1

14.1K 1.2K 9
                                    

En cuanto cumplí la mayoría de edad me escapé. No de alguien, de algo, o de algún lugar. No. Me escapé de mi vida. No podia vivir más tiempo en ese lugar. Con ese planteamiento cogí su dinero y ahora me dirigía hacia Seattle.

Borrón y cuenta nueva.

Cuando llegué al aeropuerto recogí mi única maleta y con un taxi fui al centro de la ciudad. Luego de pagar y agradecer al conductor entré a la primera cafeteria que encontré.

Me senté en la mesa más lejana. Tenía una gran ventana enfrente mía por la que podía ver el cielo un poco nublado, suspiré cansada y acomodé mi espalda en el respaldar de la silla. Metí mis manos en los bolsillos de mi largo abrigo y la cabeza se me llenó de pensamientos:

"No puedo descansar ahora"

"Tengo que llegar"

"Estoy cansada"

"Quiero dormir"

El viaje había sido largo, y aunque yo nunca sintiera cansancio físico, mentalmente estaba agotada. Esa asquerosa mujer el día de ayer no dejó de gritar causando que me doliera la cabeza, delante de mi asiento del avión había un niño que no dejaba de cantar una canción como si estuviera en un concierto, y sobre todo, la incertidumbre de cómo cambiaría mi vida al llegar a mi nuevo hogar me tenía un poco agobiada.

Alejé mi mirada de la ventada y mis pensamientos cuando noté que alguien se ponía a mi lado.

─ Buenos días, soy Marie, y hoy seré su camarera. ¿Sabe ya que desea? ─
Hizo su trabajo con una sonrisa y buena cara a pesar de ser las nueve de la mañana.

─ Hola Marie ─ Respondí simpática, haciendo que la chica sonriera más aún ─ Ponme un café macchiato y...¿tenéis algo dulce?

─ Si claro. Tenemos galletas caseras de chocolate; tarta de queso, zanahoria y chocolate; bollos de crema o chocolate; donuts de muchos sabores, te recomiendo ir a la estantería para ver cuál querrías; y por último cruasán de mantequilla.

─ Mucho chocolate ─ Bromeé con una sonrisilla

─ La verdad es que si, a la dueña le gusta mucho ─ Dijo guiñando un ojo

─ Ponme el cruasán pues

─ Entonces un macchiato y un cruasán ¿Así bien? ¿Nada más?

─ Ya está todo ─ le contesté sin dejar mi sonrisa

─ Enseguida te lo traigo ─ Le agradecí y volví mi mirada al cielo nublado.

Al poco tiempo Marie volvió con todo lo pedido y me deseó buen desayuno. Bebí mi café con calma y disfruté del cruasán casero mientras escuchaba la canción de fondo de la cafetería intentando dejar la mente en blanco y así tener un pequeño momento de tranquilidad.

Cuando terminé todo decidí quedarme un tiempo más por lo relajada que estaba. La cafetería no tenia tanta clientela al ser de las primeras horas de la mañana, sobre todo habían ancianos riendo y hablando del partido de fútbol que hubo ayer, no había ningún niño gritando o adulto estresado por el trabajo, así que solo se escuchaba la música de fondo, a los pocos clientes reír fuerte de vez en cuando, la tele con las noticias, a los camareros preparar los café's y el ruido de los platos en la cocina. Algo que me recordaba que en algunos momentos de la vida te tenías que permitir un descanso.

Después de un tiempo miré mi reloj de muñeca viendo que ya había pasado media hora allí, por lo que cogí el plato y el vaso que utilicé y me dirigí a la caja. Apoyé lo que llevaba en las manos en la barra y Marie me atendió

─ ¡Oh! No hacia falta que lo trajeras ─ Dijo viendo la vajilla

─  También puedo hacerlo yo, así os quito trabajo ─ Le sonreí ─ Cóbrame, por favor.

─ Serían 1'60

─ ¿Solo? ─ Pregunté extrañada, si que era barato

─ Al cruasán te invito yo, por la vajilla ─ Solo me rei aceptando

─ Gracias entonces

Le di las monedas y al momento de que me diera el ticket recordé algo

─ Una pregunta. Me dirijo hacia Forks, ¿sabrías de algún taxi o autobús que sea económico y me deje allí?

─ Pues no estoy segura. Normalmente se va desde Forks hasta Seattle, no del revés, así que no estoy al tanto de ninguno. ─ Contestó, haciendo que asistiera con la cabeza y pensara en como llegaría hacia ese pueblo ─ Pero hay un cliente habitual que se dirige hacia allí. Es de confianza ¿Quieres que te lo presente?

─ ¿Enserio harías eso? ─ Pregunté sorprendida

─ ¡Claro! Además, es el sheriff, seguro que te ayudará ─ Me regaló una sonrisa

─ Muchísimas gracias, me quitas un peso de encima.

Marie salió de detrás de la caja y me hizo que la siguiera hasta una mesa con tres hombre que se reian, iban con trajes de policía.

─ Buenos días señores ─ Saludó con confianza Marie. ─ Siento interrumpir.

─ No te preocupes Marie. ¿Que necesitas? ─ Preguntó uno de ellos. Era calvo pero con una barba espesa

─ Quería hablar con el sheriff Swan ─ En cuanto lo nombró, un hombre de pelo castaño con mostacho le contestó

─ Dime ─ Le dijo con una pequeña sonrisa de lado. Tenía los ojos cansados y la piel pálida.

─ Hay una chica que necesita ir a Forks, pero no tiene coche. Me preguntaba si la podrías llevar, es una buena chica ─ En cuanto Marie terminó de hablar salí de detrás suya y me puse a su lado.

─ Solo si no está ocupado. ─ Añadí con una pequeña sonrisa. El sheriff contestó enseguida, sin siquiera pensarlo mucho

─ Sí, claro. Ya he terminado aquí, ahora me volvía para casa ─ Se levantó, le dio un apretón de manos a los otros dos hombres y se dirigió a la caja para pagar su desayuno. Marie lo siguió para cobrarle y yo me quedé cerca de la puerta después de despedirme de los dos policías con un "buenos dias"

─ Vamos ─ Me dijo el Sheriff cuando estuvo a mi lado

─ Gracias por aceptar

─ No es nada. Como dije antes, volvía a Forks después de desayunar, y mi trabajo es ayudar a quines lo necesiten ─ Sonrió levemente

Seguimos el camino hasta el coche de policía en silencio. El señor Swan me señaló la puerta del copiloto y él entró a la del piloto. Arrancó el coche y comenzó a conducir


°

°

°

°

°

°

🌸 5 estrellas para la siguiente parte 🌸

Sempiterno || °Carlisle Cullen° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora