CAPÍTULO 16

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La noche es el momento más incierto en un barco como este, y con una tripulación como esta. No sabes quién está conspirando con quién para matar a quién.

Habíamos acordado entre todos que nos separaríamos en cuanto encontráramos a Aliry; Kai había dicho que se quedaría conmigo, lo cual solo me ponía en aun más peligro, además ni Bree ni yo hemos llegado a un acuerdo de qué hacer respecto a eso. Ninguna de nosotras está dispuesta a hacerle daño, eso es un hecho, pero también es un hecho que alguien debe hacerlo, y ese alguien quizá no sea tan benevolente como nosotras.

El barco de la bandera roja flota a nuestro lado sin dejar de recordarme los gritos de las chicas, el desagradable sonido del arpón atravesando un cuerpo humano, y toda la sangre que manchó mi ropa. Sangre que no he lavado de mis pantalones y mi camisa, porque me niego a quitarme prenda alguna delante de las cámaras.

Cada día el ambiente se pone más tenso, por más que Kai quiera disfrazarlo con su sonrisa y nos anime a todos a participar en las tareas del barco, pero todos sabemos que algo pasará.

Ese algo resulta comenzar esta noche.

Después de varios días de dormir en cubierta, con la nave vecina acechándome, finalmente me toca dormir en un camarote. Agradezco la oportunidad, pues mi espalda duele y me encuentro cansada de las noches anteriores, era imposible dormir con mis pecados mirándome desde el barco de la bandera roja.

El camarote huele a humedad y las sábanas apenas aportan calor, pero el colchón se siente como un paraíso para mi espalda magullada. Mis heridas ya solo han dejado costras desagradables sobre mi piel, pero mis músculos comienzan a resentir los esfuerzos de los días pasados.

El mecer de las olas y lo cómodo de la cama me hacen caer en un sueño agotado.

Estoy de regreso en el 4, el sol baña mi habitación como solía hacerlo cada mañana y el aroma del mar salado me hace despertarme de buenas. Saffreen me grita que el desayuno está listo, que deje estar de holgazana, y no me molesta, de hecho estoy feliz de escucharla.

Bajo corriendo y Deezee ha hecho todos mis favoritos, la mesa está cubierta de pescado empanizado en grandes charolas, emparedados de crema de avellana, helado de mandarina, pasteles de frutas, leche de coco. Maureen hace un desastre mordisqueando todas las frutas que adornan las tartas y Saffreen intenta limpiarle el rostro que está embarrado de dulce.

Abrazo a Saffreen, abrazo a Maureen.

Alguien toca la puerta y al abrirla no me encuentro con la calle que une al vecindario, sino con nuestra playa.

Citrio pinta a pie de mar, tiene un caballete y un godete donde moja los pinceles. Kai está tirado en la arena mientras esculpe una figura en la concha nácar, ambos sonríen al verme llegar. Kai me reta a una carrera de nado.

Entro al mar helado sin preocuparme de arruinar mi vestido, él sonríe y comienza a nadar con rapidez, yo comienzo a dar brazadas pero me quedo en el mismo lugar, frunzo el ceño y nado con aún más fuerza, sin lograr moverme un centímetro.

Kai reaparece a mi lado, mirándome con una sonrisa burlona.

"Tanto tiempo y no has aprendido"

Antes de que pueda contestarle, hunde mi cabeza en el mar, tomándola con tanta fuerza que me lastima. Comienzo a sentir dolor de cabeza y me agito para indicarle que me deje ir, pero él no me suelta.

Pataleo con fuerza y logro liberarme unos segundos, lo bastante para ver que ahora no es Kai quien está a mi lado, sino el comandante Seastone. Intenta volver a meter mi cabeza al agua, pero esta vez me resisto, comenzamos a pelear, pataleamos y nos empujamos al agua mutuamente, finalmente tomo la delantera, empujo todo mi peso en él y hundo su cabeza en el agua con fuerza. Lo mantengo por más que patalee y se sacuda, hasta que su piel pierde el color y sus extremidades pierden la fuerza.

EL MENTOR | Finnick Odair  // ( COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora