CAPITULO 32: CUENTOS DE MIEDO.

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En realidad, cuando me senté en mi habitación e intenté concentrarme en la lectura deltercer acto de Macbeth, estaba atento a ver si oía el motor de mi coche. Pensaba que podría
escuchar el rugido del motor por encima del tamborileo de la lluvia, pero, cuando aparté lacortina para mirar de nuevo, apareció allí de repente.

No esperaba el viernes con especial interés, sólo consistía en reasumir mi vida sinexpectativas. Hubo unos pocos comentarios, por supuesto. Jessica parecía tener un interés
especial por comentar el tema, pero, por fortuna, Mike había mantenido el pico cerrado ynadie parecía saber nada de la participación de Jungkook. No obstante, Jessica me formuló un
montón de preguntas acerca de mi almuerzo y en clase de Trigonometría me dijo:

— ¿Qué quería ayer Jeon Jungkook?

—No lo sé —respondí con sinceridad—En realidad, no fue al grano.

—Parecías como enfadado —comentó a ver si me sonsacaba algo.

— ¿Sí? — mantuve el rostro inexpresivo.

—Ya sabes, nunca antes lo había visto sentarse con nadie que no fuera su familia. Eraextraño.

—Extraño en verdad —coincidí.

Parecía asombrada. Se alisó sus rizos oscuros con impaciencia. Supuse que esperabaescuchar cualquier cosa que le pareciera una buena historia que contar.Lo peor del viernes fue que, a pesar de saber que él no iba a estar presente, aúnalbergaba esperanzas. Cuando entré en la cafetería en compañía de Jessica y Mike, no pudeevitar mirar la mesa en la que Ji Eun, Jimin y Yongi se sentaban a hablar con las cabezas
juntas.

No pude contener la melancolía que me abrumó al comprender que no sabía cuántotiempo tendría que esperar antes de volverlo a ver.En mi mesa de siempre no hacían más que hablar de los planes para el día siguiente.

Mike volvía a estar animado, depositaba mucha fe en el hombre del tiempo, que vaticinabasol para el sábado. Tenía que verlo para creerlo, pero hoy hacía más calor, casi doce grados.Puede que la excursión no fuera del todo espantosa.Intercepté unas cuantas miradas poco amistosas por parte de Jack durante el
almuerzo, hecho que no comprendí hasta que salimos juntos del comedor. Estaba justo detrásde el, a un solo pie de su pelo rubio, lacio y brillante, y no se dio cuenta, desde luego,cuando oí que le murmuraba a Mike:

—No sé por qué Tae —sonrió con desprecio al pronunciar mi nombre— no se sientacon los Jeon de ahora en adelante.

Hasta ese momento no me había percatado de la voz tan nasal y estridente que tenía, yme sorprendió la malicia que destilaba. En realidad, no lo conocía muy bien; sin duda, no losuficiente para que me detestara... o eso había pensado.

—Es mi amiga, se sienta con nosotros —le replicó en susurros Mike, con mucha lealtad,pero también de forma un poquito posesiva.

Me detuve para permitir que Jessica y Ji Hee seadelantaran. No quería oír nada más.Durante la cena de aquella noche, Eun Jin parecía entusiasmado por mi viaje a La Pushdel día siguiente. Sospecho que se sentía culpable por dejarme solo en casa los fines desemana, pero había pasado demasiados años forjando unos hábitos para romperlos ahora.
Conocía los nombres de todos los chicos que iban, por supuesto, y los de sus padres y, probablemente, también los de sus tatarabuelos.

Parecía aprobar la excursión. Me pregunté siaprobaría mi plan de ir en coche a Seattle con Jeon Jungkook. Tampoco se lo iba a decir.

—Papá —pregunté como por casualidad— ¿conoces un lugar llamado Goat Rocks, oalgo parecido? Creo que está al sur del monte Rainier.

—Sí... ¿Por qué?

Me encogí de hombros.

—Algunos chicos comentaron la posibilidad de acampar allí.

—No es buen lugar para acampar —parecía sorprendido— Hay demasiados osos. Lamayoría de la gente acude allí durante la temporada de caza.

—Oh —murmuré— tal vez haya entendido mal el nombre.

Pretendía dormir hasta tarde, pero un insólito brillo me despertó. Abrí los ojos y vientrar a chorros por la ventana una límpida luz amarilla. No me lo podía creer. Me apresuré a
ir a la ventana para comprobarlo, y efectivamente, allí estaba el sol.

Ocupaba un lugarequivocado en el cielo, demasiado bajo, y no parecía tan cercano como de costumbre, pero erael sol, sin duda. Las nubes se congregaban en el horizonte, pero en el medio del cielo se veíauna gran área azul. Me demoré en la ventana todo lo que pude, temeroso de que el azul delcielo volviera a desaparecer en cuanto me fuera.

La tienda de artículos deportivos olímpicos de Newton se situaba al extremo norte delpueblo. La había visto con anterioridad, pero nunca me había detenido allí al no necesitar
ningún artículo para estar al aire libre durante mucho tiempo. En el aparcamiento reconocí el
Suburban de Mike y el Sentra de Tyler.

Vi al grupo alrededor de la parte delantera delSuburban mientras aparcaba junto a ambos vehículos. Eric estaba allí en compañía de otros
dos chicos con los que compartía clases; estaba casi seguro de que se llamaban Ben y Conner.

Jess también estaba, flanqueada por  Ji Hee y Jack. Los acompañaban otras tres chicas,incluyendo una a la que recordaba haberle caído encima durante la clase de gimnasia del
viernes. Esta me dirigió una mirada asesina cuando bajé del coche, y le susurró algo a Jack,que se sacudió la dorada melena y me miró con desdén.De modo que aquél iba a ser uno de esos días.Al menos Mike se alegraba de verme.

— ¡Has venido! —gritó encantado— ¿No te dije que hoy iba a ser un día soleado?

—Y yo te dije que iba a venir —le recordé.

—Sólo nos queda esperar a Lee y a Samantha, a menos que tú hayas invitado a alguien—agregó.

—No —mentí con desenvoltura mientras esperaba que no me descubriera y deseando al
mismo tiempo que ocurriese un milagro y apareciera Jungkook.Mike pareció satisfecho.

— ¿Montarás en mi coche? Es eso o la minifurgoneta de la madre de Lee.

—Claro.

Sonrió gozoso. ¡Qué fácil era hacer feliz a Mike!

—Podrás sentarte junto a la ventanilla —me prometió.

Oculté mi mortificación. Noresultaba tan sencillo hacer felices a Mike y a Jessica al mismo tiempo. Ya la veía mirándonos. ceñuda.

Crepúsculo [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora