Miré hacia arriba, un pájaro había llamado mi atención. Estaba solo posado en una rama y había comenzado a piar.

─ Cuidado que te tropiezas ─ dijo Paul.

Pero antes siquiera de que yo pudiera bajar la vista a mis pies para no caerme, Paul me dio un empujón con su codo haciéndome trastabillar.

Pero Paul no iba a dejar caerme. Me cogió del brazo y me miró divertido.

─ Hay que mirar por donde caminas ─ dijo jocoso. Alcé la ceja y le miré indignada.

─ ¿Perdón? ¡Me has empujado! ─ mi queja solo hizo que se riera levemente.

Sorprendiéndome, Paul estiró del brazo por el cual me tenía cogida para atraerme hacia él, y envolvió mi espalda baja con sus dos manos pegándome a su pecho.

─ Eres una quejica ─ dijo demasiado cerca de mi cara.

Su temperatura corporal era elevada como siempre, su piel tostada brillaba con el sol del atardecer, sus pectorales y mis pechos estaban apretados entre sí, sus brazos no me permitían moverme y sus manos estaban bien apoyadas en mi espalda baja

Comencé a ponerme nerviosa, pero en vez de querer alejarme quise seguir con el juego que estaba empezando el lobo.

Sonreí ladina y alcé la barbilla sin mostrar mis nervios.

─ ¿Soy una quejica? ─ pregunté de vuelta.

Paul entonces imitó mis gestos: sonrió de lado y alzó su barbilla. Me miró desde arriba y con su garganta hizo un sonido afirmativo.

Me removí un poco para sacar los brazos de su agarre y apoyé mis manos en ambos pectorales. Di una suave caricia y comencé a pasar mi mano izquierda por su hombro hasta pasar a su bíceps, todo lentamente. Paul alzó una ceja mirándome con los ojos de un tono más oscuro. Me reí levemente y comencé a subir la derecha por su pectoral, hasta su cuello, pasando por detrás de la oreja, para posarla en su nuca y jugar con los cabellos de ahí.

─ Yo no me diría quejica ─ dije en un susurro ─ Más bien...

─ ¿Si? ─ Paul me interrumpió también en un susurro acercando su rostro al mío.

Su mirada se dirigió a mis labios a la vez que yo miré los suyos. Lamí mi labio inferior y sonreí ladina estando más cerca de él.

Cuando Paul sonrió y nuestros labios casi se rozaron, mi piel se erizó y el aroma de tierra mojada llegó hasta los dos.

Nos miramos a los ojos frunciendo el ceño y nos separamos de golpe al escuchar unas pisadas pesadas.

En unos segundos dos grandes lobos estaban mirándonos, el lobo negro iba por delante del otro.

"Me has desobedecido" dijo Sam en un gruñido.

Hice como que no escuché nada y miré extrañada a Paul. Éste resopló, me empujó para atrás y se transformó poniéndose por delante mía.

"Una orden absurda" gruñó Paul.

"¿Estás cuestionando mi palabra?" preguntó enfadado el alfa.

El lobo de Paul enseñó sus caninos.

"Sí. Tu también necesitas a Gala, incluso Jared dejó de reírse tanto. Tu palabra es una mierda" le contestó el lobo gris.

El lobo negro al igual que el gris enseñó sus fauces.

Podemos hacerle daño!" gritó Sam

"¡¡Llevo un mes con ella!! ¡Mirala! ¡Está bien!"

"¡¿Un mes?!" El lobo de Sam empezó a gruñir con fuerza por lo dicho por Paul.

El lobo negro se posicionó sobre sus patas para querer saltar, ahí entonces reaccioné, no iba a permitir que se pelearan por esto.

─ ¡¡Ya vale!! ¡Hasta aquí! ─ grité interponiéndome entre los dos lobos. ─ ¡Sam! ¡No puedes prohibirles que me vean! ¡Y Paul! ¡Respeta a Sam! ─ les reñí mirando a cada cual

Los tres lobos me miraron entrecerrando los ojos, estaban confusos.

─ Sam, te debo una disculpa, vosotros no sois peligrosos, yo misma enfadé a Paul. Y lo que ocurrió con Emily fue un accidente, no tiene porqué pasar conmigo. Pero no podéis pelearos por esto, sois una manada, y somos amigos

El gran lobo negro gruñó en un tono más bajo, estaba inconforme.

"¿Cómo sabes lo de Emily?" Me preguntó en un tono amenazante.

─ Eso no es lo importante aquí. ─ le respondí cruzándome de brazos.

"No, claro que no" dijo Paul poniéndose enfrente mia "Lo importante ahora es...¿Cómo nos escuchas?"

Miré a los tres lobos delante mía, sus ojos transmitían todo como si fueran humanos, me miraban confusos y puedo decir que hasta desafiantes.

Suspiré y les miré segura de la respuesta que diría.

─ No lo sé ni yo.

Sí, decidí mentir.

Más todavía al saber que Sam estaba molesto.

"¿Cómo que no lo sabes?" Preguntó bruscamente el alfa

─ Lo que oyes, no lo sé. Al empezar a relacionarme con vosotros comencé a escucharos en mi cabeza.

Esa versión tenía sentido, al menos lo suficiente como para despistar un poco.

"¿Y todos estos meses no nos lo has dicho?" me preguntó Jared suavemente.

El lobo castaño caminó hasta estar enfrente mia y chocó su hocico en mi hombro, suspiré y asentí a la vez que le acariciaba.

─ A lo mejor tendría que haberlo contado...pero no sabía porqué pasaba ni como reaccionaria la manada.─ algo de verdad si que tenían mis palabras.

Seguí acariciando el lobo de Jared mientras que el gris de Paul me golpeaba desde atrás con el hocico para llamar mi atención.

"Podría haberme ahorrado muchas transformaciones si supiera que podemos hablar así" se quejó Paul.

Me reí levemente.

─ Aún así prefiero hablar con humanos y no con perros gigantes ─ bromeé.

Por mi pequeño insulto Paul me gruñó cogiéndome la camiseta con sus dientes y estirándola.

─ ¡Que la rompes! ─ me quejé golpeado su hocico.

Paul soltó un quejido al soltarme, me miró juzgándome.

─ No me voy a disculpar ─ me crucé de brazos y Paul resopló.

Los cuatro nos quedamos en silencio, suspiré y miré al alfa.

─ Escucha Sam...de verdad siento todo esto, lo de ahora y lo de la playa. ¿Podemos volver a estar como antes? ─ pedí con voz calmada.

Tardó unos segundos, pero al final el gran lobo negro asintió con la cabeza.

"Tendremos que hablar con los ancianos. Nunca nadie podía escucharnos" dijo Sam

Apreté los labios por ello, no sabía lo que dirían Harry ni Billy sobre todo esto...

Jared se agachó en la tierra delante mía, le miré extrañada.

─ ¿Ahora? ─ pregunté al aire

"Ahora" me respondió el alfa con voz autoritaria

Suspiré y me subí en el lomo del lobo marrón.

¿Que dirían los ancianos?

Sempiterno || °Carlisle Cullen° Where stories live. Discover now