365 Días para la próxima aventura

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Fuertes pisadas yendo hacía la gran sala real siendo emitidas por el joven príncipe.
El príncipe Robert, heredero de todo el reino, hijo de del rey y la reina Catalina se arrodilló frente a sus padres que estaban sentados en sus tronos observando a su único heredero.

–Padre y madre, ¿Podría saber a que se debe su llamado de mi presencia a éstas horas de la mañana?—Dijo el príncipe mientras colocaba una postura recta—

–Hijo mío, tu padre el rey a decretado que ya eres un hombre completamente, debes seguir con tu destino, el siguiente paso en tu vida es unirte a una mujer.

–Matrimonio hijo mío, ¡matrimonio por fin!—Exclamó el rey entusiasmado— Buscaremos a una hermosa mujer para ti, todas las doncellas del reino, todas las mujeres de buena familia podrán venir al castillo, habrá un delicioso banquete, conocerás ahí a tu esposa y te prepararas para ser mi sucesor.

–Eso es una maravillosa noticia, estoy listo para el siguiente paso en mi vida padres, ¿Cuándo será esta celebración?

–En 365 días, hay muchos preparativos pero hacerlo muy pronto podría ser un problema para todas las damiselas y las invitaciones no llegan tan rápido como desearía.

–Un podfur que aparezca mágicamente donde quisiera sería una gran solución...

El rey miro con desprecio al príncipe y con un tono amargo habló.

–¡Sin podfurs! Esa plaga ni siquiera debería ser mencionada en este reino, están matando a mis guerreros, una maldita podfur esta matando a mi gente, dicen que es la heredera de este reino, ¡UNA MALDITA PORFUR HEREDERA!

La reina miró a su esposo algo agotada mientras colocaba sus manos sobre las de su esposo sentado a su lado para calmarlo.

–¿Ah?...Lo siento querida, aj...estaremos seguros aquí, los podfurs quieren más poder, pero 2 de esas flores están bajo mi poder, imposible hallarlas, no existirá libertad de esa plaga.

–¿Puedo irme ahora?—Preguntó el príncipe mientras suspiraba—

El rey asintió e inmediatamente Robert salió del lugar mientras un recuerdo invadía su cabeza, la mujer heredera...era la mujer que vio esa noche.
Los ojos de la mujer le transmitían que el cuerpo del hombre se estremeciera, recordarla era algo especial para él, la primera vez que lograba ver una podfur tan de cerca.
Deseaba volver a verla, había algo en ella tan especial, desde lo profundo se su alma solo suplicaba de rodillas que la guerra acabara, pero su enemigo ganará, aún sabiendo que significaba su posible muerte.

Los bosques profundos oían los pasos suaves de una mujer que se arrastraba cansada mientras guiaba a sus caballos que cargaban a sus compañeros inconscientes, ella tenía el cuerpo lastimado, pero no le impedía seguir de pie caminando en busca de ayuda.

Los ojos de Minerva se iluminaron al ver una gran barrera en su camino, no era una barrera común, había algo fuera de lo común, la barrera hacía creer que el bosque seguía y seguía pero al acercarse una fuerte fuerza la alejaba del lugar.

–Una ilusión...una ilusión protectora...magia.—Susurró mientras se acercaba más para tocar la barrera con las yemas de sus dedos—

La joven retrocedió unos pasos, se paró con la cabeza en alto, movió sus manos con delicadamente tal cual una bailarina, cerró los ojos mientras las movía y al abrirlos, junto sus manos provocando que la barrera se rompiera fácilmente.
Ella estaba sorprendida, tomó a los caballos y siguió caminando ingresando a un pueblo distinto.

No había nadie en las calles, lucia inhóspito y tétrico.
Una flecha cayó cerca a los pies de la joven, se puso alerta, miró a todas direcciones, trató de seguir caminando pero más flechas caían cerca a ella casi cayendo en su rostro.
Minerva notó una persona sobre un tejado apuntándola con un arco, inmediatamente y sin problema tomó a la persona con sus nuevas habilidades y lo colocó frente a ella sin dejar que tocara el suelo.

Enemy kingdomWhere stories live. Discover now