Tu denuevo. . .

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Y mientras la lluvia caía junto con las lágrimas, el último rayo de esperanza se desvanecía junto con la vida de Minerva, hija del espíritu sagrado.
Merecía un funeral digno y real, Robert se encargo de colocarla en un féretro de madera solo encontrada en los lugares más peligrosos del reino, ella estaba ahí sosteniendo en sus manos unas cuantas flores blancas qué a pesar que tocaron su piel ya no se volvían cenizas como Robert estaba acostumbrado a ver.

Arturh trataba de mantenerse calmado cuando veía las nubes acercarse a él listas para llover, el joven inconscientemente llamaba a una tormenta hacia el lugar. Toda la ceremonia la hacían en una zona apartada del reino Wagosland en lo profundo del bosque, Robert por primera vez en mucho tiempo estaba demasiado cansado con todo lo sucedido, cuando llegó a el castillo fue recibido con los brazos abiertos, su madre al saber que Minerva se había  ido solo perdió la esperanza de que algo los salvara, el rey se sintió aliviado y no dudo en esparcir la noticia en todo el mundo de inmediato solo robando esperanza a los podfurs.

Entre los arbustos cercanos una sombra se acercaba lentamente, todos giraron para verla claramente y de las sombras un caballero salió de ahí, soltó su espada en el césped cuando vio a los demás, se quitó el casco para respirar mejor.
El corazón de Elenor se detuvo un segundo cuando vio al hijo del caballero de fuego, Nicolás Black estaba parado ahí frente a ellos.

Nicolás no le dirigió la palabra a nadie, solo caminó hasta el féretro y cuando vio el cuerpo de Minerva solo susurró.

–Mi hermana.

Se dio media vuelta, no necesitaba ver más pero Elenor estaba detrás de él con una expresión molesta y algo horrorizada. Elenor golpeó a Nicolás el pecho varias veces tratando mientras esté solo la miraba fijamente, no había reacción alguna, solo observaba a la pelirroja.

–¿Terminaste?—Preguntó Nicolás—

Elenor levantó su mano y le dio una bofetada a Nicolás dejándolo atónito, no le causo dolor alguno, al menos no físico.

–Tu maldito, crees que puedes venir aquí como si nada, ¿Dónde mierda estabas? Me mentiste y ahora solo te apareces porque Minerva esta muerta.

Nicolás giró para ver a Elenor, la mirada que él transmitía era más distinta, Elenor sentía que no lo reconocía para nada, se trató de alejar de él pero sus pies no respondían.

–Elenor por favor deja que me vaya. No quiero empezar un problema ahora.

–Empezaste un problema cuando decidiste irte ¿Tu padre de verdad es tan importante aunque te trató de la mierda?, pero claro, eres un asesino.

Robert se acercó a la pareja con rapidez, colocó su espada en medio de la pareja y los observó fijamente, su mirada estaba realmente cansada, su cabello desarreglado, no estaba en un perfecto estado para tenerles toda la paciencia que lo caracterizaba, con una voz algo amarga les habló.

–Si van a discutir que sea fuera de mi vista, respeten el lugar.—Protesto mientras retiraba su espada—

–No quería molestar enserio.—Dijo Nicolás— Solo e venido a verla.

–No me importa lo que tu quieras ahora, dije que respeten.

La pelirroja y el joven de cabello negro se vieron avergonzados, de inmediato decidieron no seguir hablando.

El cuerpo de Minerva no fue sepultado, fue colocado en lo parecía una gran casa por fuera pero solo era para colocar el féretro en medio de la única habitación, la tumba de la joven estaría en una zona cercana al castillo esperando que todos vieran y comprobaran la muerte de la mujer.
Robert solo observaba adolorido como dejaban encerrado el cuerpo de Minerva ahí, sabia que ya todo estaba perdido para todos, lamentablemente debía seguir la vida que le fue planeada.

Enemy kingdomWhere stories live. Discover now