CAPITULO 60: CONFECCIONES.

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  A la luz del sol, Jungkook resultaba chocante. No me hubiera acostumbrado ni aunque lo
hubiera estado mirando toda la tarde. A pesar de un tenue rubor, producido a raíz de su salida de caza durante la tarde del día anterior, su piel centelleaba literalmente como si tuviera miles de nimios diamantes incrustados en ella. Yacía completamente inmóvil en la hierba, con la camiseta abierta sobre su escultural pecho incandescente y los brazos desnudos centelleando
al sol. Mantenía cerrados los deslumbrantes párpados de suave azul lavanda, aunque no dormía, por supuesto.



Parecía una estatua perfecta, tallada en algún tipo de piedra ignota, lisa
como el mármol, reluciente como el cristal. Movía los labios de vez en cuando con tal rapidez que parecían temblar, pero me dijo que estaba cantando para sí mismo cuando le pregunté al respecto. Lo hacía en voz demasiado baja para que lo oyera.
También yo disfruté del sol, aunque el aire no era lo bastante seco para mi gusto. Me hubiera gustado recostarme como él y dejar que el sol bañara mi cara, pero permanecí
avovillado, con el mentón descansando sobre las rodillas, poco dispuesto a apartar la vista de
él.



Soplaba una brisa suave que enredaba mis cabellos y alborotaba la hierba que se mecía alrededor de su figura inmóvil. La pradera, que en un principio me había parecido espectacular, palidecía al lado de la
magnificencia de Jungkook. Siempre con miedo, incluso ahora, a que desapareciera como un espejismo demasiado hermoso para ser real, extendí un dedo con indecisión y acaricié el dorso de su mano
reluciente, que descansaba sobre el césped al alcance de la mía. Otra vez me maravillé de la textura perfecta de suave satén, fría como la piedra. Cuando alcé la vista, había abierto los ojos y me miraba. Una rápida sonrisa curvó las comisuras de sus labios sin mácula.



— ¿No te asusto? —preguntó con despreocupación, aunque identifiqué una curiosidad real en el tono de su suave voz.



—No más que de costumbre.


Su sonrisa se hizo más amplia y sus dientes refulgieron al sol. Poco a poco, me acerqué más y extendí toda la mano para trazar los contornos de su antebrazo con las yemas de los dedos. Contemplé el temblor de mis dedos y supe que el detalle no le pasaría desapercibido.



— ¿Te molesta? —pregunté, ya que había vuelto a cerrar los ojos.


—No—respondió sin abrirlos— no te puedes ni imaginar cómo se siente eso.

Suspiró.


Siguiendo el suave trazado de las venas azules del pliegue de su codo, mi mano avanzó con suavidad sobre los perfectos músculos de su brazo. Estiré la otra mano para darle
la vuelta a la de Jungkook. Al comprender mi pretensión, dio la vuelta a su mano con uno de
esos desconcertantes y fulgurantes movimientos suyos. Esto me sobresaltó; mis dedos se paralizaron en su brazo por un breve segundo.


—Lo siento —murmuró. Lo busqué con la vista a tiempo de verle cerrar los ojos de nuevo— Contigo, resulta demasiado fácil ser yo mismo.


Alcé su mano y la volví a un lado y al otro mientras contemplaba el brillo del sol sobre la palma. La sostuve cerca de mi rostro en un intento de descubrir las facetas ocultas de su
piel.


—Dime qué piensas —susurró. Al mirarlo descubrí que me estaba observando con repentina atención—Me sigue resultando extraño no saberlo.



—Bueno, ya sabes, el resto nos sentimos así todo el tiempo.


—Es una vida dura — ¿me imaginé el matiz de pesar en su voz?—Aún no me has contestado.


Crepúsculo [Kookv]Where stories live. Discover now