CAPÍTULO 15

390 31 4
                                    

Cuando llegamos a la Cornucopia han sido varios días de rutina. Navegar con Kai es seguir sus órdenes, y eso es fácil cuando juegas a la tripulación una tarde, pero varios días seguidos es mucho menos agradable.

Ayudar a limpiar la cubierta, pescar, asar el pescado, porcionar el agua, llevarle comida a Aliry, como ahora sé que se llama la niña del distrito 7, revisar que no haya naves a la vista, comprobar el curso, izar las velas, bajar las velas, asegurar las cuerdas, afilar las armas, tejer redes...

Lleno mis días de actividades para evitar pasar demasiado tiempo pensando en lo que pasó en la nave de la bandera roja, pero esto me cansa, y todos los días termino exhausta. A veces me toca dormir en el camarote, a veces no.

Todos los días pienso en Cordelia, en Maureen, incluso en Saffreen, todos los días me imagino a Citrio y me pregunto cómo le estará yendo en el liceo por sí solo; todos los días extraño a Kai.

No el Kai que pesca junto a mí e intenta sacar plática de los "viejos tiempos" sino del Kai que conocí en casa, que era un escultor nato, que gustaba de hacer bromas, que nunca hubiera traicionado a sus amigos... que nunca me hubiera alentado a matar a alguien.

La rabia que siento hacia él no hace más que aumentar día con día, y a pesar de ello tengo que fingir que todo sigue igual entre nosotros, sin olvidar que hay cámaras observando mi más mínimo movimiento.

No recuerdo la última vez que hice mis necesidades con comodidad. Desde que recibí la nota de ese patrocinador, procuro siempre rodear mis partes privadas con mi chamarra cuando voy a orinar o a defecar. No me he aseado propiamente desde que iniciaron los juegos y mis compañeros se dan cuenta, pero lo último que quiero es que se haga una compilación de mis imágenes sin ropa y se venda al por mayor en el Capitolio.

Esa ha sido mi realidad durante los últimos días, y comienzo a cansarme en serio.

Es un alivio cuando finalmente llegamos a la Cornucopia y puedo desviarme un poco de esa rutina, aunque sé que esta visita no solo es por provisiones, sino también para cazar a quienes se quedaron en los barcos aún anclados alrededor.

- Esa pequeña sabandija debe estar oculta en uno de esos barcos - dice Tulsi entre dientes y yo tengo que disimular mi pánico.

Kai y Tulsi bajan del barco como si estuvieran en una excursión, felices y señalando cualquier tontería para que todos lo veamos. Todos bajamos en la barca y remamos hasta la Cornucopia. Evander se queda a hacer guardia y ayudarnos a subir las provisiones.

El sol baña su superficie metálica, dentro de ella hay una vasta cantidad de agua y comida, justo como lo habíamos previsto, aunque no vuelven a abastecer de armas, para decepción de Bree, que quería conseguir más lancetas paralizadoras.

Subimos el pequeño montículo de tierra que culmina en la Cornucopia y me doy cuenta de que siento las piernas como de gelatina, producto de haber estado en alta mar tanto tiempo, pero después de caminar un rato, logro acostumbrarme.

Comenzamos a cargar la barca con barriles de agua, comida enlatada, carne seca. Todo lo que podemos encontrar.

Un grito de Tulsi nos pone a todos en guardia.

- ¿Creíste que no te veríamos, cierto? - tras esto, un chico alto y delgado sale de entre las provisiones y corre, yo veo de reojo como Kai extiende su brazo para alcanzar su tridente, pero nos interrumpe un extraño estruendo.

El sonido de chapoteos y patas pesadas contra el agua nos toma a todos desprevenidos, y cuando menos lo esperamos, una docena de caballos color gris perla emergen por costa, galopando hacia la playa.

El sonido de chapoteos y patas pesadas contra el agua nos toma a todos desprevenidos, y cuando menos lo esperamos, una docena de caballos color gris perla emergen por costa, galopando hacia la playa

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
EL MENTOR | Finnick Odair  // ( COMPLETA) Where stories live. Discover now