Entonces Eveleen miró hacia un lado del bosque, entre los árboles, y sonrió.

─ Por cierto, no te niegues a él. Es un buen muchacho aunque tenga mal carácter, y puede ser una buena distracción.

─ ¿De qué hablas? ─ le pregunté frunciendo el ceño.

Eveleen solo se rió como si fuera una niña que ha robado un caramelo y se transformó en el fuego fatuo desapareciendo en segundo.

Fruncí el ceño mirando hacia donde ella había dirigido sus ojos. Sentía a un lobo cerca, y seguramente saldría desde esa dirección, Eveleen miraba hacia aquí por algo en concreto.

En unos segundos un gran lobo gris saltó de entre los árboles hacia mi cuerpo, haciendo que cayera al suelo por el empujón.

Cerré los ojos por el brusco movimiento, cuando los abrí vi que estaba encarcelada entre cuatro patas peludas y la gran cabeza lobuna estaba respirando en mi cuello.

"No puedo más con Sam" escuché en mi cabeza.

─ ¿Paul? ─ el lobo gruñó resoplando molesto, así moviendo mi pelo y la tierra bajo mia ─ Eh, tranquilo ─ con cuidado apoyé mi mano en su pelaje gris sin saber como reaccionaria.

Aspiró mi aroma del cuello y en un santiamén su gran cuerpo se relajó, dejó de apoyar su peso en sus patas para tumbarse completamente encima mia... agradecí no ser una humana, sino ya me hubiera sacado el aire de mis pulmones.

─ Paul ─ no me hizo caso ─ Paul ¿Que ha pasado? ─ solo resopló ─ Paul no puedo respirar ─ mentí.

Enseguida se levantó con rapidez y se fue tras unos árboles. A los segundos apareció como siempre, sin camiseta y con esos pantalones desgastados.

Tenía el rostro arrugado por su común cejo fruncido y labios serios, caminó a paso rápido hacia mi y se volvió a tumbar encima mia sin dirigirme la palabra, escondió su rostro en mi cuello, aspiró y se quedó ahí.

"Vale...esto es raro" pensé un poco incómoda...una cosa era tener a un gran lobo encima, al final era como tener a un perro, pero...tener a un hombre de metro ochenta tumbado, literalmente, encima mia ya era mucho mas...amm...extraño.

─ Paul ─ me ignoró ─ Paul estás muy caliente, me das calor ─ toqué su hombro queriendo sacármelo de encima

─ Ya lo sé ─ su aliento golpeó con mi cuello, erizándome la piel ─ No te excites.

Abrí mi boca indignada y utilicé mi fuerza para apartarlo de una vez.

─ ¡¿Pero de qué hablas?! ¡Tu temperatura idiota! ─ alcé un poco la voz.

─ Pues bien que estás roja ─ dijo jocoso cruzándose de brazos.

¿Desde cuándo él hacía bromas?

Por lo que él dijo me toqué las mejillas, notándolas calientes.

─ ¡Porque me dabas calor! ¡Y ni me dejabas respirar!

¿Y por qué me alteraba?

Suspiré relajándome, solo quería molestarme. Me crucé de brazos y le miré. Los dos estábamos sentados en la tierra de brazos cruzados mirándonos en silencio.

─ ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás tan enfadado? ─ Paul resopló frunciendo de nuevo el ceño.

─ Sam

─ ¿Sam qué? ─ viré los ojos. Con un simple nombre no podía saber nada

─ Sam sigue sin dejarnos acercarnos a ti, y yo te necesito, no puedo estar un mes entero sin relajarme ─ dijo sin apartar sus ojos de los míos.

Dios...

No puede ser que dijese algo así mirándome tan fijamente, incluso su ceño fruncido se había aliviado un poco.

Y sobre todo...no puede ser que mi corazón hubiera saltado.

Me entraron ganas de reírme, esto era cosa de mi abuela, yo reaccionaba así por lo que me había dicho antes de desaparecer...si, sería eso. Que risa.

Si...que risa.

─ Es una orden de Sam, yo no puedo hacer nada. Aunque no entiendo porqué lo hizo. Simplemente tuvimos una pelea ─ dije volviendo al tema y olvidando mis propios pensamientos. Paul resopló

─ Normal que se enfadara

─ Paul...─ le llamé en un tono de advertencia

─ Gala, te paseabas con vampiros, y además insultaste a nuestra manada.─ dijo medio gruñendo

─ ¿Perdón? Yo no insulté a nadie ─ fruncí el ceño y me puse de pie.

─ Dijiste que éramos peligrosos ─ añadió alzándose y dando un paso hacia mi.

─ ¡Porque es la verdad! ¡Tu mismo lo sabes! ─ alcé un poco la voz dando un paso hacia adelante.

─ ¡Eso solo fue una vez! ¡Acababa de transformarme! ¡Y tu no ayudabas! ─ dio un paso gritando

─ ¿¡Que yo no ayudaba!? ─ pregunté deshaciendo los brazos cruzados, di un paso más

─ ¡Tu aroma me estaba volviendo loco! ¡Y no dejabas de chincharme! ─ otro paso adelante

Me quedé callada sin saber que decir, era verdad, fue mi culpa realmente, yo quise ver su aguante.

─ ¡Vale! ¡Sí! ¡Es verdad! ─ grite dando un paso más

Y ya no se podía caminar más.

Nuestros pies estaban pegados, nuestros pechos se rozaban, él miraba hacia abajo respirando rápidamente con el ceño fruncido y yo alzaba mi cabeza mirándolo a los ojos.

Hubo unos segundos de silencio tensos, donde los dos estábamos con los músculos rígidos mirándonos a los ojos molestos.

Paul entonces se lanzó a mi cuello aspirando y relajándose, volvió a respirar normal. Suspiró en mi cuello erizándome la piel y se separó de mi dándome un pequeño empujón.

─ El caso es que Sam no quiere hacerte daño ─ dijo con voz calmada, pero aún con el ceño levemente fruncido ─ Por si ocurre algún descontrol con nosotros. Así que no quiere que nos relacionemos contigo. ─ se quedó en silencio mirándome a los ojos ─ Pero yo quiero estar a tu lado.

Sempiterno || °Carlisle Cullen° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora