Su sonrisa se borro.

-¿Quién te contó sobre lo que paso?

-El abuelo. ¿Acaso no estás feliz?

El negó con la cabeza.

-¿Por qué no lo estás?

-Eso no importa, lo importante es que tu estas aquí conmigo.

-No cambies de tema padre. Dime la verdad.

-Es solo qué...que no quería hacerte daño de esa manera.

-¿De qué manera?

-El saber que tu madre arruino mi vida y sus vidas no es nada agradable, y menos a tu edad.

-Ella es indiferente para mí. No me importa.

-Señorita Riley, su padre debe descansar.-me dijo la enfermera.

-Oh,claro. ¿Debo irme?-le pregunte desanimada.

-Para nada, usted puede quedarse. Así su padre se sentirá más tranquilo. Eso solo que le avisaba porque debo darle sus medicinas. Por cierto, yo soy la enfermera de su padre.

-Puedes llamarla Ana o Anita.- dijo mi padre riendo.

-Así es.-contestó ella de la misma manera.

Anita le dio las medicinas y poco a poco mi padre se fue quedando dormido. Ella salió de la habitación.

Me senté en el sillón y miré por la ventana. Estábamos en doceavo piso. Era un lugar alto. Eran alrededor de las 2 de la tarde. El día era lindo. Desde aquí la vista era genial. Se veía el mar y un par de montañas a lo lejos. Las personas caminaban con rumbos diferentes y los animales trataban de sobrevivir a todo el caos humano.

Un teléfono empezó a vibrar. Mire el mío y no era. Mire la mesa que estaba a un lado de mi padre y era ese. Era una llamada de un número desconocido. No sabía si aceptar la llamada o no. Nada perdía si aceptaba. Acepte la llamada y conteste.

-Buenas tardes.-dije con mi intento de voz varonil.

-¿Argus?¿Eres tú?-dijo una voz tímida femenina.

Me quede callada. No conocía esa voz.

-¿Argus?-volvió a preguntar.

-No-puse mi voz normal.-Soy Hera.

La señorita o mujer se quedó callada. Segundos después colgó.

El teléfono volvió a sonar. Conteste y de nuevo colgaron. Eso paso unas 5 veces seguidas.

El teléfono por sexta vez sonó.

-¿Va a tener una plática conmigo o no?

-Lo siento hija, estoy nerviosa.

-¿Hija?¿Mama,eres tú?

-Lo siento de nuevo. No. No soy tu madre.

-¿Quién eres entonces?

-Mi nombre es Leila.

Mis ojos y mi boca se abrieron a su máximo nivel. Era el amor verdadero de mi padre.

-Leila...ho-hola.- tartamudee.

-Es la primera vez que escucho tu voz linda.

Era un amor de persona esta mujer.

-Digo lo mismo. ¿Cómo conseguiste el número de mi padre?

-Emmanuel me lo ha dado.

-¿Cómo está el?-pregunté preocupada.

-El está de maravilla. Te extraña demasiado. De hecho, todos aquí te extrañan...incluyéndome.

Mis mejillas se sonrojaron. Leila no me conocía y me extrañaba, era raro pero tierno a la vez.

-Sí quieres hablar con mi padre, no se podrá. El está dormido.

-No quiero hablar con él. Todos estos días he estado hablando con él.

-¿En serio?-pregunté emocionada.

-En serio. Me ha contado mucho sobre ti.

-Wow. Qué lindo...Leila ¿te puedo preguntar algo?

-Claro Hera, lo que gustes.

-¿Amas a mi padre?

Leila se quedo en silencio.

-Sí te incomoda mi pregunta, no la conteste. Solo fue un impulso.

-No me incomoda en lo absoluto. Claro que amo a tu padre, es solo que es raro.

-¿Por qué es raro?

-Lo único que te puedo decir es que Argus y yo...creamos juntos nuestras alas, pero jamás hemos volado.

Leila corto. Me quede en silencio. No sabía qué hacer ni que decir. Mi cuerpo estaba inmóvil ante aquella frase llena de soledad llena de sentimientos verdaderos.



¡Hola!¿Como están? Espero que estén de maravilla.

Quiero pedir una disculpa porque últimamente he tardado mucho en subir capítulos. Mi gran excusa es la escuela. Este mes es de evaluación y es horrible.

También quería AGRADECERLES POR TODO. GRACIAS POR LEER, POR VOTAR, POR COMENTAR...¡SON INCREÍBLEEEEEEEEEEEES! 

Les mando un fuerte abrazó de oso♥. Las quiero.

365 cartas para tiOnde histórias criam vida. Descubra agora