HORA OCHO

8 5 0
                                    

—Le he estado esperando en mi consulta toda la mañana. ¿Cree que con esa actitud va a salir antes de aquí?

—No.

—Pues gírese y hable conmigo.

—Mhmm.

—Ya veo por dónde va. Si prefiere que nos quedemos a solas dígalo y apago las cámaras.

—Apáguelas.

—Apagadas. ¿También quiere que desconecte los micrófonos?

—Desconéctelos.

—Le estoy haciendo caso. Sabe, creo que en algo sí que llevaba usted razón. Estos días he tratado de ser su amigo, le he dado muchas concesiones. Pedí una habitación para usted sólo. Marché a los vigilantes para que lo dejaran tranquilo. Ordené una taza más de azúcar para su desayuno. Pero me doy cuenta de que no es suficiente.

—Ya.

—¡Quiere darse la vuelta y hablar conmigo!

—Mhmm.

—Su madre estuvo aquí ayer. Estuvimos hablando sobre su vida antes del internamiento. Lo quiere mucho, ¿sabe? Me ha pedido que le dé esto. Dice que solía abrazarlo cuando se sentía mal.

—¿Mi madre?

—Sí, ella también está preocupada por usted. Quiere que se sienta mejor.

—Gracias doctor. Era mi peluche preferido.

Hora VeintitrésWhere stories live. Discover now