CAPITULO 49: INTERROGATORIOS.

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  A la mañana siguiente resultó muy difícil discutir con esa parte de mí que estabaconvencida de que la noche pasada había sido un sueño. Ni la lógica ni el sentido comúnestaban de mi lado. Me aferraba a las partes que no podían ser de mi invención, como el olorde Jungkook. Estaba seguro de que algo así jamás hubiera sido producto de mis propios sueños.

En el exterior, el día era brumoso y oscuro. Perfecto. Jungkook no tenía razón alguna parano asistir a clase hoy. Me vestí con ropa de mucho abrigo al recordar que no tenía la cazadora,otra prueba de que mis recuerdos eran reales.Al bajar las escaleras, descubrí que Eun Jin ya se había ido. Era más tarde de lo que
creía. Devoré en tres bocados una barra de muesli acompañada de leche, que bebí a morro delcartón, y salí a toda prisa por la puerta.


Con un poco de suerte, no empezaría a llover hastaque hubiera encontrado a Jessica.Había más niebla de lo acostumbrado, el aire parecía impregnado de humo. Su contactoera gélido cuando se enroscaba a la piel expuesta del cuello y el rostro. No veía el momento
de llegar al calor de mi vehículo. La neblina era tan densa que hasta que no estuve a pocosmetros de la carretera no me percaté de que en ella había un coche, un coche plateado.

Micorazón latió despacio, vaciló y luego reanudó su ritmo a toda velocidad.No vi de dónde había llegado, pero de repente estaba ahí, con la puerta abierta para mí.

— ¿Quieres dar una vuelta conmigo hoy? —preguntó, divertido por mi expresión,sorprendiéndome aún desprevenido.

Percibí incertidumbre en su voz. Me daba a elegir de verdad, era libre de rehusar y unaparte de él lo esperaba. Era una esperanza vana.

—Sí, gracias —acepté e intenté hablar con voz tranquila.

Al entrar en el caluroso interior del coche me di cuenta de que su cazadora color canelacolgaba del reposacabezas del asiento del pasajero. Cerró la puerta detrás de mí y, antes de loque era posible imaginar, se sentó a mi lado y arrancó el motor.

—He traído la cazadora para ti. No quiero que vayas a enfermar ni nada por el estilo.

Hablaba con cautela. Me di cuenta de que él mismo no llevaba cazadora, sólo unacamiseta gris de manga larga con cuello de pico. De nuevo, el tejido se adhería a su pecho musculoso. El que apartara la mirada de aquel cuerpo fue un colosal tributo a su rostro.

—No soy tan delicado —dije, pero me puse la cazadora sobre el vientre e introduje losbrazos en las mangas, demasiado largas, con la curiosidad de comprobar si el aroma podía ser
tan bueno como lo recordaba. Era mejor.

— ¿Ah, no? —me contradijo en voz tan baja que no estuve seguro de si quería que looyera.



El vehículo avanzó a toda velocidad entre las calles cubiertas por los jirones de niebla.Me sentía cohibido. De hecho, lo estaba. La noche pasada todas las defensas estaban bajas...
casi todas. No sabía si seguíamos siendo tan candidos hoy. Me mordí la lengua y esperé a quehablara él.
Se volvió y me sonrió burlón.

— ¿Qué? ¿No tienes veinte preguntas para hoy?

— ¿Te molestan mis preguntas? —pregunté, aliviado.

—No tanto como tus reacciones.

Parecía bromear, pero no estaba seguro. Fruncí el ceño.

— ¿Reaccioné mal?

—No. Ese es el problema. Te lo tomaste todo demasiado bien, no es natural. Eso mehace preguntarme qué piensas en realidad.


—Siempre te digo lo que pienso de verdad.

—Lo censuras —me acusó.

—No demasiado.

—Lo suficiente para volverme loco.

—No quieres oírlo —mascullé casi en un susurro.


En cuanto pronuncié esas palabras, me arrepentí de haberlo hecho. El dolor de mi vozera muy débil. Sólo podía esperar que él no lo hubiera notado.No me respondió, por lo que me pregunté si le había hecho enfadar. Su rostro era
inescrutable mientras entrábamos en el aparcamiento del instituto. Ya tarde, se me ocurrióalgo.


— ¿Dónde están tus hermanos? —pregunté, muy contento. de estar a solas con él, perorecordando que habitualmente ese coche iba lleno.


—Han ido en el coche de Ji Eun—se encogió de hombros mientras aparcaba junto aun reluciente descapotable rojo con la capota levantada— Ostentoso, ¿verdad?


—Eh... ¡Caramba! —musité— Si ella tiene esto, ¿por qué viene contigo?



—Como te he dicho, es ostentoso.



Intentamos no desentonar.



—No tenéis éxito. —Me reí y sacudí la cabeza mientras salíamos del coche.
Ya no llegábamos tarde; su alocada conducción me había traído a la escuela con tiempo de sobra—
Entonces, ¿por qué ha conducido Ji Eun hoy si es más ostentoso?




— ¿No lo has notado? Ahora, estoy rompiendo todas las reglas.



Se reunió conmigo delante del coche y permaneció muy cerca de mí mientras caminábamos hacia el campus. Quería acortar esa pequeña distancia, extender la mano y
tocarle, pero temía que no fuera de su agrado.


— ¿Por qué todos vosotros tenéis coches como ésos si queréis pasar desapercibidos? — me pregunté en voz alta.



—Un lujo —admitió con una sonrisa traviesa— A todos nos gusta conducir deprisa.


—Me cuadra —musité.

Con los ojos a punto de salirse de sus órbitas, Jessica estaba esperando debajo del saliente del tejado de la cafetería. Sobre su brazo, bendita sea, estaba mi cazadora.


—Eh, Jessica —dije cuando estuvimos a pocos pasos— Gracias por acordarte.

Me la entregó sin decir nada.

—Buenos días, Jessica —la saludó amablemente Jungkook. No tenía la culpa de que su voz fuera tan irresistible ni de lo que sus ojos eran capaces de obrar.

—Eh... Hola —posó sus ojos sobre mí, intentando reunir sus pensamientos dispersos— Supongo que te veré en Trigonometría.

Me dirigió una mirada elocuente y reprimí un suspiro. ¿Qué demonios iba a decirle?

—Sí, allí nos vemos.


Se alejó, deteniéndose dos veces para mirarnos por encima del hombro.


— ¿Qué le vas a contar? —murmuró Jungkook.


— ¡Eh! ¡Creía que no podías leerme la mente! —susurré.



—No puedo —dijo, sobresaltado. La comprensión relució en los ojos de Jungkook— pero puedo leer la suya. Te va a tender una emboscada en clase.


Gemí mientras me quitaba su cazadora y se la entregaba para reemplazarla por la mía. La dobló sobre su brazo.


—Bueno, ¿qué le vas a decir?







Crepúsculo [Kookv]Where stories live. Discover now