Enemy kingdom

¿Quién es Minerva?

Los años pasan, el mundo olvida, las batallas se vuelven historia y las personas leyenda, como debe ser, el inevitable consuelo de la muerte llega a todos, aunque el deseo de la paz era la razón para la lucha, no importa lo que intentes, el odio es inminente, el rencor al igual que un fénix, renace de sus cenizas, en la actualidad la guerra prosigue, muertes por solo unos metros de territorio, no merecemos perdón, no merecemos vivir, ni siquiera merecemos la tranquilidad de la muerte. El miedo nos hace actuar, la ignorancia da miedo, el miedo causa rencor, el rencor odio y el odio causa guerra. Todos le hemos hecho daño a alguien, es inevitable a veces, pero lo que no es inevitable es el perdón. El tiempo es finito, un día estamos y al otro no, morimos miserables cuando te das cuenta que en toda tu vida, no cumpliste lo mas importante, no lograste vivir, no disfrutaste, el rencor te cegó y no te dejo vivir, ahora que mueres la vida tiene valor, pero es tarde, los muertos no hablan, los muertos dan lastima.

.Fue algo difícil despertar, él frío era intenso en la gran ciudad, los pies sobre la madera fría, el olor a café recién hecho. Amara se levanto de su cama, noto que a su lado no había nadie, eso explicaba el olor a café, se puso sus pantuflas con calma, camino por aquel departamento hasta la cocina y vio ahí a Brendan, cafetera en mano, viéndola con calma. La mujer se acerco, tomo una taza, extendió su brazo tomando la jarra de café y se sirvió un poco. Brendan como siempre viendo a su novia, viendo aquel cabello marrón, ordenado y lacio hasta sus hombros.

–¿Algún plan para hoy? Dicen que habrá una nueva presentación en el museo, seria interesante ir. —Dijo Brendan para luego tomar su café—

–Suena bien, pero probablemente estará muy lleno por la inauguración.

Brendan vio a la joven tomar su café, no quería perder su tiempo, era un hombre muy vigoroso y alegre, realmente lo opuesto a su novia, Amara, era alguien alegre también pero tendía a ser mas serena. Solo otra común pareja, viviendo solos, sin hijos, sin matrimonio pero con paz.

No importaba el frio, ambos salieron de aquel gran edificio, tomados de la mano, no vivían tan lejos de aquel museo, tan solo un par de calles. Al ver tan cerca aquel museo, Amara camino un poco mas rápido, soltando la mano de Brendan, estando a solo metros de aquel museo, se detuvo de inmediato cuando un gran perro empezó a ladrar viéndola, Amara retrocedió ante aquel susto, de inmediato Brendan la tomo de los hombros estando tras de ella, viendo como una mujer mayor tomaba la correa del animal y se disculpaba marchándose.

–¿Por que te odiaran tanto los animales?¿Recuerdas la visita en aquella tienda de animales?

–No sé cual es mi problema, ni un solo animal puede evitar ladrarme, gruñirme o huir asustado.

Brendan soltó una carcajada, de inmediato dejo un beso en la mejilla de Amara regalándole una sonrisa, sin hablar de aquel suceso siguieron su camino aunque la mujer no pudo evitar nuevamente ver de reojo al perro que la miraba fijamente, aquella bella entrada sorprendió a los dos, Amara se acerco a el pequeño cartel junto a la entrada, leyendo de que trataría aquella presentación.

–¿Rencaico?, suena estúpido.

–¡Ey!, leí sobre aquella historia, es una historia muy trágica, la gente habla que hubieron guerras de reinos y hasta una bruja.

–¿Una bruja?, detesto como la gente vuelve los eventos del pasado tan imaginarios, pero suena a una interesante historia para un cuento. —Comentó algo dudosa—

Amara se rio un poco y giro hacia Brendan que entraba a el museo, realmente llamaba la atención la decoración de aquel museo, caminando entre los pasillos podían verse copas de oro, coronas, vestidos de aquellas épocas, cada cosa mas bella que las otras. Brendan se acabo enfocando en una lanza dorada, esta se veía tan brillante y afilada, a pesar del tiempo se veía como si apenas hubiera sido hecha. A penas Amara se acerco hacia Brendan y vio aquella lanza, su cuerpo se estremeció, la mujer se acerco viéndola detalladamente.

–La lanza que contiene la sangre de la bruja de negro, letal con un solo toque, suena algo muy inventado.

–La bruja de negro, dicen que fue una reina muy poderosa, en un mundo donde existía la magia, la historia dice que cometió un genocidio que acabo en su desaparición, es una leyenda, no me imagino un mundo con magia.

–¿Por que se volvió tan loca?

–Bueno, existen varias versiones pero mi favorita es la que cuenta la perdida de su rey, Robert, dicen que eso la enloqueció y por eso lo hizo, ella seria la responsable de que ahora nadie tenga magia, su símbolo eran tres puntos en la nuca de color azul. —Respondió con vigor—

Oír como Brendan contaba toda la historia de sus investigaciones intereso a la joven, entendía como alguien como el podría obsesionarse con historias así, a penas pudo nuevamente retomar aquel recorrido, sin notarlo acabo soltando la mano de él, la mujer puso los ojos en blanco, probablemente el hombre se distrajo viendo mas antigüedades, ella solo siguió caminando, en su recorrido pudo llegar a una sesión llena de vestidos y armaduras.

–Vestimentas de la reina Catalina, madre del rey Robert, muerte, decapitación.

Sus pasos se volvieron mas lentos, se preparo para salir de la habitación, sin embargo, un hincón molesto su pecho, la mujer se detuvo hasta que este parase, giro su mirada notando como al lado de la puerta había una gran pintura de una mujer de marrón cabello, ojos grises en uno de los tantos vestidos de la habitación, era Minerva, la reina y la bruja de negro. Amara quedo algo fascinada ante los ojos profundos de la mujer, era realmente bella para ella, no era una reina llena de joyas, en aquella pintura ni siquiera se veía como una reina. Amara siguió su camino, viendo la armadura negra de un antiguo hombre conocido como el caballero de las llamas, eso la sorprendió un poco, también noto más y más pinturas de personas junto a sus respectivas descripciones

Aldara, la casi reina; Nicolas, el líder en la guerra contra la bruja; Elenor, la mujer que contuvo al monstruo; Arturh, el joven valiente y Baltazar, su sirviente y el hombre que venció a la muerte.

Conforme Amara seguía avanzando con pasos seguros por el lugar, también gano su mirada una flor en medio de una de las tantas salas, se dio cuenta de que aquella flor era un simple lirio negro, se acerco para ver porque estaba en medio de la sala una simple flor. Aquella flor hallada en el lugar donde la bruja de negro fue vista por ultima vez, una flor que jamás se marchita, una flor eterna.

Amara finalmente logro llegar hasta un bello lugar lleno de pinturas, pudo destacar que gran parte de estas eran del mismo rey Robert, pero estos solo eran de aquella mujer que amo en vida, Amara camino hasta que finalmente pudo ver un retrato de Robert, aquellos ojos verdes eran hermosos, la joven busco a Brendan para mostrárselo, sin embargo lo noto muy concentrado viendo una pintura fijamente, sin voltear ante cualquier otro ruido. Amara se acerco algo confundida, vio los ojos de Brendan notando como estos empezaban a derramar lagrimas viendo la pintura. Esto fue realmente extraño para ella, sabia que el hombre era sentimental pero no lo suficiente para llorar solo porque veía una simple pintura.

–¿Qué paso?¿Brendan?

La mujer tomo la mano de Brendan pero esta fue rechazada con sorpresa, como si hubiera roto un transe el hombre primero vio su alrededor y luego a la mujer que mostraba confusión. El hombre primero duda, pero finalmente habla.

–Mi pintura...

La mujer sintió un escalofrío en cuanto Brendan la miro con los ojos dejando caer sus lagrimas, ella de inmediato giro en dirección a la pintura, quedo en shock.

La vieja pintura mostraba a una mujer en un verde vestido, se veía igual que las demás pinturas de la habitación, la misma mujer, la reina Minerva, pero hubo un detalle diferente, en cuanto Amara finalmente vio los ojos de la mujer en la pintura pudo sentir como su piel se erizaba, una lagrima broto dejándose caer por su mejilla, la mujer parpadeo un par de veces y luego giro en dirección a Brendan.

–Esta mujer, soy yo.