CAPITULO 79: DESPEDIDAS .

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Eun Jin me esperaba levantado y con todas las luces de la casa encendidas. Me quedé con la mente en blanco mientras pensaba en algo para que me dejara marcharme. No iba a
resultar agradable. Jungkook aparcó despacio junto al bordillo, a bastante distancia detrás de mi automóvil.
Los tres estaban sumamente alertas, sentados muy erguidos en sus asientos; escuchaban cada sonido del bosque, escrutaban cada sombra, captaban cada olor, todo en busca de cualquier cosa que estuviera fuera de lugar. El motor se paró y me quedé sentado, inmóvil, mientras
continuaban a la escucha.



—No está aquí —anunció Jungkook muy tenso— Vamos.


Jong-Suk se inclinó para ayudarme a salir del arnés.


—No te preocupes, Tae —susurró con jovialidad— Solucionaremos las cosas lo antes posible.


Sentí que se me humedecían los ojos mientras miraba a Jong-Suk. Apenas le conocía y, sin embargo, me angustiaba el hecho de no saber si lo volvería a ver después de esta noche.
Esto, sin duda, era un aperitivo de las despedidas a las que debería sobrevivir durante la próxima hora, y ese pensamiento hizo que se desbordaran las lágrimas de mis ojos.



— Jimin,  Jong Suk—espetó Jungkook con autoridad. Ambos se deslizaron en la oscuridad en el más completo silencio y desaparecieron de inmediato. Jungkook me abrió la puerta y me tomó de la mano, amparándome en su abrazo protector. Me acompañó rápidamente hacia la
casa sin dejar de escrutar la noche.



—Quince minutos —me advirtió en voz baja.



—Puedo hacerlo —inhalé. Las lágrimas me habían inspirado.
Me detuve delante del porche y tomé su rostro entre las manos, mirándole con ferocidad a los ojos.


—Te quiero —le dije con voz baja e intensa— siempre te amaré, no importa lo que pase ahora.



—No te va a pasar nada, Tae —me respondió con igual ferocidad.


—Sólo te pido que sigas el plan, ¿vale? Mantén a Eun Jin a salvo por mí. No le voy a caer muy bien después de esto, y quiero tener la oportunidad de disculparme en otro momento.




—Entra, Tae, tenemos prisa —me urgió.


—Una cosa más —susurré apasionadamente— No hagas caso a nada de lo que me oigas decir ahora.


Jungkook estaba inclinado, por lo que sólo tuve que ponerme de puntillas para besar sus labios fríos, desprevenidos, con toda la fuerza de la que fui capaz. Entonces, rápidamente me di la vuelta y abrí la puerta de una patada.



— ¡Vete, Jungkook! —le grité.


Eché a correr hacia el interior de la casa después de cerrarle la puerta de golpe en la cara, aún atónito.


— ¿Tae?

Eun Jin deambulaba de aquí para allá en el cuarto de estar, por lo que ya estaba de pie cuando entré.



— ¡Déjame en paz! —le chillé entre lágrimas, que caían ahora implacablemente.

Corrí escaleras arriba hasta mi habitación, cerré la puerta de golpe y eché el cestillo. Me abalancé hacia la cama y me arrojé al suelo para sacar mi petate. Busqué precipitadamente
entre el colchón y el somier para recoger el viejo calcetín anudado en el que escondía mi reserva secreta de dinero. Eun Jin aporreó la puerta.



— Tae, ¿te encuentras bien? —su voz sonaba asustada— ¿Qué está pasando?



—Me voy a casa —grité; la voz se me quebró en el punto exacto.


Crepúsculo [Kookv]Where stories live. Discover now