CAPÍTULO 24

515 29 2
                                    

No me encontré capaz de abrir la carta ese día, tampoco al siguiente o al siguiente. La celebración se desarrolla sin contratiempos y las imágenes que pasan en televisión son de mí sonriente con mi perfecta familia y mi perfecto novio, que el Capitolio ha decidido que es Citrio Seastone.

Finnick apenas se atreve a mirarme en público, solo podemos estar juntos cuando estamos en alguna de nuestras casas, aunque no para de asegurarme que una vez que se vayan las cámaras podremos volver a la normalidad. Yo sé que esto no va a pasar, las cámaras nunca se van cuando se trata de Finnick Odair.

Cordelia solo me habla para lo esencial; ya no nos probamos ropa en mi habitación o chismorreamos sobre la escuela, pues he dejado de ir. Saffreen hace todo lo posible por traerme a la vida, animándome a salir de casa o a ponerme mi ropa bonita de nuevo, pero ya no me apetece hacer ninguna de esas cosas. En el momento en que pongo un pie fuera de casa, alguien se acerca a preguntarme por Kai, todos parecen dispuestos a darme su opinión sobre si hice bien en matarlo o no.

Si mi padre había estado fingiendo el no saber el por qué entré a los Juegos, ahora había parado, y apenas llegaba a la casa, temeroso de encontrarse con mi mirada acusadora; la única que me volvía a tratar como antes es Deezee, que me anima a salir de la cama y me reprende por hacer desorden en mi habitación.

No puedo ir al mar.

Las veces en que lo he intentado, primero tengo que atravesar un camino tortuoso donde paso por la casa Brise, esperando no encontrarme a ninguno de los señores afuera, los pescadores murmuran al verme pasar y el sol me desestabiliza si olvido tomarme la píldora después del desayuno. Una vez en la playa las cosas no van mucho mejor, hay algún camarógrafo escondido entre las rocas o agentes de la paz mirando fijamente. Pero no como 172, que me hacía sentir segura, esta es una mirada lasciva y sin interrupciones.

Aun ignorando todo esto, la sola visión del mar me hacía tambalearme, el aroma del pescado crudo me daba náuseas, y me inundaban los recuerdos de ese mar cruel que había escupido a sus mascotas diabólicas en nuestros barcos, que nos había engullido entre sus altas olas oscuras y se había llevado a mi Kai.

Ni siquiera me planteo el ir a nuestro antiguo escondite, donde fue la última vez que estuvimos los tres juntos antes de que nuestro mundo se resquebrajara de esta manera.

Lo único positivo que ha sucedido es que el comandante Seastone se irá muy pronto, obra de Finnick. Ha conseguido contactarlo con Seneca y asegurarle un puesto prometedor en el Distrito 2, la transacción del dinero y el empleo se ha dado tan rápido que ni siquiera he tenido que verlo de nuevo. Pero eso no ayuda a sobrellevar todo lo que mi mente conjetura en las largas horas que paso encerrada en mi habitación, pensando.

Han pasado tres meses así, cuando finalmente decido que no puedo sobrellevarlo más tiempo.

Demetria parece feliz de escucharme por teléfono, le cuento como ha ido la mudanza a mi nueva casa, y le describo la renovación que comencé en mi nuevo cuarto. Ella me cuenta como mis vestidos han sido replicados y se han agotado en el Capitolio, que la han invitado a la semana de la moda y que mucha gente importante quería conocerme.

- Y... ¿si regresara al Capitolio, aceptarías una compañera de cuarto?

Me atrevo a decir después de un rato, a lo cual ella reacciona con más entusiasmo de lo que me esperaba, nos ponemos a hacer planes y, por un momento, me siento verdaderamente entusiasmada. Determinamos que me quedaré una vez termine la Gira de la Victoria y ella asegura que me acondicionará una habitación en su lujoso nuevo departamento.

Cuando cuelgo el teléfono me siento una traidora. Para con mi familia, que me había estado esperando, para Citrio, al que dejaría solo de nuevo y para Finnick, quien se había vuelto a instalar en su residencia del Distrito 4. Pero sabía que si no salía de aquí cuanto antes, no haría más que traicionarme a mí misma.

EL MENTOR | Finnick Odair  // ( COMPLETA) Where stories live. Discover now