Redención y perdón

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Apenas podían recordar el gran evento que acabo con la vida de todos, extrañamente parecía que todo regresaba como si nada hubiera ocurrido, aquellas piedras regresaron a la vida, aquellas muertes en vano habían vuelto, parecía que algo había derrotado a la bruja de negro, pasaron algunos días hasta que todos decidieron que eso no importaría más, tenían vida después de todo, las mañanas eran cálidas la gente parecía regresar a su calma.
Aquellas marcas en los brazos de los aliados a la bruja no existían más, era un extraño alivio, así no quedaría ni una sola evidencia de aquel mal trato pactado, hubo arrepentimiento suficiente, tal vez la guerra, ver a toda esa gente sufrir desesperada fue suficiente reflexión.

El sonido de como se servía el té caliente era incluso agradable, la bella taza de porcelana se llenó, siento tomada en las manos de un joven de ojos claros cual cielo y cabello rubio cual sol tomo su taza tomando un sorbo, en compañía de una mujer que se sentaba frente a él teniendo en medio aquella mesilla con la tetera con té caliente y algunos panes y mermelada.

–Me sorprende que vinieras luego de todo lo que ocurrió, Arturh. —Dijo la mujer acomodando su peinado—

–Deseaba hablar contigo, Aldara.

Ambos se vieron con una sonrisa discreta, el joven rubio dejó la taza sobre la mesa y suspiró. La joven señorita con la cabeza cabizbaja se estremeció, de inmediato dejo su caliente taza sobre la misma mesa, levanto su mirada dejando notar aquellos profundos y marrones ojos. 

–¿Siguen sin hallarla? —Preguntó Aldara antes de tomar la pequeña cuchara de la mesa para añadirle mas azúcar a su te—

–Seguimos buscándola, varios pueblerinos la han visto merodear en las noches, cuando todos duermen, extrañamente dicen que la ven pasar y luego desaparece. —Dijo Arturh—

Aldara asintió ante su respuesta, vio a el joven a los ojos, extrañamente se habían quedado sin palabras, solo podía pensar una cosa, innombrable, había tensión en aquel lugar, interrumpida por el joven que lo notaba ahora. 

–¿Eres feliz? —Le preguntó directamente—

–Eso realmente no importa, aún así lo soy. —Respondió Aldara— ¿Por que tu pregunta?

–Bien, es lo único que necesito saber de ti. 

El joven se puso de pie, parecía que se iba a marchar, Aldara se puso de pie rápidamente y tomó su brazo, luego de unos segundos notó su acción con sorpresa.

–Arturh, ¿No dirás nada más? —Le preguntó, sabía lo que deseaba oír, tal vez si lograba forzarlo podría obtener aquellas palabras que creía reales lo, eso bastaba para poder cambiarlo todo—

–Aldara... ¿Por qué no me contaste de tu matrimonio?¿Por qué no me escribiste?¿Que quieres ahora de mi? 

La voz de Arhtur se quebró en su última pregunta, él mismo se sorprendió ante su voz, respiró hondo viendo a la mujer, no deseaba que aquella situación lo exaltara, nuevamente habló, un poco mas sereno ahora mientras veía sus ojos marrones.

–Eres una mujer muy linda, ¿Lo sabes?, finalmente cumpliste lo que soñabas, te casaste, dime como desees, pero soy un ser humano Aldara se lo que tu querías de mi ahora pero no voy a ceder, te casaste y lo respeto, fue porque lo amas, bien, échame la culpa, me tarde, no te dije si yo seria capaz de casarme contigo porque estaba muy ocupado peleándome contra la bruja mas poderosa.

La mujer soltó a el rubio, tomó su mano pero él la alejó con pena, su expresión mostraba algo de desinterés, Aldara sintió aquello como un balde de agua fría.

–Arturh, ¿Tú me amas? —Preguntó— 

El rubio pensó unos segundos, sabía que aquella respuesta podría obtener diferentes reacciones, no estaba seguro de ninguna, con dolor en su pecho pero con la seguridad de que tomaría una buena decisión le habló.

Enemy kingdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora