Todos vs un mestizo

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–Déjame ver si entendí, ¿debemos matar un niño?¿Estás enferma?—Preguntó Nicolás mientras miraba a Elenor molesto—

–Algunos dones son como maldiciones, el pueblo al que vamos fue reconocido por tener un podfur oculto que mataba niños en una escuela, revisaron a los sobrevivientes y no hay rastro podfur, debe ser un mestizo, no pueden matar a nadie inocente así que viven con miedo, nos infiltraremos y buscaremos quién es.

–¿Cuándo será el día que dejes de hablar tan solo unos malditos segundos? Me duele la cabeza cállense lo que queda de camino.—Se quejó Minerva mientras se recostaba sobre su caballo mientras suspiraba—

–La verdadera persona que merece quejarse soy yo, me duelen los huesos y estoy lleno de moretones, no se que le hiciste a mi cuerpo para dejarlo así de dolorido—Nicolás observó a Minerva algo molesto, sentía algo de vergüenza el ser derrotado por la misma mujer dos veces—

Logro notarse cuando todos llegaron al pueblo, era muy sencillo, la gente los observaba muy desanimados, mucha gente moría diariamente, todas las perdidas absorbieron su felicidad y paz.
Elenor bajó de su caballo y camino tomando la cuerda de su caballo para guiarlo a un corral cercano y amarrarlo luego de darle unas monedas de oro a un campesino.
Identificó inmediatamente la escuela tan popular, tenía muchas tablas de madera que cubrían agujeros inmensos.
Baltazar tomó del brazo a todos los que pudo, sacó de su bolsillo unas cuantas joyas para cada uno e hizo que se lo colocaran.

–A partir de ahora se verán como antes, entraremos ahí y saquen toda información que puedan.—El hombre junto sus manos e inmediatamente las joyas soltaron mucho humo de color amarillo, representando el engaño en su hechizo—

Cuando esté se dispersó todos se observaron asustados, se veían como su niñez a los diez años, eran irreconocibles a como estaban ahora, sin perder el tiempo corrieron a la diminuta escuela e ingresaron sin decir nada, la escuela recibía a los niños sin decir nada, era su decisión de cada uno si enviaba a sus hijos a su muerte.
Todos se dispersaron en el pequeño salón mientras eran observados por los demás niños.

Ninguno de ellos reconocía lo que era estudiar, un podfur aprende de lo que observa, es educado desde su hogar, Minerva no prestaba nada de atención con tal de buscar ya la raíz del problema, miraba a todas partes buscando a un niño que desprenda magia pero solo notaba los hechizos de sus amigos en las joyas que llevaban, sintió un fuerte dolor de cabeza luego de unos minutos y las palabras de Anastacia regresaron a su cabeza.

–¿Estás bien?—Preguntó un niño que estaba a su lado—

Minerva inmediatamente sintió una fuerte impresión al verlo, ese niño desprendía una fuerte mirada y el contacto visual transmitía miedo en Minerva.

–Estoy bien, gracias, pero esto aburre mucho, creo que debería irme ya.

–No es buena idea, me agradas, tienes algo extraño que llama la atención.—Mencionó fascinado—

Minerva sonrió enternecida, aunque se sintió algo extrañada de que ese niño dulce sea capaz de matar.

La maestra giró su cuerpo rápidamente y señalo al niño junto a Minerva molesta.

–Guille cállate, si tanto quieres hablar vete de aquí, estoy cansada de ti ya—Se acercó a el niño que se levantó de su asiento, la mujer no lo dudo y le tiró una cachetada logrando que el niño mire otra dirección— ¿Entendiste lo que pasa si eres desobediente? No se como sobrevives aquí con tus únicos cinco amiguitos, alguno de ustedes tiene el mal dentro, cállate antes que acabe acusándote de ser un asqueroso mestizo.

Minerva no se quedó de brazos cruzados a pesar de las señas de Elenor que le causaban gracia.
La joven iba a provocar un pequeño accidente pero extrañamente Nicolás prefirió intervenir provocando una pequeña llama de fuego en el escritorio.
La mujer al oler a quemado giró su cuerpo asustada y tomo un trozo de papel viejo y arrugado para golpear el escritorio apagando el fuego.

Enemy kingdomWhere stories live. Discover now