Richard en el bus.

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.Había salido del trabajo exhausta. Eran alrededor de las seis de la tarde, ya empezaba a oscurecer y mi mal humor aumentaba cuando el estúpido de mi jefe me dijo que debía ir a trabajar al día siguiente, sábado.

Esperé el bus en la misma parada de siempre, obstinada de mi existencia. Al llegar, resoplé al ver que venía cargado hasta el tope. Con mucho esfuerzo me subí y me acomodé en medio del pasillo, sosteniéndome con una mano del manubrio sobre mi cabeza.

Estaba apretujada por detrás y por delante, agotada por llegar a casa lo más pronto posible.

Luego de varios minutos de viaje y mientras estaba concentrada en mi teléfono, el bus frenó de golpe y fui impulsada hacia atrás con fuerza. Sentí un bulto sobre mis nalgas y me giré a ver con qué había tropezado. Detrás de mi y con cara de yo no fui estaba un chico moreno, un poco más alto que yo. Llevaba una camisa blanca ajustada al cuerpo, que no dejaba nada que desear. Miré hacia su cintura de reojo y vi aquel paquete con el que me había tropezado. Carraspeé luego de que el chico se disculpara y volví mi vista al frente.

Con cada movimiento del bus movía mi cadera hacia atrás, ansiosa de seguir sintiendo aquello. Sentía que el moreno apretaba su cadera hacia mi y empecé a hacer movimientos circulares disimulando con el movimiento del transporte.

Me había excitado demasiado, la amargura se esfumó y sin poder aguantar más, cuando el bus se detuvo una cuadra antes de mi casa, me dirigí a la puerta y le hice una seña disimulada al chico.

Bajé y me dirigí a una estación de servicio que estaba cerca, sin saber si el moreno me había seguido. Para mi sorpresa, cuando crucé al área de los sanitarios, lo vi detrás de mi con una sonrisa pícara en el rostro. Para entonces ya estaba súper mojada, sentía los jugos atravesar mi pantalón.

El chico cerró la puerta detrás de él y, con un deseo inexplicable le toqué el paquete sobre el pantalón, lo apreté y me mordí los labios con lujuria.

Él me tomó por las nalgas y me apretó hacia él oprimiendo su paquete contra mi pubis. Me prendí mil y le solté el botón del pantalón. Él se bajó el jean y el bóxer y su miembro salió como un resorte, erecto y fijo hacia mí.

Me agaché y lo llevé a mi boca de inmediato. Empecé a chupar como una posesa, lo lamía y saboreaba a mi gusto. Él me agarraba de la cabeza y me empujaba a su ritmo.

- Me voy a acabar – dijo con la voz entrecortada.

- Todavía no – le pedí.

Me puse de pie y me relamí los labios mirándolo.

- Quiero que me la metas – le supliqué con su miembro en mi mano.

Él me tomó de la cintura y me apoyó del mesón del lavamanos. Me desabroché el pantalón con rapidez y lo bajé hasta por debajo de mis nalgas.

- ¿Te lo han metido por detrás? – me preguntó dando pequeños golpes con su miembro en mis nalgas, eso me volvió loca.

- Aun no – le dije con un gemido sordo.

El chico pasó la punta de su miembro entre mis nalgas, estaba caliente y, como una perra en celo, movía mis caderas hacia atrás, deseándolo dentro.

- Métemela ya – le supliqué.

Gemí cuando empezó a introducirlo dentro de mí.

- Así – dije – ah – gemí cuando la metió más profundo.

- ¿Te gusta? – me preguntó mientras me apretaba las nalgas, yo asentí sosteniéndome del mesón con fuerza - ¿quieres más?

- s-sí – le respondí – quiero más.

El moreno empezó a penetrarme con más rapidez, la metía y la sacaba con movimientos rápidos y yo gemía como nunca.

- más, más – gemía – rico, más rápido.

Me agarró el cabello y me embistió con más fuerza.

- uff, más....


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