Capítulo 12 - ¿Se ha sorprendido?

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Casi 25 años antes
Traslado en autobús desde Madrid hacia el complejo de El Loto
Lunes a medio día

—Jefe, algo no va bien —masculló el conductor.

—¿A qué se refiere Guzmán?

—Alguien ha debido forzar el condensador. Parece que no hace presión.

—¿Eso qué significa? Hable claro señor Guzmán.

—¿No nota el calor? —preguntó, sin apartar las manos del volante.

—¿Pretende ahora que averigüe sus jueguecitos?

—El aire acondicionado, que no funciona.

—Eso está mejor. Pues sí que hace calor, sí —comprobó el mismo al pasarse la mano por la frente y empaparla en sudor—. Dígame señor Guzmán, ¿qué hacemos?

—Podemos dar parte a la empresa y que nos lo cambien. Aún estamos en España. Podrían hacernos rápido el recambio.

—¿Cuánto tiempo?

—Veamos... Sería revisar el compresor, asegurar la válvula de expansión y reponer el evaporador y el condensador... Calculo que sobre una media hora, sí.

—De ninguna manera. No es posible.

El tercer miembro del equipo de conductores se despertó.

—¿Qué pasa aquí?

—¡Warren! Dile algo tú. El jefe quiere matarnos de calor.

—Si no es el calor, será el Director, idiotas —les dio una colleja—. Verás cuando le diga que han intentado retrasar la hora de llegada... Todo con tal de no quitarse el jersey. ¡Zopencos!

Se acercó un chismoso de las primeras filas.

—¿Todo bien por aquí? —dijo metiendo la cabeza en el corrillo.

—¿Buscas el baño? Es por el otro lado —le señaló Warren.

—Solo estiraba las piernas.

—Pues estírelas más para allá —le dijo el jefe, de la forma más educada que supo—. Está distrayendo al conductor.

Fue bastante efectivo.

—Escuche Warren, coja el papel que toca del maletín. El número 6. El de los avances. Cuénteles un poco qué se van a encontrar cuando lleguen a la ciudad. A ver si así se les hace más llevadero el bochorno.

Warren asintió. Sacó del maletín la circular, y descolgó el micrófono.

—¡Sí! ¡Sí! ¿Se oye?

Los de adelante asintieron.

—Señoras y señores, ya queda menos para llegar al destino.

Sonó una risa. Los viñedos catalanes por los que cruzaba el autobús en esos momentos no dio credibilidad al mensaje de ánimo.

—Ejem... En un momentito pasará mi compañero con unas bolsas para que metan todos sus dispositivos. Móviles, tabletas, relojes inteligentes... Nosotros los guardaremos todos. Ya lo sabían. Nada de traerlos al autobús con ustedes. Me parece que algunos no debieron leer bien ese informe —dijo refiriéndose al cotilla de antes, quien ahora buscaba sin disimulo la localización exacta del autobús en Google Maps.

Aprovecharon el paseo por el pasillo del autobús para repartir también botellines de agua a los pasajeros.

—¿Ya estamos todos? —continuó Warren—. ¡Genial! Os leo la carta de bienvenida de nuestro querido Director.

Hora VeintitrésWhere stories live. Discover now