CAPITULO 37: PESADILLA.

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Le dije a Eun Jin que tenía un montón de deberes pendientes y ningún apetito. Había unpartido de baloncesto que lo tenía entusiasmado, aunque, por supuesto, yo no tenía ni idea depor qué era especial, así que no se percató de nada inusual en mi rostro o en mi voz.

Una vez en mi habitación, cerré la puerta. Registré el escritorio hasta encontrar misviejos cascos y los conecté a mi pequeño reproductor de CD. Elegí un disco que Kai me había
regalado por Navidad. Era uno de sus grupos predilectos, aunque, para mi gusto, gritabandemasiado y abusaba un poco del bajo.

Lo introduje en el reproductor y me tendí en la cama.Me puse los auriculares, pulsé el botón play y subí el volumen hasta que me dolieron losoídos. Cerré los ojos, pero la luz aún me molestaba, por lo que me puse una almohada encimadel rostro. Me concentré con mucha atención en la música, intentando comprender las letras,desenredarlas entre el complicado golpeteo de la batería.

La tercera vez que escuché el CD
entero, me sabía al menos la letra entera de los estribillos. Me sorprendió descubrir que,después de todo, una vez que conseguí superar el ruido atronador, el grupo me gustaba. Teníaque volver a darle las gracias a Kai.

Y funcionó.

Los demoledores golpes me impedían pensar, que era el objetivo final del
asunto. Escuché el CD una y otra vez hasta que canté de cabo a rabo todas las canciones y alfin me dormí.

Abrí los ojos en un lugar conocido. En un rincón de mi conciencia sabía que estabasoñando. Reconocí el verde fulgor del bosque y oí las olas batiendo las rocas en algún lugar
cercano. Sabía que podría ver el sol si encontraba el océano. Intenté seguir el sonido del mar,pero entonces Jung Hoseok estaba allí, tiraba de mi mano, haciéndome retroceder hacia la
parte más sombría del bosque.

— ¿Hoseok? ¿Qué pasa? —pregunté.

Había pánico en su rostro mientras tiraba de mí contodas sus fuerzas para vencer mi resistencia, pero yo no quería entrar en la negrura.

— ¡Corre, Tae, tienes que correr! —susurró aterrado.

— ¡Por aquí, Tae! ——reconocí la voz que me llamaba desde el lúgubre corazón delbosque; era la de Mike, aunque no podía verlo.

— ¿Por qué? —pregunté mientras seguía resistiéndome a la sujeción de Hoseok,desesperado por encontrar el sol.

Pero Hoseok, que de repente se convulsionó, soltó mi mano y profirió un grito para luegocaer sobre el suelo del bosque oscuro. Se retorció bruscamente sobre la tierra mientras yo locontemplaba aterrado.

— ¡Hoseok! —chillé.

Pero él había desaparecido y lo había sustituido un gran lobo de ojos negros y pelaje decolor marrón rojizo. El lobo me dio la espalda y se alejó, encaminándose hacia la costa con el
pelo del dorso erizado, gruñendo por lo bajo y enseñando los colmillos.

— ¡Corre, Tae! —volvió a gritar Mike a mis espaldas, pero no me di la vuelta.

Estabacontemplando una luz que venía hacia mí desde la playa.

Y en ese momento Jungkook apareció caminando muy deprisa de entre los árboles, con lapiel brillando tenuemente y los ojos negros, peligrosos. Alzó una mano y me hizo señas paraque me acercara a él. El lobo gruñó a mis pies.

Di un paso adelante, hacia Jungkook. Entonces, él sonrió. Tenía dientes afilados ypuntiagudos.

—Confía en mí —ronroneó.

Avancé un paso más.

El lobo recorrió de un salto el espacio que mediaba entre el vampiro y yo, buscando layugular con los colmillos.

— ¡No! —grité, levantando de un empujón la ropa de la cama.

El repentino movimiento hizo que los cascos tiraran el reproductor de CD de encima dela mesilla. Resonó sobre el suelo de madera.La luz seguía encendida. Totalmente vestida y con los zapatos puestos, me senté sobre
la cama. Desorientado, eché un vistazo al reloj de la cómoda. Eran las cinco y media de lamadrugada.

Gemí, me dejé caer de espaldas y rodé de frente. Me quité las botas a puntapiés, aunqueme sentía demasiado incómodo para conseguir dormirme. Volví a dar otra vuelta y desabotonélos vaqueros, sacándomelos a tirones mientras intentaba permanecer en posición horizontal.

Sentía la trenza del pelo en la parte posterior de la cabeza, por lo que me ladeé, solté la gomay la deshice rápidamente con los dedos. Me puse la almohada encima de los ojos.No sirvió de nada, por supuesto. Mi subconsciente había sacado a relucir exactamentelas imágenes que había intentado evitar con tanta desesperación.

Ahora iba a tener queenfrentarme a ellas.Me incorporé, la cabeza me dio vueltas durante un minuto mientras la circulación fluíahacia abajo. Lo primero es lo primero, me dije a mí mismo, feliz de retrasar el asunto lo
máximo posible. Tomé mi neceser.
Sin embargo, la ducha no duró tanto como yo esperaba.

Pronto no tuve nada que haceren el cuarto de baño, incluso a pesar de haberme tomado mi tiempo para secarme el pelo conel secador. Crucé las escaleras de vuelta a mi habitación envuelto en una toalla. No sabía si
Eun Jin aún dormía o si se había marchado ya. Fui a la ventana a echar un vistazo y vi que elcoche patrulla no estaba. Se había ido a pescar otra vez.

Me puse lentamente el chándal más cómodo que tenía y luego arreglé la cama, algo queno hacía jamás. Ya no podía aplazarlo más, por lo que me dirigí al escritorio y encendí el viejo
ordenador.Odiaba utilizar Internet en Forks. El módem estaba muy anticuado, tenía un serviciogratuito muy inferior al de Phoenix, de modo que, viendo que tardaba tanto en conectarse,decidí servirme un cuenco de cereales entretanto.

Comí despacio, masticando cada bocado con lentitud. Al terminar, lavé el cuenco y lacuchara, los sequé y los guardé. Arrastré los pies escaleras arriba y lo primero de todo recogí
del suelo el reproductor de CD y lo situé en el mismo centro de la mesa.

Desconecté loscascos y los guardé en un cajón del escritorio. Luego volví a poner el mismo disco a unvolumen lo bastante bajo para que sólo fuera música de fondo.Me volví hacia el ordenador con otro suspiro. La pantalla estaba llena de popups de
anuncios y comencé a cerrar todas las ventanitas.

Al final me fui a mi buscador favorito, cerréunos cuantos popups más, y tecleé una única palabra.
Vampiro.Fue de una lentitud que me sacó de quicio, por supuesto. Había mucho que cribarcuando aparecieron los resultados. Todo cuanto concernía a películas, series televisivas,juegos de rol, música underground y compañías de productos cosméticos góticos.

Entoncesencontré un sitio prometedor: «Vampiros, de la A a la Z». Esperé con impaciencia a que el
navegador cargara la página, haciendo clic rápidamente en cada anuncio que surgía en lapantalla para cerrarlo. Finalmente, la pantalla estuvo completa: era una página simple confondo blanco y texto negro, de aspecto académico. La página de inicio me recibió con dos
citas.






























Crepúsculo [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora