CAPITULO 24

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Recobré la compostura e intenté ofrecerle mi sonrisa más cálida.

—Te agradezco que me lo pidas, pero ese día voy a estar en Seattle.

—Oh. Bueno, quizás la próxima vez.

—Claro —acepté, y entonces me mordí la lengua. No quería que se lo tomara al pie dela letra.

Se marchó de vuelta al instituto arrastrando los pies. Oí una débil risita.Jungkook pasó andando delante de mi coche, con la vista al frente y los labios fruncidos.Abrí la puerta con un brusco tirón, entré de un salto y la cerré con un sonoro golpe detrás demí.

  Aceleré el motor en punto muerto de forma ensordecedora y salí marcha atrás hacia elpasillo. Jungkook ya estaba en su automóvil, a dos coches de distancia, deslizándose con
suavidad delante de mí, cortándome el paso. Se detuvo ahí para esperar a su familia. Pude vera los cuatro tomar aquella dirección, aunque todavía estaban cerca de la cafetería.

Consideréseriamente la posibilidad de embestir por detrás a su flamante Volvo, pero había demasiados
testigos. Miré por el espejo retrovisor. Comenzaba a formarse una cola. Inmediatamentedetrás de mí, Tyler Crowley me saludaba con la mano desde su recién adquirido Sentra de
segunda mano. Estaba demasiado fuera de mis casillas para saludarlo.

  Oí a alguien llamar con los nudillos en el cristal de la ventana del copiloto mientraspermanecía allí sentado, mirando a cualquier parte excepto al coche que tenía delante. Al
girarme, vi a Tyler. Confuso, volví a mirar por el retrovisor. Su coche seguía en marcha con lapuerta izquierda abierta. Me incliné dentro de la cabina para bajar la ventanilla. Estaba heladohasta el tuétano. Abrí el cristal hasta la mitad y me detuve.

—Lo siento, Tyler —seguía sorprendido, ya que resultaba evidente que no era culpa mía
——El coche de los Jeon me tiene atrapado.

—Oh, lo sé. Sólo quería preguntarte algo mientras estábamos aquí bloqueados.

Esbozó una amplia sonrisa. No podía ser cierto.

— ¿Me vas a pedir que te acompañe al baile de primavera? —continuó.

—No voy a estar en el pueblo, Tyler.

Mi voz sonó un poquito cortante. Intenté recordar que no era culpa suya que Mike yEric ya hubieran colmado el vaso de mi paciencia por aquel día.

—Ya, eso me dijo Mike —admitió.

—Entonces, ¿por qué...?

Se encogió de hombros.

—Tenía la esperanza de que fuera una forma de suavizarle las calabazas.

Vale, eso era totalmente culpa suya.

—Lo siento, Tyler —repliqué mientras intentaba esconder mi irritación— pero me voyde verdad.

—Está bien. Aún nos queda el baile de fin de curso.

Caminó de vuelta a su coche antes de que pudiera responderle. Supe que mi rostroreflejaba la sorpresa. Miré hacia delante y observé a Alice, Rose, Seok Jin y Jasperdirigiéndose al Volvo. Jungkook no me quitaba el ojo de encima por el espejo retrovisor.
Resultaba evidente que se estaba partiendo de risa, como si lo hubiera escuchado todo. Estiréel pie hacia el acelerador, un golpecito no heriría a nadie, sólo rayaría el reluciente esmalte dela carrocería.

Aceleré el motor en punto muerto.
Pero ya habían entrado los cuatro y Jungkook se alejaba a toda velocidad. Regresé a casaconduciendo despacio y con precaución, sin dejar de hablar para mí mismo todo el camino.

Al llegar, decidí hacer enchiladas de pollo para cenar. Era un plato laborioso que memantendría ocupado. El teléfono sonó mientras cocía a fuego lento las cebollas y los chiles.Casi no me atrevía a contestar, pero podían ser mamá o Eun Jin.
Era Jessica, que estaba exultante.


Mike la había alcanzado después de clase para aceptarla invitación. Lo celebré con ella durante unos instantes mientras removía la comida. Jessica debía colgar, ya que quería telefonear a Ji Hee y a Jack para decírselo. Le sugerí por
«casualidad» que quizás Ji Hee, la chica tímida que iba a Biología conmigo, se lo podía pedir
a Eric.

Y Jack, un estirado que me ignoraba durante el almuerzo, se lo podía pedir a Tyler; tenía entendido que estaba disponible. Jess pensó que era una gran idea. De hecho, ahora que tenía seguro a Mike, sonó sincera cuando dijo que deseaba que fuera al baile. Le mencioné el pretexto del viaje a Seattle.


  Después de colgar, intenté concentrarme en la cocina, sobre todo al cortar el pollo. No me apetecía hacer otro viaje a urgencias. Pero la cabeza me daba vueltas de tanto analizar cada palabra que hoy había pronunciado Jungkook. ¿A qué se refería con que era mejor que no
fuéramos amigos?


Sentí un retortijón en el estómago cuando comprendí el significado. Debía de haber visto cuánto me obsesionaba y no quería darme esperanzas, por lo que no podíamos siquiera ser amigos. ... porque él no estaba nada interesado en mí.


Naturalmente que no le interesaba, pensé con enfado mientras me lloraban los ojos reacción provocada por las cebollas Yo no era interesante y él sí. Interesante... y brillante,
misterioso, perfecto..., y guapo, y posiblemente capaz de levantar una furgoneta con una sola mano. Vale, de acuerdo. Podía dejarle tranquilo. Le dejaría solo.

  Soportaría la sentencia que
me había impuesto a mí mismo aquí, en el purgatorio; luego, si Dios quería, alguna universidad del sudeste, o tal vez Hawai, me ofrecería una beca. Concentré la mente en playas soleadas y palmeras mientras terminaba las enchiladas y las metía en el horno.


Eun Jin parecía receloso cuando percibió el aroma a pimientos verdes al llegar a casa. No lo podía culpar, la comida mexicana comestible más cercana se encontraba probablemente al sur de California. Pero era un poli, aunque fuera en aquel pequeño pueblecito, de modo que tuvo suficientes redaños para tomar el primer bocado. Pareció gustarle. Resultaba divertido
comprobar lo despacio que empezaba a confiar en mí en los asuntos culinarios. Cuando estaba
a punto de acabar, le pregunté:
— ¿Papá?

— ¿Sí?

—Esto... Quería que supieras que voy a ir a Seattle el sábado de la semana que viene... si te parece bien.


No le pedí permiso, era sentar un mal precedente, pero me sentí maleducado. Intenté arreglarlo con ese fin de frase.

— ¿Por qué?

Parecía sorprendido, como si fuera incapaz de imaginar algo que Forks no pudiera ofrecer.


—Bueno, quiero conseguir algunos libros porque la librería local es bastante pequeña, y tal vez mire algo de ropa.


Tenía más dinero del habitual, ya que no había tenido que pagar el coche gracias a Eun Jin, aunque me dejaba un buen pellizco en las gasolineras.


—Lo más probable es que el monovolumen consuma mucha gasolina —apuntó, haciéndose eco de mis pensamientos.


—Lo sé. Pararé en Montessano y Olympia, y en Tacorna si fuera necesario.

— ¿Vas a ir tú solo? —preguntó. No sabía si sospechaba que tenía un novio secreto o si se preocupaba por el tema del coche.

—Sí.

—Seattle es una ciudad muy grande, te podrías perder —señaló preocupado.

—Papá, Phoenix es cinco veces más grande que Seattle y sé leer un mapa, no te preocupes.


— ¿No quieres que te acompañe?




Crepúsculo [Kookv]Where stories live. Discover now