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Nos quedamos en silencio de nuevo hasta que en un momento vi algo que estaba en una esquina del salón, estaba sin sábana osea que Charlie tendría que haberlo limpiado

─ ¿Qué es eso? ─ El hombre se giró y vio hacia donde miraba

─ Es un radiocasete, pensé que lo habías visto

Me levanté del sillón y lo vi de cerca. No era de esos portátiles que se popularizaron en los noventa y que todo rapero tenía, era uno fijo de los años setenta, apoyado en un mueble de madera negra y con un cristal que permitía ver los casetes de música guardados

─ A tu abuelo le gustaba poner esa música cuando nos reuniamos en su casa ─ Me dijo Charlie

─ ¿Crees que funcione?

─ No estoy seguro, prueba a ver

Saqué un casete aleatorio y lo introduje en el radiocasete. Comenzó a hacer ruidos extraños cuando lo encendí, así que pensé que no funcionaria, pero antes de apagarlo música clásica comenzó a escucharse por el salón

─ ¡Si funciona! ─ Dije contenta, me senté de nuevo en el sillón viendo cómo Charlie me miraba con una sonrisa

─ La verdad es que te pareces a tu abuelo. Tienes la misma cara de alegría, cuando él sonreía parecía que lo hacía con toda su cara, sus cejas se alzaban y los labios se agrandaban, como tú acabas de hacer. De pequeño lo veía un hombre atractivo, siempre soñaba en tenerlo como padre para tener sus genes, me encantaba el color de sus ojos

─ ¿S-sus ojos? ─ Pregunté nerviosa

─ Así es, eran de un color caramelo claro, cuando encendía la luz de la casa parecía que fueran dorados. De pequeño quería tenerlos ─ Bromeó

─ A-ah si...yo también los quería ─ Seguí con la broma ─ Pero tengo los ojos azules de mi padre

Nos volvimos a quedar en silencio relajándonos en los sillones y escuchando la música clásica.
Miré el reloj de mi muñeca viendo que eran las cuatro de la tarde, habíamos llegado a las doce del medio día.

─ Pidamos unas pizzas, yo invito ─ Dije

─ No me quejo. Se nos han pasado las horas limpiando.

Charlie pidió dos pizzas por su móvil mientras yo fregaba dos vasos y unos cuchillos que habían y los ponía en la mesa de la cocina. A los veinte minutos la puerta sonó y en dos minutos Charlie apareció en la cocina con las dos pizzas

─ De verdad que tú abuelo se dejó todo ─ Dijo al ver la mesa puesta

─ Eso parece. Mientras limpiaba encontré unos cuantos vasos y platos en un armario, y también hay cubiertos en un cajón. Después de limpiar todo los fregaré

Nos sentamos en la mesa frente a frente  y Charlie abrió las pizzas antes de hablar

─  ¿En el segundo piso cuántas habitaciones hay?

─ Un aseo y dos habitaciones

─ Entonces nos queda poco, ¿seguro que no quieres que te ayude con los aseos?

─ Totalmente segura ─ Mordí la pizza ─ Mmm... está muy buena

─ ¿Verdad? Siempre pido de este restaurante. A Bella le gustaba mucho de pequeña ─ Le sonreí al verle hacerlo por recordar a su hija

─ Gala...¿Te puedo hacer una pregunta? ─ Asentí con la cabeza por tener la boca llena de pizza ─ ¿Cuantos años tiene tu padre? Quiero decir, tú tienes dieciocho, y tu abuelo cuando vivía aquí nunca nombró tener hijos. Y estaba pensando que las fechas no me cuadran, porque si tuvo a tu padre después de irse entonces tiene que tener más o menos los treinta años, y tú con dieciocho no me encajan ─ Al terminar de hablar miró a su pizza fijamente pensando en todo lo que había dicho. Al verle hacer cuentas en su cabeza con el ceño fruncido me reí, haciendo que él me mirara interrogante

Sempiterno || °Carlisle Cullen° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora