CAPITULO 85: EL JUEGO DEL ESCONDITE.

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Todo el pavor, la desesperación y la devastación de mi corazón habían requerido menos tiempo del que había pensado. Los minutos transcurrían con mayor lentitud de lo habitual. Yoongi aún no había regresado cuando me reuní con Jimin. Me atemorizaba permanecer con
el en la misma habitación por miedo a lo que pudiera adivinar tanto como rehuirla, por el mismo motivo.

Creía que mis pensamientos torturados y volubles harían que fuera incapaz de sorprenderme por nada, pero me sorprendí de verdad cuando la vi doblarse sobre el escritorio, aferrándose al borde con ambas manos.

— ¿Jimin?

No reaccionó cuando mencioné su nombre, pero movía la cabeza de un lado a otro. Vi su rostro y la expresión vacía y aturdida de su mirada. De inmediato pensé en mi madre. ¿Era ya demasiado tarde?
Me apresuré a acudir junto a el y sin pensarlo, extendí la mano para tocar la suya.


— ¡Jimin! —exclamó Yoongi con voz temblorosa.


Este ya se hallaba a su lado, justo detrás, cubriéndole las manos con las suyas y soltando la presa que la aferraba a la mesa. Al otro lado de la sala de estar, la puerta de la habitación se cerró sola con suave chasquido.

— ¿Qué ves? —exigió saber.

El apartó el rostro de mí y lo hundió en el pecho de Yoongi.

— Tae—dijo Jimin.

—Estoy aquí —repliqué.

Aunque con una expresión ausente, Jimin giró la cabeza hasta que nuestras miradas se engarzaron. Comprendí inmediatamente que no me hablaba a mí, sino que había respondido a la pregunta de Yoongi.

— ¿Qué has visto? —inquirí.

Pero en mi voz átona e indiferente no había ninguna pregunta de verdad.
Yoongi me estudió con atención. Mantuve la expresión ausente y esperé. Estaba confuso y su mirada iba del rostro de Jimin al mío mientras sentía el caos... Yo había adivinado lo que acababa de ver Jimin. Sentí que un remanso de tranquilidad se instalaba en mi interior, y celebré la intervención de Yoongi, ya que me ayudaba a disciplinar mis emociones y mantenerlas bajo control. Jimin también se recobró y al final, con voz sosegada y convincente, contestó:

—En realidad, nada. Sólo la misma habitación de antes.


Por último, me miró con expresión dulce y retraída antes de preguntar:

— ¿Quieres desayunar?

—No, tomaré algo en el aeropuerto.


También yo me sentía muy tranquilo. Me fui al baño a darme una ducha. Por un momento creí que Yoongi había compartido conmigo su extraño poder extrasensorial, ya que
percibí la virulenta desesperación de Jimin, a pesar de que la ocultaba muy bien, desesperación porque yo saliera de la habitación y el se pudiera quedar a solas con Yoongi. De ese modo, le podría contar que se estaban equivocando, que iban a fracasar...


Me preparé metódicamente, concentrándome en cada una de las pequeñas tareas. Me solté el pelo, extendiéndolo a mí alrededor, para que me cubriera el rostro. El pacífico estado de ánimo en que Yoongi me había sumido cumplió su cometido y me ayudó a pensar con claridad y a planear. Rebusqué en mi petate hasta encontrar el calcetín lleno de dinero y lo vacié en mi monedero. Ardía en ganas de llegar al aeropuerto y estaba de buen humor cuando nos marchamos a eso de las siete de la mañana.

En esta ocasión, me senté solo en el asiento trasero mientras que Jimin reclinaba la espalda contra la puerta, con el rostro frente a Yoongi, aunque cada pocos segundos me lanzaba miradas desde detrás de sus gafas de sol.



Crepúsculo [Kookv]Where stories live. Discover now