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ElEANOR
Me levanto tarde con una jaqueca de los mil demonios, me paro de la cama y abro las cortinas de unos de los ventanales, ya ha amanecido.
Richard y Samael duermen en la sala de la habitación, cruzo el arco que divide la habitación y abro las cortinas. Los veo quejarse por la luz del sol, no bebieron lo suficiente pero parecen destruidos. Recojo los corbatines y los sacos para llevarlos al vestidor. Cruzo la puerta que da a la ducha, me quito la ropa y me meto sin pensarlo para que la cabeza deje de punzarme.
Termino y me visto con la ropa vieja de los cajones, un vestido manga corta largo de botones, es cómodo para el día sin estrés que quiero, los tenis son una delicia después de horas en tacones.
Dejo a los dos monstruos dormir, como ayer ni siquiera me querían hablar, ahora les quito los zapatos con cuidado de no despertar a ninguno de los dos. Son tipos de más de 1.90 y por tanto los sofás no son nada cómodos.
Bajo disfrutando del silencio que el palacio del abuelo brinda, el comedor es gigantesco, pero de niña me acostumbré y no hay problema, está muy iluminado dejando brillar el dorado de algunas cosas. Los fantasmas de mi infancia se hacen presentes, puedo ver y oír risas de quienes alguna vez trataron de ser niños dentro de la Bratva.
Me sirven el desayuno en tanto reviso redes sociales, especialmente de las notas respecto a la recaudación.
Me meto el primer bocado de pollo a la boca sin dejar de deslizar mi pulgar en el celular. Me gusta comer con mi familia, pero con el estrés que ahora me provocan disfruto de la ventaja de levantarme a las 7 de la mañana.
- Buenos días– me dicen en Alemán, veo a Fritz sentarse enfrente mío, su hijo lo hace a mi lado dándome un rápido abrazo.
- ¿no deberían estar durmiendo?– les restó importancia en tanto los sirvientes le ponen la comida enfrente.
- Sigmund no ha tenido una buena noche– comenta–
- Re formulo la pregunta ¿no deberían estar en un avión a Irlanda?–
- Pensé que podíamos estar un rato aquí–
- Fritz– dejo el celular a un algo— eres mi amigo y lo sabes, pero no le agradas a Sam y mucho menos a Rick, que por cierto es muy difícil caerle mal a ese hombre–
- Me tienen envidia– Se ríe, lo burlo–
- Tú quieres morirte ¿verdad?–
- Si quisiera morirme no estaría donde estoy– dice obvio– aparte, me gusta molestarlos–
- a mi es a quien molestas porque ellos se molestan conmigo– gruño– son los papás de mis hijos y quiero tenerlos contentos, entiende–
- ¿y yo qué soy?– voy a decir algo que lo haga sentir mejor pero sonríe divertido– tengo que ir a buscar a mi hija a Irlanda, nos iremos un tiempo–
- Sé que las cosas no están bien con mis esposos, pero no puedo dejar que te vayas, Sigmund...–
- sé de lo que son capaz, no quiero ser el próximo Emile cuando nuestra relación no fueron más que dos acostones–
- Gracias por entenderlo–
- yo también te quiero, querida–
- ¿qué?– siento frío cuando siento la
Presencia y el aroma de Samael–
- Tienes cinco minutos para tomar a tu bastardo y largarte—
Mato a Fritz con la mirada, se le nota lo pendejo en una leve sonrisa.
- Adios mami– Sigmund me dice en Alemán, convive con mis hijos unos días y ya se le ha pegado la forma en la que ellos me llaman–
Jala una silla a centímetros de mi y se sienta, no lo veo, espero sus reclamos.
- ¿quieres irte con él?— espeta, no voy a responder una necedad– Mírame– me gruñe tomándome del mentón con fuerza obligándome a mirarlo– ¿quieres eso?–
- Ya déjame– Intento quitarme su mano de encima pero solo me lastima mas–
- No, quiero que me lo digas, porque si es así, anda, lárgate con tu linda familia– Una parte de mi adora a este hombre y siempre lo hizo. Este es el Samael que conocí, a este que escogí porque sabía que podría adaptarse.–
- sigue amando a otros hombres, y no habrá quien te quite las ganas que yo te doy— me suelta con brusquedad, los sirvientes ni siquiera respiran. Samael arrastra el plato que está frente a él, con eso le sirven el desayuno.
- Quiero pasar este día sin discusiones–
- Lo haremos cuando no esté tu bastardo aquí–
Hago que recojan los platos, La Paz con la que desperté desaparece llegando el mal humor, con un movimiento de cabeza hago salir a todos.
- He dejado vivir al hijo de tu ex en mi casa– Espeto–
- Por mi mándalo a la calle, te lo dije hace mucho tiempo– me mira y se gira hacia mi poniendo un brazo en el respaldo de la silla– Yo no tuve un hijo con ella, tú sí con otros hombres–
- ¡Lo ibas a tener!–
- ¡eso no te daba derecho de preñarte de otro!– golpea la mesa haciéndome respingar–  y de darle un fenómeno de probeta a ese– me señala preparando alguna estupidez, odio que me señalen, lo detesto,  voy a golpearle la mano pero antes me toma de la muñeca con fuerza, me resisto pero es obvio que es más fuerte.
- suéltame ya– Gruño– Que ya no tengo diecisiete–
- Y yo ya no voy a considerar tu enfado de cogerme a otras, lo veo a él y a cualquier otro cerca de ti y lo mato– me suelta– Oliver pronto tendrá diez años y tú no puedes superarlo–
- lo he hecho, me gustó cogerme a otros– Le resto importancia–  Estamos a mano–
Sigo con mi desayuno, lo escucho tomar aire.
Eric es el siguiente en llegar con un buenos días en francés.
Los sirvientes vuelven cuando les llamo, le sirven a mi padre.
- No vino Alex, creí que lo haría– comenta–
- Mis hermanos le están absorbiendo el tiempo–
- Claro, a estos no se los robó cuando ya eran grandes– da un trago al vaso con agua–
- Se le dice adoptar, y él lo hizo oficialmente cuando tenía 17–
- Adoptas a un huérfano–
Giro los ojos, jamás entenderé su odio hacia Alex cuando es su culpa que no lo quiera.
- tú solo agregaste ese apellido de campesino que lastimosamente ahora tienen mis nietos–
- Si de apellidos que sobran hablamos, el tuyo igual– Samael dice y Eric niega–
- no, el apellido de Isabell es Volkova guión Parisi, mis nietos deben de tenerlo así, no el Davies, que es un nombre y ya–  explica como si Samael no supiera el porqué del nombre tan largo de sus hijos. No puedo solo dejar a un lado el apellido del hombre que me hizo lo que soy ahora, ese sujeto que me enseñó a ser menos animal– Deberían quitárselos-
- ¿no te reclaman tus hijos en París?– cuestiono–
- ¿sabías que aquí conocí a tu madre?– me ignora, giro los ojos intentando comer– Cambiando de tema ¿hablaste con Lenin y su padre?–
Había olvidado a ese niño mal educado y su padre ebrio.
- Dimitri no está siendo un buen consejero para ese niño, Lenin heredó unos de los negocios más sólidos, es jefe a sus nueve años–comenta– Escuché que está tomando un bando, y no el tuyo precisamente–
Arseni es como mi hermana, nos criamos juntas en este palacio, pasamos veranos e inviernos divertidos a pesar de trabajar para el abuelo, por ello, su familia es mi responsabilidad.
- ¿me escuchaste?– Eric me saca de los guisantes de mi plato–
- Sí– Susurro– solo he querido darle su tiempo, su mamá lleva más de dos años desaparecida–
- Muerta es los que quieres decir—
Lo que dice me molesta.
- sigue viva, lo sé-
- Pues su familia no lo cree así– insiste– La cacería Volkov pronto cumplirá una década–
Aparece Pável y su hijo mayor, el cual ha dejado de ser un niños de 14 años para convertirse en casi un hombre, es quizá unos cinco centímetros más bajo que su padre.
- ¿y tú qué haces aquí?— Eric cuestiona y yo sigo comiendo– ¿no están separados?–
- ¿tú acaso no tienes una familia es Francia? Te la vives pegado a Isabell como si le importara tu presencia–
- No me respondiste la pregunta que te hice–
- Oye Pável, tu abogado está aquí ¿cierto? En Rusia, ¿por qué no lo llamas para firmar el divorcio de una buena vez?– Samael se mete–
Pável asiente.
- Digo, a ambos les urge divorciarse–
- Sería lo mejor para todos– Eric añade–
- Ninguno de los dos tiene el derecho de meterse en la relación que tengo con Isabell, la cual establecí privada y así la quiero mantener–
- Ya todos saben que le pusiste los cuernos, privada no es– Samael resopla, miro a mi padre, quien según sè aún no lo sabía, debe estar pensando que su hija ni siquiera puede mantener a un hombre honorable como su esposo–
- ¿qué tú qué?– Serkan se sorprende y se enfada al instante. Pável quiere matar a Samael, sé lo importante que es esa información. - ¿ahora eres un hombre de putas? Porque solo una puta podría abrirle las piernas a un hombre casado–
Pável se levanta furioso con la intenciones de golpearlo, Serkan hace lo mismo enfrentándose.
- ¡basta!– grito cuando lo tiene del cuello y Serkan esperando el golpe– no te atrevas a golpearlo, siéntate ya—
Lo suelta pero lo toma del brazo para marcharse.
- Si pretendes irte, no pasarás de la entrada principal–
- Entonces lo haré en el recibidor–
La cabeza comienza a dolerme. Odio tanto los malditos golpes porque así me educaron a mi, y no es la manera correcta.
- ¡siéntate maldita sea!– se detiene de golpe, voltea la cara para mirarme, le sostengo la mirada. Asiente soltando al adolescente. Los dos regresan a sus lugares– Gracias– espeto–
Serkan se cruza de brazos, el humor se me hace mierda en segundos.
- ¿y quién es tu puta?– Serkan suelta el ruso y su padre a él un golpe que le hace sangrar la nariz.
- Quería un día tranquilo— le hago saber a todos.
- ¿por qué le sangra la nariz?— Richard hace presencia sentándose a lado de Samael–
- Le fue infiel a mamá– Serkan se pone una servilleta en la nariz–
- Es debatible– dice, me tallo el puente de la nariz– Considerando que fue con tu mamá y que Eleanor igual tiene amantes–
Serkan mira a su padre.
- ¿debatible? Un zaitzev honra sus principios– está muy decepcionado– No tenemos amantes–
- De verdad quería un día tranquilo– me levanto con un insoportable dolor de cabeza, por lo que mejor decido ir a dormir otra vez. Me quito los zapatos en el recibidor de la habitación, camino a la cama y me subo boca abajo abrazando una almohada.
La nariz me pica gracias a las ganas de llorar que me aguanto. Tomo aire, por eso jamás quise casarme, pero si no lo hacía no tendría nada de esto.
Las lágrimas salen porque ninguno de los tres hombres que escogí para padres de mis hijos me quiere. No son ellos el problema, lo soy yo.
Escucho la puerta cerrarse, me limpio las lágrimas rápido.
- Siento haber estropeado tu mañana– Samael se disculpa pero su tono de voz aún es molesto– desconocía que Serkan no lo supiera–
- No importa– Noto como se sienta a mi lado–
- Prometo comportarme el resto del día ¿me enseñas el lugar?–
- No, me duele la cabeza–
- anda, conejita, no te enojes conmigo– me cubre con su pecho, me besa la mejilla en tanto yo noto su enorme mano a un lado de mi.
- No estoy enojada contigo– cierro los ojos cuando me besa de nuevo la mejilla, me da cariño.–
- Yo sí contigo, pero lo olvidaré un rato por hacerte pasar un mal momento—
Se mueve acostándose a mi lado.
- Me parece bien que quieras dormir otra vez, porque dormirse a las cuatro de la mañana y levantarse a las 7...–
- ¿ya no es de tu edad?–
- oye– me nalguea divertido, su respiración me hace cosquillas en el cuello– ¿por eso me estás dejando por treinteañeros verdad?– su mano en mi trasero me pone mal.
- Quiero dormir, Sam–
- A mi me conociste en mis treintas, pero como ahora soy un cuarentón– se aleja– Ayer me vi una cana ¿crees que deba pintarme el cabello?–
- ¿por una cana?– frunzo el ceño–
- ¡Tengo 40!–
- 41 pero un año menos un año más–
- Dejaré de ser tan tóxico si me prometes que no me dejarás incluso cuando tengo sesenta– No respondo esperando su reacción– ¡Eleanor!–
- Ay pues depende, ¿te veras como Brad Pitt?—
- Esperemos mejor– se ofende, me apretuja el trasero.
- Ya— me muevo para que deje de hacer eso–
- ¿qué? ¿No puedo?–
- Quiero dormir un rato–
- Solo estoy consintiéndote– se acerca otra vez a mi besándome la cara, acaricia mi espalda y no puedo negar que se siente bien. Se mueve montando mis piernas para sobarme los hombros y la espalda. Abro los ojos cuando se inclina a besarme, siento algo en mi trasero.
Sigue acariciando, me manejea el trasero y vuelve a mi espalda, tal vez solo es mi imaginación, vuelvo a cerrar los ojos. Se inclina otra vez a besarme marcando esta vez más su pelvis contra mi trasero.
- Sam–
- Ujum–
- Te la siento–
- ¿qué cosa?– me estruja el trasero arrimándome el paquete duro. Se hace el desentendido comenzando a subir el vestido-
¿Que voy a hacer? Me prende este hombre, obvio voy a dejarme. Se restriega contra mi sin prisa, me pone mal y aún peor cuando toma aire. Este tipo de juegos los hicimos antes que aceptara acostarse conmigo.
Me besa con cariño, dejo de respirar cuando siento como baja hasta mi piel desnuda.
- Sam...– que haga eso siempre me llenará de vergüenza. Baja mis bragas y me quedo sin aliento cuando pasa su lengua por mi intimidad tal cual paleta.
Esto siempre va a confundirme ¿realmente me desea? Porque a cómo está comiéndome parece que sí, parece que no ha probado bocado o mi vulva y trasero es su alimento favorito.
Me aferro a la almohada, recibe los gemidos que provoca mi esposo, que si bien no me ama, al menos es un excelente amante.
Me levanto, él se aparta y me giro tomándolo de la camisa para llevarlo entre mis piernas. Beso sus labios con mi sabor en tanto desabrocho el cinturón.
- Espera– se aparta hincándose– Quería ir lento...quiero– Confiesa– no quiero un polvo, quiero lo otro–
- Ah...–
-Como antes–
- ¿quieres que regrese...?–
- Está bien así– se apoya de nuevo en mis manos para besarme, comienza a bajar y vuelve a tomarme. Acaricio sus brillantes cabellos, no puedo olvidar el pasado porque en verdad dolió, está aquí porque Anastacia está muerta, soy la segunda opción del hombre que amo y eso jamás lo voy a superar.
- ¿no lo hago bien?– aparto la atención a mis pensamientos–
- claro que sí–
- No parece que lo disfrutes– se hinca–
- Bueno entonces ya no lo hagas– giro los ojos cerrando mis piernas y volviéndome a acomodar para dormir de lado—
- Estoy harto que solo sea un objeto con verga ¿sabes? Para eso cómprate un maldito pito de plástico-
- Ya lo tengo, ese no es un maldito infiel como todos ustedes. Ya déjame dormir–
- Si fuera al revés te aseguro sería muy diferente–
- claro– lo ignoro–
Abro los ojos de golpe cuando de un tirón pone mi espalda contra el colchón, hago resistencia cuando quiere separarme las piernas pero lo logra con la fuerza que tiene metiéndose entre ellas.
- ¡lárgate ya!–
- ¡cállate!— ruge sosteniéndome de las muñecas– se buena– Me dice en la cara presionando mis manos contra mi pecho inmovilizándome, con su mano libre se desabrocha el cinturón, es un maldito. Forcejeo con él pero es imposible, hasta lo excito más cuando en mis intentos de huida me restriego en su pantalón. Intento cerrar las piernas pero de nuevo me las abre. Le manoteo pero logra someterme con las manos arriba de mi cabeza. Con su mano libre se desabrocha el pantalón y se saca el pedazo de carne que lleva como miembro. Lucho con él a pesar que es inútil, me niego a que entre, pero me entierra los dedos en las caderas atrayéndome hacia él.
- ¡quédate quieta ya!— me lo quiero quitar de encima pero maldita sea, es un hombre de dos metros, se aferra a mis muñecas– Basta– gruñe soltándome con fuerza. Le doy una cachetada que lo enfurece más de lo que ya está, ignora mis manoteos, me separa las rodillas y ahogo un grito cuando logra enterrarse en mi. No espera que me acostumbre a él como suele hacerlo, por lo que duele cada envestida furiosa que me da.
- ¡me duele Sam!– pongo mi mano en su abdomen para que no entre con profundidad pero me la quita de un manotazo.
Me arranca los botones del vestido estrujando mis pechos y sin nada de delicadeza los lame, chupa y mordisquea.
Mis intentos de quitármelo de encima es imposible. Me niego a que me bese pero me obliga a hacerlo. Baja a mi cuello succionando mi piel.
- Tal vez así sepan que eres mía— susurra en mis labios pasando su lengua por ellos y después por mi mejilla levantándose, se aferra a mis muslos provocándome más dolor que placer. Que una mis rodillas no le impiden embestirme con tanta dureza, pero aún así me las separa con una brusquedad que duele manteniéndome abierta. Entierra sus dedos en mis muslos teniéndome inmóvil contra las sábanas.
Chillo alto inconsciente cuando entra todo lo que puedo recibir.
- Shhh, cállate— tapa mi boca con su mano y continúa moviéndose sin preocuparse de lo que estoy sintiendo.
Sus embestidas se aceleran y la fuerza que ejercen sus manos es aún más, empuja tanto como puede y sale rápido subiéndose a horcajadas sobre mi pecho, un poco de su líquido cae sobre mi mejilla y labios antes de acomodarse , abre mi boca tomándome del mentón.
- trágatelo todo— Ordena llenándome la boca del líquido que expulsa mientras su mano sube y baja sobre su miembro. Cuando termina vuelve a poner su mano sobre mi boca obligándome a tragar todo lo que puso en ella.– lindo conejito– dice quitándose, me limpio el resto del líquido blanco de mis comisuras. Bajo y cierro mis piernas, Escucho como entra al cuarto de baño y sale después de un par de minutos.
- Levántate, quiero que me enseñes la propiedad–
- Vete–
- Levántate–
- ¡Que te vayas!– me asusto un poco cuando me levanto y lo veo aproximarse, me jala del brazo hasta sacarme de la cama– Me lastimas, Sam– la voz se me quiebra–
- ¿ahora vas a llorar?— me gira sin soltarme– te haces la fuerte pero no aguantas ni una verga– me suelta empujándome, mis manos tocan la alfombra debido a que mis adoloridas piernas no resisten el mal trato– ¡rápido!– Voy a levantarme pero él lo hace de un tirón, su agarre duele, no puedo evitar quejarme.
Me jalonea cerca de la puerta del cuarto de baño.
-si no sales en cinco minutos te saco a como estés. Aunque no creo que eso te moleste, puta– abre la puerta y me empuja adentro–
Lo creo capaz, así que le hago caso, no veo mis moretones en el cuello y mucho menos le pongo atención a la molestia en mi entre pierna.
Salgo con un nuevo vestido, lo veo mirar el reloj y levantarse a mi dirección, se detiene cuando me ve.
- ¿ya?– espeta, asiento caminando a la puerta, noto que sus intenciones de venir era para tener sexo al estar la puerta con seguro, no digo nada. Me toma la mano como si hace unos momentos no tuviera las ganas de golpearme.
- ¿venías aquí mucho tiempo?–
Asiento.
- Respóndeme con palabras– me regaña–
- Sí, mucho tiempo–
Recorro un par de habitaciones con él, por suerte mi escolta logra encontrarme avisándome de la llegada de la familia de Arseni.
- ¿puedo ir contigo o son asuntos familiares?– reclama cuando Dan se marcha–
- No, quiero que me ayudes con Dimitri, pienso que Rick y tú pueden ayudarlo—
- perdió a su mujer–
- Pero tiene un hijo por el cual estar sobrio. Lenin tiene la misma edad de nuestro hijo, es un niño liderando todo un negocio– explico– Lenin está siendo líder de una revolución, niños y jóvenes herederos se revelan contra sus consejeros. No está bien–
Asiente
- ¿lo ayudarán?–
- No sé como podríamos ayudarlo, en realidad, considero que no debería interesarte, no es tu familia–
- Arseni me pidió cuidarlos. Yo quisiera que lo hicieran con ustedes—
- Pero tú no te vas a morir– niega— Pero está bien, lo ayudaremos–
Que necio. En esta guerra alguien tiene que morir para que termine. Es la ley. Muchos están peleando el puesto del abuelo, ya veremos quién será el último.

MY BUNNYWhere stories live. Discover now