Crepúsculo [Kookv]

CAPITULO 20

— ¿Bueno, cuál es el diagnóstico?

—No me pasa nada, pero no me dejan marcharme —me quejé—. ¿Por qué no te han atado a una camilla como a nosotros?

—Tengo enchufe —respondió—, pero no te preocupes, voy a liberarte.

Entonces entró un doctor y me quedé boquiabierta. Era joven, rubio y más guapo que cualquier estrella de cine, aunque estaba pálido y ojeroso; se le notaba cansado. A tenor de lo que me había dicho Eun Jin, ése debía de ser el padre de Jungkook.
—Bueno, señorito Kim  —dijo el doctor Jeon con una voz marcadamente seductora
—, ¿cómo se encuentra?

—Estoy bien —repetí, ojala fuera por última vez.

Se dirigió hacia la mesa de luz vertical de la pared y la encendió.

—Las radiografías son buenas —dijo—. ¿Le duele la cabeza? Jungkook me ha dicho que se dio un golpe bastante fuerte.

—Estoy perfectamente —repetí con un suspiro mientras lanzaba una rápida mirada de enojo a Jungkook.
El médico me examinó la cabeza con sus fríos dedos. Se percató cuando esbocé un gesto de dolor.

— ¿Le duele? —preguntó.

—No mucho.

Había tenido jaquecas peores. Oí una risita, busqué a Jungkook con la mirada y vi su sonrisa condescendiente. Entrecerré los ojos con rabia.

—De acuerdo, su padre se encuentra en la sala de espera. Se puede ir a casa con él, pero debe regresar rápidamente si siente mareos o algún trastorno de visión.

— ¿No puedo ir a la escuela? —inquirí al imaginarme los intentos de Eun Jin por ser atento.

—Hoy debería tomarse las cosas con calma.

Fulminé a Jungkook con la mirada.

— ¿Puede él ir a la escuela?

—Alguien ha de darles la buena nueva de que hemos sobrevivido —dijo con
suficiencia.

—En realidad —le corrigió el doctor Jeon — parece que la mayoría de los
estudiantes están en la sala de espera.

— ¡Oh, no! —gemí, cubriéndome el rostro con las manos.

El doctor Jeon enarcó las cejas.

— ¿Quiere quedarse aquí?

— ¡No, no! —insistí al tiempo que sacaba las piernas por el borde de la camilla y me levantaba con prisa, con demasiada prisa, porque me tambaleé y el doctor Jeon me sostuvo. Parecía preocupado.

—Me encuentro bien —volví a asegurarle. No merecía la pena explicarle que mi falta de equilibrio no tenía nada que ver con el golpe en la cabeza.

—Tome unas pastillas de Tylenol contra el dolor —sugirió mientras me sujetaba.

—No me duele mucho —insistí.

—Parece que ha tenido muchísima suerte —dijo con una sonrisa mientras firmaba mi informe con una fioritura.

—La suerte fue que Edward estuviera a mi lado —le corregí mirando con dureza al objeto de mi declaración.

—Ah, sí, bueno —musitó el doctor Jeon, súbitamente ocupado con los papeles que tenía delante.

Después, miró a Tyler y se marchó a la cama contigua. Tuve la intuición de que el doctor estaba al tanto de todo.

—Lamento decirle que usted se va a tener que quedar con nosotros un poquito más — le dijo a Tyler, y empezó a examinar sus heridas.

Me acerqué a Jungkook en cuanto el doctor me dio la espalda.

— ¿Puedo hablar contigo un momento? —murmuré muy bajo. Se apartó un paso de mí, con la mandíbula tensa.

—Tu padre te espera —dijo entre dientes.

Miré al doctor Jeon y a Tyler, e insistí:
—Quiero hablar contigo a solas, si no te importa.

Me miró con ira, me dio la espalda y anduvo a trancos por la gran sala. Casi tuve que correr para seguirlo, pero se volvió para hacerme frente tan pronto como nos metimos en un
pequeño corredor.

— ¿Qué quieres? —preguntó molesto.

Su mirada era glacial y su hostilidad me intimidó, hablé con más severidad de la que pretendía.

—Me debes una explicación —le recordé.

——Te salvé la vida. No te debo nada.

Retrocedí ante el resentimiento de su tono.

—Me lo prometiste.

— Tae, te diste un fuerte golpe en la cabeza, no sabes de qué hablas.

Lo dijo de forma cortante. Me enfadé y le miré con gesto desafiante.

—No me pasaba nada en la cabeza.

Me devolvió la mirada de desafío.

— ¿Qué quieres de mí, Tae?

—Quiero saber la verdad —dije— Quiero saber por qué miento por ti.

— ¿Qué crees que pasó? —preguntó bruscamente.

—Todo lo que sé —le contesté de forma atropellada— es que no estabas cerca de mí, en absoluto, y Tyler tampoco te vio, de modo que no me vengas con eso de que me he dado
un golpe muy fuerte en la cabeza. La furgoneta iba a matarnos, pero no lo hizo. Tus manos dejaron abolladuras tanto en la carrocería de la furgoneta como en el coche marrón, pero has
salido ileso. Y luego la sujetaste cuando me iba a aplastar las piernas...

Me di cuenta de que parecía una locura y fui incapaz de continuar. Sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas de pura rabia. Rechiné los dientes para intentar contenerlas.
Jungkook me miró con incredulidad, pero su rostro estaba tenso y permanecía a la defensiva.

— ¿Crees que aparté a pulso una furgoneta?

Su voz cuestionaba mi cordura, pero sólo sirvió para alimentar más mis sospechas, ya que parecía la típica frase perfecta que pronuncia un actor consumado. Apreté la mandíbula y
me limité a asentir con la cabeza.

—Nadie te va a creer, ya lo sabes.

Su voz contenía una nota de burla y desdén.

—No se lo voy a decir a nadie.

Hablé despacio, pronunciando lentamente cada palabra, controlando mi enfado con cuidado. La sorpresa recorrió su rostro.

—Entonces, ¿qué importa?