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Estuvimos en silencio un corto tiempo hasta que aparcó delante de una casa y bajamos. Era de madera, tenía las paredes blancas y el tejado de un verde militar, las ventanas estaban cerradas y el jardín tenía el césped alto, signo de que no había vivido allí nadie desde hacía años.

─ Vivía aquí tu abuelo ¿Verdad?

─ ¿Mi abuelo? ─ Pregunté extrañada, pero entonces recordé lo que ponía en la carta de mi padre

"Viví allí hace cuarenta años. Recuerda, tu abuelo es Aladar Jones"

─ ¿Aladar no es tu abuelo? ─ Preguntó dudoso el hombre

─ ¡Si! Si si, lo siento, pensaba que hablábamos de mi abuelo materno, un despiste mío ─ Me rasqué la mejilla incómoda. ─ ¿Conociste a mi abuelo?

─ Así es. Se mudó al pueblo cuando yo nací y se marchó al poco tiempo de yo cumplir los diez años. Pero lo recuerdo muy bien, venía a esta casa a que me hiciera bocadillos después de jugar con mis amigos. Era un buen hombre

─ Si...─ Respondí vagamente recordando a ese buen hombre

¿Cómo está? Seguro que se mantiene bien. Antes de irse era un hombre de treinta y tantos años pero se mantenía como de veinti y pocos ─ Preguntó recordando. Parecía contento de saber de él

"A ver qué digo yo ahora..." Pensé

─ Lo siento... falleció hace tres años. ─ Dije suavemente, viendo cómo Charlie me miraba con los ojos abiertos

─ No me lo imaginé...era un muy vivaz

─ Si, cierto. Murió por cáncer de pulmón, fumaba mucho y su cuerpo no aguantó ─ Respondí triste, pero ese sentimiento no era por mi abuelo, si no por Charlie

─ Vaya...Bueno, volviendo al presente. ¿Vas a limpiar ahora?

─ ¿La casa? Si si, estará llena de polvo, mejor limpiarla ya y al terminar descansaré

─ Entonces entremos, te ayudo ─ Se ofreció

─ No hace falta, puedo sola

─ Entre dos el trabajo será más ameno, y mejor estar en compañía, limpiar se hace muy aburrido. Déjame que me cambie el traje y enseguida vuelvo.

Antes de poder decirle algo más se subió al coche y arrancó hasta dos casas más adelante, bajó y me saludó antes de entrar a su casa.

Suspiré un poco en desacuerdo. Si supiera que haciéndolo sola limpiaría todo mucho más rápido no se hubiera ofrecido.

"Me tocará ir lento..." Pensé

Cogí mi maleta y bolso y me dirigí a la puerta, del bolso saqué la llave y entré. Estaba todo a oscuras, moví mi mano por la pared en busca del interruptor y enchufé la luz, viendo así como la casa tenía las paredes blancas con unos cuantos cuadros colgados, estaba amueblada, y estos muebles estabas tapados con sábanas blancas. Dejé la maleta y el bolso al lado de la puerta luego de cerrarla, y respiré hondo sintiendo el olor a cerrado. Lo primero que hice fue abrir las ventanas, dejando así que la luz natural y el aire limpio entrara a la casa, y el olor a cerrado saliera poco a poco, apagué la luz y me dispuse a ver lo que sería mi nuevo hogar.

El salón era grande, tenía un sofá largo y dos sillones a los lados, una mesa redonda en el centro y un gran mueble empotrado en la pared de enfrente, no sabía cómo eran ya que estaban las sábanas. La puerta de enfrente del salón era la cocina, un poco pequeña y que estaba toda equipada y con una mesa y cuatro sillas para comer, después había un aseo pequeño de invitados.

Subí la segunda planta viendo tres puertas, justo enfrente de las escaleras había una gran ventana que fui a abrir, la puerta de la izquierda era un aseo grande con bañera y ducha, y las otras dos puertas eran habitaciones, las dos con una cama matrimonial y una mesita de noche, la única diferencia es que la cercana a la ventana tenía un armario empotrado que ocupaba toda la pared, esa misma habitación tenía una ventana que permitía ver el bosque de detrás, al igual que la ventana del pasillo, la otra habitación tenía la ventana que daba directa a la carretera.

"No tengo tanta ropa para un armario tan grande..." Pensé.

Abrí todas las ventanas que encontré antes de que el timbre de la casa sonara. Bajé las escaleras y le abrí la puerta a Charlie

─ El timbre parece un poco estropeado ─ Dijo refiriéndose al estridente ruido que hacía

─ Cierto. Lo cambiaré cuando pueda.

Los dos entramos al salón y Charlie suspiró

─ Está igual a la última vez que vine. Tu abuelo parece ser que no se llevó nada. Por cierto, he traído los productos de limpieza, así no tendrás que ir a comprarlos

─ Gracias Charlie

En el momento comenzamos a limpiar. Nos pusimos unas mascarillas para no agobiarnos con el polvo y juntos sacamos las sábanas de los sillones, viendo así el color burdeos que tenían, la mesa del centro resultó ser negra, al igual que el mueble de la pared. Limpiamos todo el polvo y guardamos las sábanas antes de seguir con la cocina. Esta tenía todos los muebles blancos, la mesa y sillas eran igual de negras y tenian unos cojines burdeos. Al igual que el salón lo limpiamos entero y dejamos el aseo sin hacer, ya que no quería que Charlie lo limpiase.

Después de cuatro horas de limpieza profunda y en silencio nos sentamos cada uno en los sillones individuales soltando un suspiro

─ Odio limpiar ─ Fue lo primero que dije, sacándole así una risa al hombre

─ Yo también, hasta cocinar. Siempre pido algo o como precalentado ─ Dijo como si nada.

─ Eso está mal ─ Fruncí el ceño ─ Comerás conmigo. Mi comida está decente y así ninguno comerá solo

Charlie solo se dedicó a mirarme a los ojos con una sonrisa cariñosa que tomé inmediatamente como un sí

─ Pero cada día en una casa diferente

─ Me parece bien ─ Alcé los hombros sin importancia

Sempiterno || °Carlisle Cullen° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora