Después de que esa persona se fuera de su vida estaba sola.
Pasó toda su adolescencia con ese hecho, y es que su condición la obligaba a no entablar relaciones tan íntimas, haciendo que esa soledad creciera hasta hacerla una chica fría y dura ante...
Miré al lado de mi cama encontrándola vacía, no le di mucha importancia, pues por la luz que entraba por la ventana casi sería medio día, y Paul tendría cosas que hacer.
Salí de la cama poniéndome la bata para tapar mi desnudez y bajé perezosa las escaleras. Entonces me di cuenta del ruido que había en la cocina.
Lentamente y atenta me fui acercando, notando como mi piel se erizaba. Solté aire al ver la espalda ancha de Paul moviéndose por la cocina
─ ¿Qué haces? ─ pregunté con voz mañanera. Carraspeé.
Paul se giró con una espátula en mano.
─ Huevos revueltos y bacon.
─ ¿Para desayunar? ─ pregunté divertida acercándome a él.
─ Gala, son las once y media de la mañana. Es el almuerzo ─ miré sorprendida al reloj de la cocina cerciorándome de que de verdad era tan tarde ─ Aparte de quejica dormilona ─ dijo jocoso con una sonrisa ladina.
─ ¡Ey! No es mi culpa ─ me quejé golpeándole el hombro.
─ No, claro, es verdad, es culpa mía ─ dijo riéndose.
Viré los ojos divertida y dejé la conversación ahí. Fui a por un vaso y comencé a llenarlo de agua.
─ He salido a comprarlas, tómatela.─ dijo señalando una cajita.
Fui hasta ella y la cogí, viendo que se trataba de la pastilla del día siguiente. Con rapidez la cogí y me la tragué con el agua.
Poco después Paul avisó de que estaba todo listo y almorzamos en un silencio cómodo
─ Bonito escote ─ fue lo que me dijo antes de salir de mi casa.
Miré hacia abajo viendo que el cuello de la bata se había abierto un poco, mostrando el canalillo de mis pechos. Solté aire por la nariz divertida negando con la cabeza
No había sido mala idea nada de esto.
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─ Por fin llegas. Te has divertido ¿Eh? ─ dijo divertida mi abuela.
Cuando Paul se fue me cambié para irme al bosque con Eveleen, y al llegar ella apareció con una sonrisa tontorrona
─ Abuela ─ la regañé con un tono divertido.
─ Ya te dije que él sería una buena distracción. Tu abuela lo sabe todo, querida. ─ me reí asintiendo, recuerdo cuando me lo dijo. ─ Tendrías que comprar condones. ─ dijo de la nada colocándose sus gafas
─ ¡Abuela!
─ Lo digo enserio Gala, porque el muchacho es precavido y te ha comprado la pastilla. Pero con Carlisle ni te la tomaste.
