar a mi alrededor comprendí que la escuela se había ido llenando de gente mientras estaba allí sentado, distraída. Todo el mundo llevaba camisetas, algunos incluso vestían shorts a pesar de que la temperatura no debería sobrepasar los doce grados. Mike se acercaba saludando con el brazo, lucía unos shorts de color caqui y una camiseta a rayas de
rugby.

Se sentó a mi lado con una sonrisa de oreja a oreja y las cuidadas puntas del pelo reluciendo a la luz del sol. Estaba tan encantado de verme que no pude evitar sentirme satisfecho.

—No me había dado cuenta antes de que tu pelo tiene reflejos rojos —comentó mientras atrapaba entre los dedos un mechón que flotaba con la ligera brisa.

—Sólo al sol.

Me sentí incómodo cuando colocó el mechón detrás de mi oreja.

—Hace un día estupendo, ¿eh?

—La clase de días que me gustan —dije mostrando mi acuerdo.

— ¿Qué hiciste ayer?

El tono de su voz era demasiado posesivo.

—Me dediqué sobre todo al trabajo de Literatura.

No añadí que lo había terminado, no era necesario parecer pagado de mí mismo. Se golpeó la frente con la base de la mano.

—Ah, sí... Hay que entregarlo el jueves, ¿verdad?

—Esto... Creo que el miércoles.

— ¿El miércoles? —Frunció el ceño— Mal asunto. ¿Sobre qué has escrito el tuyo?

—Acerca de la posible misoginia de Shakespeare en el tratamiento de los personajes femeninos.

Me contempló como si le hubiera hablado en chino.

—Supongo que voy a tener que ponerme a trabajar en eso esta noche —dijo desanimado— Te iba a preguntar si querías salir.

—Ah.

Me había pillado con la guardia bajada. ¿Por qué ya no podía mantener una conversación agradable con Mike sin que acabara volviéndose incómoda?

—Bueno, podíamos ir a cenar o algo así... Puedo trabajar más tarde.

Me sonrió lleno de esperanza.

—Mike... —odiaba que me pusieran en un aprieto— Creo que no es una buena idea.

Se le descompuso el rostro.

— ¿Por qué? —preguntó con mirada cautelosa. Mis pensamientos volaron hacia Jungkook, preguntándome si también Mike pensaba lo mismo.

—Creo, y te voy dar una buena tunda sin remordimiento alguno como repitas una sola palabra de lo que voy a decir —lo amenacé—  eso heriría los sentimientos de Jessica.

Se quedó aturdido. Era obvio que no pensaba en esa dirección de ningún modo.

— ¿Jessica?

—De verdad, Mike, ¿estás ciego?

—Vaya —exhaló claramente confuso.
Aproveché la ventaja para escabullirme.

—Es hora de entrar en clase, y no puedo llegar tarde.

Recogí los libros y los introduje en mi mochila. Caminamos en silencio hacia el edificio tres. Mike iba con expresión distraída. Esperaba que, cualesquiera que fueran los pensamientos en los que estuviera inmerso, éstos le condujeran en la dirección correcta.

Cuando vi a Jessica en Trigonometría, desbordaba entusiasmo. Ella, Ji Hee y  Jack iban a ir de compras a Port Angeles esa tarde para buscar vestidos para el baile y quería que yo también fuera, a pesar de que no necesitaba ninguno. Estaba indeciso.

Sería agradable salir del pueblo con algunas amigas, pero Jack estaría allí y quién sabía qué podía hacer esa
tarde... Pero ése era definitivamente el camino erróneo para dejar correr mi imaginación... De modo que le respondí que tal vez, explicándole que primero tenía que hablar con
Eun Jin.

No habló de otra cosa que del baile durante todo el trayecto hasta clase de Español y continuó, como si no hubiera habido interrupción alguna, cuando la clase terminó al fin, cinco
minutos más tarde de la hora, y mientras nos dirigíamos a almorzar.

Estaba demasiado perdido en el propio frenesí de mis expectativas como para comprender casi nada de lo que decía. Estaba dolorosamente ávido de ver no sólo a Jungkook sino a todos los Jeon, con el fin de poder contrastar en ellos las nuevas sospechas que llenaban mi mente. Al cruzar el umbral de la cafetería, sentí deslizarse por la espalda y anidar en mi estómago el primer ramalazo de
pánico.

¿Serían capaces de saber lo que pensaba? Luego me sobresaltó un sentimiento distinto. ¿Estaría esperándome Jungkook para sentarse conmigo otra vez? Fiel a mi costumbre, miré primero hacia la mesa de los Jeon. Un estremecimiento de pánico sacudió mi vientre al percatarme de que estaba vacía. Con menor esperanza, recorrí la cafetería con la mirada, esperando encontrarle solo, esperándome. El lugar estaba casi lleno la clase de Español nos había retrasado pero no había rastro de Jungkook ni de su familia.

El desconsuelo hizo mella en mí con una fuerza agobiante. Anduve vacilante detrás de Jessica, sin molestarme en fingir por más tiempo que la escuchaba. Habíamos llegado lo bastante tarde para que todo el mundo se hubiera sentado ya en
nuestra mesa. Esquivé la silla vacía junto a Mike a favor de otra al lado de Ji Hee.

Fui vagamente consciente de que Mike ofrecía amablemente la silla a Jessica, y de que el rostro de ésta se iluminaba como respuesta. Ji Hee me hizo unas cuantas preguntas en voz baja sobre el trabajo de Macbeth, a las que respondí con la mayor naturalidad posible mientras me hundía en las espirales de la
miseria.

También ella me invitó a acompañarlas por la tarde, y ahora acepté, agarrándome a cualquier cosa que me distrajera. Comprendí que me había aferrado al último jirón de esperanza cuando vi el asiento
contiguo vacío al entrar en Biología, y sentí una nueva oleada de desencanto. El resto del día transcurrió lentamente, con desconsuelo. En Educación física tuvimos una clase teórica sobre las reglas del bádminton, la siguiente tortura que ponían en mi camino,
pero al menos eso significó que pude estar sentado escuchando en lugar de ir dando tumbos por la pista.

Lo mejor de todo es que el entrenador no terminó, por lo que tendría otra jornada sin ejercicio al día siguiente. No importaba que me entregaran una raqueta antes de dejarme libre el resto de la clase. Me alegré de abandonar el campus. De esa forma podría poner mala cara y deprimirme antes de salir con Jessica y compañía, pero apenas había traspasado el umbral de la casa de
Eun Jin, Jessica me telefoneó para cancelar nuestros planes.

Intenté mostrarme encantado de
que Mike la hubiera invitado a cenar, aunque lo que en realidad me aliviaba era que al fin él parecía que iba a tener éxito, pero ese entusiasmo me sonó falso hasta a mí. Ella reprogramó nuestro viaje de compras a la tarde noche del día siguiente.

Aquello me dejaba con poco que hacer para distraerme. Había pescado en adobo, con una ensalada y pan que había sobrado la noche anterior, por lo que no quedaba nada que
preparar. Me mantuve concentrado en los deberes, pero los terminé a la media hora. Revisé el correo electrónico y leí los mails atrasados de mi madre, que eran cada vez más apremiantes conforme se acercaban a la actualidad. Suspiré y tecleé una rápida respuesta.

















Crepúsculo [Kookv]Where stories live. Discover now