51

178 19 16
                                    

PÁVEL .
observo a Isabell dormir cual acosador, he estado aquí por tres horas en el sofá trabajando y no se ha despertado pero ni para cambiar de posición.
Su madre no ha dado señales de ataque, sin embargo ya le hemos investigado, al parecer es una mujer de ciencia, según sus registros en Rusia estudió química e ingeniería química, agregando lo que la autoridad tiene en su carpeta, parece que la toxicología es una de sus grandes hobbies, así como armar peligrosos explosivos y crear drogas prácticamente mortales. Y es muy buena gracias a todos esos estudios.
Me levanto para verle de cerca, le toco la cara pero está tibia, no parece estar enferma, su herida está sanando correctamente y gracias a los medicamentos Ivanovic los moretones muy poco se ven y la herida a cicatrizado perfectamente.
Le he quitado las drogas y cambiado por placebos hace dos días, no debería estar así.
Lleva cuatro días en cama desde que regresó del hospital. Sinceramente comienzo a estresarme, no sé qué hacer con el clan Volkov, Oliver  está en Rusia, cosa que no me parece correcto sabiendo que esa mujer está ahí, por lo que se le tiene más hombres de los que se les tiene aquí.
Esa mujer vuelve a ser un fantasma, sabemos dónde está pero no el porqué de su silencio.
- Isabell– la muevo, gruñe amarrándose más a la almohada– ¿puedes levantarte a comer?–
- No tengo hambre– musita– Después–
- no has comido nada– Me irrita– Ni si quiera te has parado al baño. Te vas a enfermar–
- Solo estoy cansada– Se gira dándome la espalda–
- ¿de verdad quieres que otra vez Samael te meta a la ducha a la fuerza?–
- déjame dormir–
- ¿ya no te duele la herida?–
- No–
Me siento a un lado, me recuesto apoyándome en mi brazo.
- Voy a ir a Londres ¿quieres venir conmigo?–
No responde– Te compraré lo que quieras ¿quieres?–
No hay contestación.
- Isabell–
Me acerco a su cara, se queja.
- Déjame–
- vamos a Londres– Le doy una azote en el trasero, le sobo y sin quitar la mano le beso la mejilla.
- su y quedas en cama nunca vamos a poder hacer el bebé que tu padre quiere–
Apretujó su trasero sobre las sábanas. Casi un cincuentó manoseando a alguien menor que mi hijo.
- Tus amantes vinieron a verte, pero Richard ni Samael los dejaron pasar– Me acuesto pasando mi mano derecha atrás de mi cabeza– Yo les dije que tal vez con alguno de ellos te levantabas — Giro los ojos, sí les dije a pesar de querer matar a esos estúpidos amantes– Si te dignas a comer traeré al que te plazca–
- ¿en serio?—
Levanto la cabeza sorprendido.
- Sí, claro–  regreso a mi posición esperando el nombre de quien mataré–
- ¿seguro?–
- Claro–
- Necesito a Maurice–
- Lo tendrás aquí– asiento con un gesto de odio– ¿para qué mierda lo necesitas?– Exploto buscándole la cara–
- Dijste que lo harías– no abre los ojos , solo frunce el ceño–
- te lo voy a traer pero en una bolsa negra– Espeto– no sabía que ya tenías ganas de coger – El enojo me llega a casa gota de sangre–
- Ay ya vete–
- Muñeca ya– Le beso la mejilla– Vamos a Londres –
- ¿cómo está Lio?–
- El pueblo a donde lo enviaste tiene una feria, debe estar divirtiéndose–
- ¿y mis bebés?–
- Richard y Samael están con ellos ahora¿te vas a levantar?– insisto– ¿quieres una línea?–
- No, ya vete–
Abro las cobijas y me meto.
- ¡estás invadiendo mi espacio!– Se queja golpeándome la pierna–
- Pues vete si quieres– La brazo subiéndole una pierna.
- ¡pesas Pável!–
- Duérmete ya, mocosa–
- ¿mocosa?– Intenta quitarme de encima–
- No te muevas, o terminaremos intento tener un bebé– se detiene–
- Si viniste a eso, es mejor que te vayas  con tu esposa–
- Me corresponde estar contigo, la oficial. Ya tendré tiempo de ir con ella–
- !ay ya suéltame!– dice molesta en nuestro idioma.
Me río, es una fiera.
- Cálmate ya– le tomó con fuerza de la barbilla y le beso–
- ¡estúpido!– se limpia mi beso– solo vienes a destruir mi paz–
- ¿te limpiaste mi beso?– finjo indignación, repito la acción y lo vuelve a hacer– Déjate querer–
- Ya te dije, vete con tu esposa–
- No puedo tener otra esposa. No te enfades, tú eres la oficial– la molesto– Es solo la otra–
Me da una pequeña cachetada.
- ¡no me pegues!–
Le inmovilizo más dándole besos en la cara.
- ¡ya! ¡Pável!¡ya!-
La suelto un poco cuando se pone roja.
- ¡estúpido!–
- ¿quieres más?– Le volvió a molestar, me vibra el celular en el pantalón, la suelto por completo buscándome el aparato.
Es Serkan. Contesto pasándome la mano por el cabello.
- ¿dónde estás?¿Necesito que vayas a Rusia?–
- ¿yo? ¿Yo para qué?–
- ¿porque me habló mamá y yo no voy a ir?–
- No puedo, justo ahora Isabell me está rogando que me quede con ella– me da un manotazo en el paquete, me llevo la mano al pantalón, cuelgo y sonrío- Ya vas a ver–
- No, perdón–
- ¿cuál perdón?– Me levanto, grita e intenta irse pero le tomo del cabello regresándola, intento pasarle la lengua por la cara molestándola pero lucha contra mi. Pongo el minino de mi fuerza dándole ventaja.
Finjo que me duele el manotazo que me da en el ojo tirándome en la cama.
- No seas llorón– Me tapo el ojo quejándome– ¿en serio te duele? Perdón, a ver– 
- Dame un besito–
- No tienes nada, abre el ojo– se me acerca y le paso la lengua, me río, me hace lo mismo.
La miro.
- Ya vas a ver– me quito la sábila–
- ya estamos a mano–
- No creo– 
De nuevo intenta a huir, la tomo del tobillo y la jalo, la volteo subiéndome a ahorcajadas sobre ella e inicio las cosquillas que le hacen reír. Se me pone roja, la suelto y se gira para huir pero no la dejo.
- te doy descanso pero te aprovechas–
- ¡ya! ¡No puedo respirar!¡tregua!–  a como puede me lanza una almohada, peor al estar de espaldas no puede darme.
- pero dame un besito–  llevo mis manos a cada lado de ella, asiente con la respiración agitada, frunce los labios, sonrió divertido y le doy el beso.
- Tregua– me levanto dándole una nalgada, su pijama de Bob esponja me da gracia, niego– ¿se la robaste a qué niño?–
- La compré en Walmart–
- Claro– apretujo su trasero, me le restriego cuando me inclino a darle un último beso en la mejilla, suelta un suspiro que me mantiene ahí– ¿me quieres, Jefa?– me molesto conmigo al escuchar mis estúpidas palabras–
- ¿por qué te importa? Si te acostaste con otra mujer –
- ¿por qué no me puedes perdonar?– cuestiono molesto ¿por qué a mí me trata así? ¿Por qué a mí? Sé que hice mal, pero a los otros dos les perdonó.
- Porque me dolió lo que hiciste– confianza cerrando los ojos– Creí que eras diferente– se quita el cabello de la cara- Pero me acostumbraré. Yo te pedí más de lo que habíamos acordado cuando nos casamos, debo entender que es tu derecho– sonríe aún sin abrir los ojos– solo creo que debiste decirme que seguirías viendo a tu esposa–
El Pável de hace unos años solo quería probar a una mujer joven, que iba a saber que terminaría entre las sábanas de Un Volkov, y peor aún, bastante obsesionado con ella. días después de casarnos, me di cuenta que no lo hice por negocios, no, quería tomar el lugar de Samael, incluso el de Richard, pero inconscientemente lo disfracé con negocios. No, yo quería que Isabell me mirara como a ellos, me amara como a ellos. Quería para mí solo a Isabell, la quería para mi, y casarme con ella me mantendría por siempre a su lado, lo suficiente para enamorarla. Después entendí que difícilmente podría lograrlo, no soy una persona que pueda amar. No soy el tipo de hombre del que alguien pudiera enamorarse.
Pero Isabell, Isabell es de las mujeres que no puedes evitar amar.
- Yo sí te quiero– la volteo– mírame– Alza la mirada, sus ojos grises buscan en mi alma–  Te quiero. Yo mataría a quien fuera por ti...yo moriría por ti, jefa–
- Pável...–
- No lo haría por nadie más. Jamás lo hice, pero por ti, por ti quemo todo– no dice nada, me mira sin alguna expresión–
- Samael me pidió matrimonio cuando me fue infiel. Tus palabras no me mueven, guárdatelas para tu esposa–
Su crueldad me enfurece.
- No tenías que decirme todo eso, estoy cansada de oír estupideces solo por culpa–
- Yo te quiero– insisto, voy a besarle pero me hace a un lado la cara-
- ¿y por qué ahora?– me enfrenta– No me quieres, solo sientes culpa– Espeta– ¿crees que me hubiera casado con Samael? Solo sucedió por la culpa que sentía, y por el miedo de que lo dejara–
Endurece la mirada.
- ¿acaso tienes miedo que te deje?–
- No te olvides que fue mi idea divorciarnos, pero tu padre es un metiche– va a decir algo pero la callo besándole los labios.
Me jala del cabello, me quejo, pese al dolor le beso otra vez hasta que accede. Me muevo metiéndome entre sus piernas, restriego mi intimidad con la suya en tanto recibo su lengua.
Suelta un pequeño gemido que me pone más duro. Bajo a las tetas que descubro y vuelvo a ella. No pretendo tener sexo con ella, sé que puede estar débil aún. Detengo mis besos para ver cómo me manosea por sobre la tela de mi pantalón.
- ¿quieres?– la miro y asiente. Me empujo contra ella robándole un suspiro. Claro que quiero, y mucho, más que ella obviamente.
Me distrae con sus besos pero no lo suficiente, me levanto cuando desabrocha mi cinturón.
- Lo haremos en Londres– regreso el cinturón a su estado normal–
- No necesito ir a Londres para tener sexo– Se levanta de la cama molesta– Ya vete, debes tener cosas que hacer—
Se mete al cuarto de baño.
Me tiro en la cama con la verga palpitándome.
El celular me vuelve a sonar. Lo busco entre las sábanas. Serkan.
- ¿qué?–
- yo no voy a ir–
- y yo tampoco, envía a Yakov, ya tiene edad– me llevo la mano a mi dureza– No puedo dejar a Isabell ahora–
- bueno, no pensabas eso cuando te cogías a mamá. Yo no iré, tampoco Yakov– me desobedece– supongo que te quiere ver para follar–
- Más te vale vayas tú– me molesta su rebeldía– Te quiero en un vuelo pero ya ¿escuchaste?–
- Yo no iré–
-Lo harás– Cuelgo.
Me levanto en dirección a mis cosas. Recojo los papeles y me siento para ordenarlos apoyando los codos en mis rodillas. Leo tratando de olvidar a mi esposa y se me baje la sangre.
Unas gotas de agua caen en las hojas,
Trago en seco cuando mi mirada sube encontrándose con tremenda tentación, subo más.
- ¿qué...qué haces?–
- ¿me calientas y ya? No creo–
Me enderezo cuando se aproxima a mi, dejo que me monte húmeda.
- Jefa–
- ¿qué?– me quita los papeles, los tira y me lleva las manos a sus caderas. Cierro los ojos cuando se comienza a mover sobre mi.
Me manosea, me besa e intenta de nuevo sacar mi erección.
- No.–
- ¿por qué no?– frunce el ceño, me intenta distraer con sus besos pero no la dejo– ¿qué rayos te pasa?¿no quieres hacerlo conmigo?–
- Por su puesto que quiero– me acerco a besarla pero me rechaza—
- Sé que no soy tu esposa, pero tú comenzaste– me señala– Así que te aguantas, cierra los ojos y piensa en ella, me da igual–
- No pienses eso– Niego– Estoy así por ti–
- Entonces deja de hacerte el difícil–
- Isabell, no– Le Quito las manos, no puede verme, pero insiste– Dije que no quiero ahora–
- Pues no me importa– Me mira furiosa– ¿ahora quieres hacerte el fiel? Yo soy tu esposa. Yo puedo tenerte cuando quiera– me empuja, cedo a su molestia.
Me avergüenzo por primera vez ante mi desnudez cuando baja mi ropa descubriéndome.
- ¿qué te hiciste?–
No respondo.
- ¿ella te lo pidió?–
- Sí ¿te importa mucho?–
Enmascaro mi vergüenza y el sentirme tan pésimo esposo.
- Sirve igual, así te he cogido–
La rabia que destilan sus ojos me hacen pensar que en cualquier momento podría golpearme.
- sigamos con lo que querías– llevo mis manos a su trasero pero me las quita con asco levantándose– ¿qué te pasa?– me cubro, le tomo de la muñeca antes que se vaya y recibo una dolorosa bofetada que me obliga a soltarla llevando mi mano a mi mejilla– Isabell– me sorprende lo que ha hecho. Aveces se me olvida que es una Volkov.
- No te voy a permitir que pongas a tu amante sobre mi–
Atónito, esa es la palabra que describe mi expresión.
- ¿cómo te atreves a golpearme?– no sé qué más decir, hemos tenido discusiones, tal vez algunas con un tono alto, pero jamás esto–
- Yo soy tu esposa, puedo hacer lo que me venga en gana contigo– Espeta– golpearte para educarte es una de ellas–
Está verdaderamente loca.
- Maldito imbécil–
Se larga.
Acomodo mi ropa y recojo mis cosas aún aturdido. ¿Pero qué diablos se cree?.
Salgo de ahí y me meto a  mi habitación. pese a lo sucedido siento aún más dura la verga.
Siempre me ha encantado lo perra que pueda ser Isabell, y que me cele de esa forma tan enfermiza me fascina. Sin embargo no me apetece ceder, no soy los otros dos imbéciles.
Para la cena no me sorprende verla ahí, Samael  le tiene el brazo en el respaldo de la silla susurrándole no sé qué mierda haciéndola reír. Mi apetito desaparece por llenarme de coraje.
Richard Greene no se queda atrás con los mimos. Los odio.
Yo la saco de la cama y ellos le disfrutan.
los hermanos de Isabel no están, pero sí el hermano de Samael y el alemán.
Me siento donde siempre.
- Ya pueden servir– Isabell ordena–
- Tus hermanos vendrán hasta mañana– Alex comenta desde la cabeza de la mesa– Les encarará saber que ya te has recuperado, a mi me alegra muchísimo conejito–
- Gracias, papi– Le lanza un beso al aire como si horas antes no me hubiera dado una dolorosa bofetada.
- ¿hoy te vas a Rusia?– Serkan interrumpe media cena, alzo la vista hacia  Isabell quien me mira dándole un sorbo al líquido de su vaso– ¿al menos podrías contestar las llamadas?–
- Hablamos eso después– Suelto entre dientes–
- Si es algún asunto urgente y de importancia familiar, se puede hablar aquí–habla Alex– Por le momento nadie sale y se mueve sin autorización, especialmente tú Pável—
- ¿yo?– le doy mi atención– ¿por qué?— exijo respuesta–
- porque vienes de un clan no amigo del  de mi hija–
- Estoy casado con tu hija, somos más que amigos– Me mofo– ¿desde cuándo podría ser un traidor?–
- Lo es Eric ¿qué más tú?–
Me ofende.
- Mi clan es amigo y aliado–
- el tuyo tal vez, pero el de tu padre no lo sabemos– me reta con la mirada y yo no me quedo atrás–
- Mi familia tiene palabra, los Volkov son nuestros aliados incluso antes que yo naciera. No vengas a querer tratar de decirme traidor–
- Pues le fuiste infiel ¿o no?– Richard dice–
- Yo confío en Pável– Eleanor mira a su padre– De esposo no sirve pero es un estupendo aliado. Ha cumplido sus promesas–
- no una– Alex me mira reprochándome–
- Pero las que me importan sí. Me ha protegido, a mi y a ustedes, así como a mis hijos como si fueran suyos. No puedo quejarme–
No sé cómo sentirme al respecto, da a entender que solo soy un hombre más de sus filas, que no me considera su esposo.
- yo aún no me fío de él—
- Mi padre no es un traidor en el trabajo, quizá de esposo sí– Golpeó a mi hijo bajo la mesa— él irá a Rusia a ver a mi madre, a su amante, nada más, lo hace siempre–
- ¿siempre?– Isabell cuestiona, me llevo los dedos al puente de la nariz—
- Bueno no siempre, dos o tres veces por semana, o cuando ella lo quiere allá. Era de esperarse que otra vez se enredaran–
- Cállate– Lo regaño—
- no tiene nada de malo, no es nueva información– le voy a dar una muy buena golpiza–
- Tendrá que ir otra persona– Isabell comenta–
- Dudo quiera cogerse a esa persona si espera a papá –
- No hables de esa forma– Lo regaña– Tu padre no irá porque tiene cosas que hacer aquí, ya tendrá tiempo con tu madre—
- Pues yo no voy a ir– Mi hijo sentencia–  Lo quiere a él–
- creo que es algo que a nadie nos incumbe– Samael dice– Ya sabrá Pável sus prioridades–
- No sabemos que podría estar haciendo en Rusia– Alex insiste— Siempre hace lo que quiere, no pregunta, no piensa las cosas, acciona a nuestras espaldas y solo a su beneficio–
Voy a defenderme pero Isabell habla.
- Pável pertenece a otro clan, no voy a limitarle cuando tiene que atender sus propios asuntos. Como aliados le doy mi confianza–
Alex asiente.
- Pero no puede ir a Rusia a encuentros maritales, porque lo necesito aquí. Cambiemos de tema—
Serkan chasquea la lengua.
- ¿para qué lo quieres aquí? Mejor que se vaya–
Richard me molesta.
- ¿y tú no tienes trabajo que hacer? Estás solo metido aquí—
- Bueno, no quiero morir todavía–
- No sé porqué te pusieron ahí, te faltan huevos–
- Lo que me faltan son vidas, gato no soy–
- ¿ya le sabemos el nombre a esa agencia?– Alex mira a Richard–
- Organización Especial militar internacional contra el crimen organizado. O.E.M para los amigos–
- ¿con ese nombre nos vas a arrestar?– Alex se le burla–
- No tenemos tanta supervisión, hay uno que otro imbécil que tendrá cargos por narcotráfico si no deja en paz a mi esposa–mira al alemán y después a Alex– y como tengo órdenes de matar a todos los relacionados con los  Volkov, problema resuelto—
- Yo no soy un soplón– El tipo se defiende–
- Son órdenes– Richard se encoge de hombros–
- ¿qué hay de Emile?– Alexander indaga– Pertenecía a la misma organización –
-Tuve que negarle el acceso, realmente no tiene un entrenamiento militar– Se encoge de hombros– Pido al menos dos años de servicio por su culpa–
- ¿desde cuando estás trabajando si te veo siempre en la televisión?– Se ofende con lo que dice Isabell–
- ¿por qué se olvidan que soy un marine? Siempre soy el primero en despertar, para cuando ustedes lo hacen ya hice la mitad de mis pendientes, y ya existe el internet– Dice obvio–
- Jamás me cuentas de tu trabajo– Isabel lo mira—
- Llevo quince días al mando, no hay mucho que contar. Me niego a ir a Viena a hacer lo que puedo aquí–
- Creí que la sede estaba en Londres– Alex frunce el ceño–
- Solo es uno de los edificios– come un poco de fruta– viajaré mucho a países eslavos. Ah, necesito que alguien me ayude con el alemán–
- mi hermano te ayudará con eso, puede venir de Oxford a ayudarte por las tardes–
Vuelve el silencio hasta que llega el postre. No soy de comer pasteles, lo hago sí, pero este me revuelve el estómago con solo verlo. Pido otra cosa.
- La situación está poniéndose complicada– Isabell comienza a hablar– Y necesito mantenerlos a salvo, son mi familia, si no les doy un liderazgo fuerte a la Bratva, no les estoy cuidando–
- Sabes que nuestra familia está de tu lado– Shara dice– No te traicionaremos–
- Lo sé, sin embargo cada día tengo un enemigo nuevo. Lo mejor es que esta familia comience a darse a respetar. Ser los buenos no nos está sirviendo–
- Siempre hay oportunidad de ser los buenos– Alex interviene siendo siempre un ancla que perjudica a Isabell–
- Lo seremos en el poder, papá. Lamentablemente siendo un Davies no conseguiré que nos respeten como lo que somos–
- ¿qué quieres decir con eso?– Alex se molesta, Isabell niega como si tuviera quince años–
- No me mal interpretes, he seguido tus reglas todos estos años, solo que...casi muero, me intentaron asesinar muchas veces y no voy a permitir que estén así de cerca de ustedes–
- ¿y cuál es tu plan?– Shara interrumpe la tensión–
- creamos alianzas, tú te casarás con uno de mis primos, es un gran líder y tiene un ejército fuerte, El pequeño Richard se convertirá en un Volkov–
La chica asiente.
- Silas quiera o no tendrá que casarse con el líder de la Yakusa, y Nicky...bueno, es difícil encontrarle esposa– niega– Sam y yo nos vamos a casar y tendremos la ceremonia tradicional Volkov para la sucesión de poder—
- No debe ser diferente a la que ya tuvieron– Sara la mira e Isabell se encoge de hombros y sigue comiendo–
- No tuvimos– le resta importancia–
- ¿por qué no?– Samael se queja– Es decir, no sé qué es pero ¿por qué no?-
- Mmmh no sé, ¿tal vez porque en ese momento tenía novio?–
- No tenías novio–
- Pues a decir verdad no porque bien que me ignoraba– Richard se rasca la barba— Pero quien se acuerda ¿no?–
- ¿y por qué no te casaste con él mejor?– No es que me interese pero aveces soy curioso–
- Porque Richard tiene los medios encima– Alexander se mete, como siempre– ¿qué tienes en la cara?– se toca la mejilla donde dejo de tener rojo de la bofetada–
-¿Famoso de dónde?– giro los ojos– Solo hay notas de él acostándose con docenas de mujeres, es la única fama que tiene–
- fama es fama– se me burla–
- sí, y esa fama no la quería sobre mi hija. Quería algo como...Samael–
- Un bibliotecario– El escocés me mira mal, por alguna razón me gusta fastidiarlo–
- Pues era lo mejor en ese momento– Alexander asegura–
- No, fue el único que aceptó el trato turbio que le expusiste, una que otra amenaza seguramente– Samael hace una ligera mueca–
- ¿podemos volver a la parte donde tal vez después de dos intentos me case con mi esposa?–
- Tienes muchas cosas listas, solo déjame el vestido– Le da un beso en el brazo–
- Yo quiero ir– Shara chilla–
- vamos a París– Isabell me saca de órbita cuando la escucho chillar y emocionarse junto con ella–
- A París no vas– Alexander arruina los planes– vete a otra parte menos a esa choza llena de ratas– la rabia con la que habla es evidente– como les dije anteriormente, yo cubro los gastos de la boda–
Los celos nublan mi juicio. Samael es un pésimo hombre, a mi sus lágrimas de niño bonito no me engañan. Le veo a los ojos y no veo más que un demonio comportándose como un cordero.
Si Isabell debe estar con un hombre malo, al menos debería ser conmigo. Casarse conmigo, tener hijos conmigo, amarme a mí.
Observo el anillo en mi dedo, lo giro para notar las iniciales pequeñas brillantes y sobresalientes. Están subrayadas con una muy delgada línea roja de algún material incrustado que desconozco. Amarrado a un Volkov que no me quiere, pero que tampoco merezco que lo haga.
- ¿en qué piensas?– Mi hijo me susurra–
- perturbas mis pensamientos–
- En lo que estés pensando, no, papá–
Le miro molesto sin dejar de jugar con al sortija.
- solo digo–
- ¿algo importante que se deba saber?–
Isabell llama nuestra atención.
- No. Tengo cosas que hacer–
- ¿cuáles?– Me regresa al asiento.
-algunos– 
Me levanto para largarme, ¿qué rayos se cree?
- Antes que te vayas– Me detengo sin darle la cara– Quiero charlar contigo en el estudio –
- Tendrá que esperar–
- Solo serán cinco minutos- La escolta de Isabell disimuladamente hace presencia acomodándose en su puesto, son como sombras.
- Bien– Sigo mi camino, subo a mi habitación para tomar mi trabajo y largarme de aquí a donde tenga un poco de paz.
Hago que mi escolta se  lleve mis pertenencias a mi auto en tanto me cercioro de no dejar algún documento importante.
- La señora lo espera– Me tocan la puerta dos veces– Lo espera– insisten, antes que toquen otra vez la obro con fuerza para encarar a la escolta, traga en seco–
- Haré que te tragues tu mano si vuelves a tocar mi puerta de esa manera– Lo amenazo–
- Es que...la seño...–
- desaparece— respinga cuando la rabia que traigo en la sangre lo amenaza con golpearlo, se va en dirección contraria–
Me tallo la sien antes de abrir unas de las dos enormes puertas para entrar al estudio.
- uno de tus perros fue a buscarme– espeto–
Se levanta con la mano en donde fue su herida con un pequeño gesto de dolor, se supone que ya no debería tener ningún síntoma con los medicamentos ivanovic. Se incorpora de inmediato.
- ¿estás bien?–
Me mira  unos segundos, no me responde.
- Discúlpame por haberte tratado así– alza la cara en tanto cruzo el estudio para llegar al escritorio– Lo siento—
- Disculpas aceptadas—
- Sé que no son suficientes–
- no fue la primera vez y Ya me disparaste una vez– le resto importancia- si no tienes más que decir, ya me voy –
- Me disculpo por lo que hice, pero tú ya no vas a tener las libertades que antes—
- ¿qué?– me mofo–
- He encontrado más fidelidad en mis amantes que en ustedes– rodea el escritorio, lo que dice me enferma el corazón– Para ellos soy todo, pero para ustedes no más que sus amantes—
- Dijiste que no tenías...–
- ¿y por qué no los tendría?– Me interrumpe– Mis tres esposos son unos infieles, me restriegan a sus mujeres, pero ya me fastidie—
Los dientes me rechinan del odio, realmente tenía la esperanza que no los tuviera.
- Vas a cumplirme primero a mi. Yo soy tu esposa—
- Yo me tengo que ir a Rusia, ella me necesita– la fastidio, a mi mi ex mujer me importa solo por mis hijos, le agradezco que me los diera, pero hace años se acabó.
- No me importa– niega– Te quedas aquí, perteneces a mi lado no al de ella. Me tienes que obedecer a mí, consentir y cumplir a mi–
- Yo no le respondo a una niña mimada. Haz tu berrinche, tírate al piso si quieres, me da igual–
- No tienes permitido salir si no me dices a dónde vas y a qué diablos vas. Pórtate bien y dejaré que vayas con ella–
- ¿me vas a tener como prisionero?— me cruzo de brazos incrédulo–
- si te tuviera como prisionero, no podrías salir, y tú sí puedes– Regresa atrás de su escritorio– Te vas con ella después del evento de caridad. No me importa con quien te revuelques, solo cumple con tus responsabilidades de esposo conmigo–
- Ni siquiera soy tu esposo de verdad–
- Para la Mafia roja,  y diversas mafias lo eres, para Rusia lo eres, para Siberia lo eres, y para mi familia lo eres–
- ¿por qué te crees con tanto poder sobre mi? Eres una mocosa mimada, eso recuérdalo– Mis palabras no le molestan–
- Pues con esta mocosa estás casado. Respeta lo poco que queda de este matrimonio–
- ¿cómo tú lo haz hecho teniendo amantes? Tuviste un hijo con ese alemán– la ataco con el odio en las venas–
- Tú ya te acostabas con tu esposa, no te hagas el inocente– Gira los ojos– Respecto al bebé, lo intentaremos de nuevo con alguna mujer, ya hablaré con mi padre–
- ¿por qué?¿ya no te gusta mi verga?–
- No, y yo no toco las cosas que no son mías. Tienes a tu mujer y yo lo acepto— se sienta–
- ¿pero quieres tenerme controlado? Eso es contradictorio—  me río con amargura—
- No lo es. Cuando aceptaste ser mi esposo sabías que habían responsabilidades, trabajo. En eso me tienes que cumplir. Sí, tienes a tu mujer, pero primero estoy yo, tu esposa– reitera— Y no pienses en divorcio, que no te lo voy a dar. Encárgate de encontrar a una buena madre para el bebé–
- Te he cogido así y lo has disfrutado ¿qué te pasa eh?–  le reclamo apoyándome en el escritorio– Anda, ponte sobre la mesa y te enseño–
- Cogiamos por ese bebé, no porque me apeteciera acostarme con el hombre de otra, y sé que a ti tampoco te gusta hacerlo conmigo, ya no hay objetivo, Pável–
Recuerdo aquella noche, y tal vez por lo que me dice ella también no lo olvida.
- No te entiendo– Niega– A ninguno de los tres. ¿Por qué?–
- no entiendo tu pregunta–
Me mira y me mira.
- Nada. Mañana vamos a la fundación–
- Yo tengo cosas que hacer–
- No es verdad–
- Tú no sabes eso–
- Lo sé. Después del evento puedes irte a Rusia con tu esposa, antes no– sentencia-
- ¿revisaste mi agenda o qué?– Espeto cruzándome de brazos–
- Le pregunté a tu escolta–
- Claro, como son tus perros– me mira sin gesto alguno, lo que me confirma que estoy haciendo tal vez una escena, no quiere hablar más conmigo pero insisto en hacerlo.
- Vete ya–
Lo que temía acaba de pasar. Isabell me mira con asco, incluso peor que antes. No encuentro más que repulsión cuando me mira.
- Sí–
No debo de molestarme, es lo que me merezco al faltarle a mi esposa.
.........
ELEANOR
El aroma de los hombres que me acompañan inundan el auto, Sam está en el asiento de mi lado y los otros dos enfrente. Es un día de campo a las afueras de Londres, para la ocasión visten ligeros. El único que no tiene cara de pocos amigos es Richard.
- Me alegra que hayas venido, niña linda– me sonríe, después de casi ver a Dios he decidido perdonarles algunas cosas, le devuelvo el gesto–
- Quiero estar con ustedes– el ruso resopla por debajo, lo ignoro. Richard me guiña el ojo coqueto y yo le sonrío.
- ¿y no podía ser en el palacio?– Samael saca su teléfono– Es patético, esas personas solo nos miran con ojos de sufrimiento, todo por unas libras–
- Sam...–
- Lo es- me interrumpe– A nadie les interesa los pobres— me mira– No somos la excepción—
- A mi sí– Richard afirma–
- No es verdad, a mí no me importan y yo fui uno de ellos, menos a ustedes que nacieron siendo ricos–
- Bueno, pero el dinero no lo es todo. A mí siempre me dio igual– Richard niega— No seas tan clasista–
- El dinero lo es todo, pero no lo sabes porque siempre lo tuviste– Samael se cruza de brazos– Recuerdo que, cuando conocí a Eric se la vivía quejándose porque se mudó a un palacio en Inglaterra, qué tontería–
- mi padre era rico pero no de esta clase de ricos— Richard señala a Pável–
- Estudiamos en la misma universidad ¿qué dices? Tenías un deportivo a los 17 Greene–
- si pero no es lo mismo–
discuten por varios minutos con lo mismo. Richard es humilde pero no deja de ser un hombre con dinero, Samael siempre odiará su pasado y Pável carece de humildad, sería igual a él de no ser por Alex.
Llegamos al lugar finalmente. Por la ventana veo el campo adornado. Lo pienso un momento, tal vez no sea buena idea exponernos de esa manera. Sí, tengo miedo.
Miedo a perderlo todo por algo que ni siquiera he querido.
- Da la vuelta— suelto aire cerrando los ojos. No es lo que me enseñaron ¿qué me está sucediendo? ¿Por qué me afecta tanto?
Por un momento vuelvo a ser una niña. La palabra " parásito" suena en mi cabeza una y otra vez provocándome jaqueca.
- ¿qué sucede?– Samael pregunta e inconscientemente quito la mano que me toca.
- Tal vez no debamos ir–
Guardan silencio, llegamos al apartamento, la escolta abre nuestras puertas y sin decir nada camino al interior.
Dejo mi abrigo en el sofá y me siento.
- Yo si quería ir al día de campo– Richard habla curioseando el departamento– ¿por qué no venimos aquí más seguido?–
- Lo usa para sus amantes– Pável responde, su acento ruso es marcado como si los años aquí no pasaran–
Me acuesto en el sofá y cierro mis ojos.
- Es verdad, ya me confirmó que sí los tiene–
- ¿en serio?–  Richard llama su atención atención.
Olvido su conversación para centrarme, pero no puedo, la jaqueca continúa.
- Parecen mujeres discutiendo– Abro los ojos de golpe al escuchar la voz vieja con acento francés. Me paro de golpe protegiendo a los dos hombres que tengo cerca.
Mi abuelo francés se encuentra apoyado en la madera del entre piso.
- ¿cómo diablos entraste aquí?¿cómo supiste que vendría?—
- te seguí–
- ¿me seguiste? Imposible–
Sonríe.
- escasos minutos bastaron para saber a dónde venías— Se endereza– Tu esposo mató a una de las bastardas de tu padre– mira a Pável–
- Yo le he dado la orden– Espeto— Aquí todo se paga con sangre—
- No intentes cubrir al animal que tienes como  marido– Se apoya en su bastón– Bueno, a uno de los tres—
- ¿vienes a vengarte? ¿O solo vienes a insultar a mis esposos?–
- Tu gente llenó mi jardín de soldados, hombres que tu padre y yo te dimos- me reclama– ¿es una guerra la que quieres, Isabel?—
- Eric no es mi padre, es un traidor–
- Eric es tu padre, y no es ningún traidor, es un pendejo que piensa con el corazón. Ponte en sus zapatos...–
- No– Sentencio– Él me abandonó en un país totalmente desconocido para mí con una persona que solo vi dos veces en mi vida– la rabia me quema el pecho– Jamás regresó, solo se olvidó que existía e hizo su vida-
No dice nada, sus ojos grises me miran sin expresión, suspira y voltea la cara.
- Quise arreglarlo, pero tu abuelo no quería de regreso a Eric– confiesa mirándome— Dijo que lo dejaría vivo por la memoria de tu madre pero que nos olvidáramos de ti o iniciaría una guerra–
- Entonces también es un cobarde–
- Lo es, al abandonarte casi inicia una guerra que perderíamos. A tu abuelo jamás le caímos bien, de alguna manera quería desaparecernos– Se rasca la ceja–
- Está lo suficiente grandecito para venir a dar la cara esta vez– Richard habla–¿o no tiene huevos? Porque los tuvo para reclamar a su hija muerta–
Mi abuelo lo ignora.
- No vengo a pedirte que lo perdones–
- ¿entonces a qué?– Intento descifrarlo pero nada– ¿a matarme para no iniciar una guerra? Eric ya debe estar pensándolo después que le maté a la hija–
- Vine aquí como tu abuelo, y te veo ahora como mi nieta, no como Pakhan– se endereza– No quiero una guerra contigo—
Niego.
- Los Parisi no son mi familia—
Mis palabras le molestan como siempre, de niña solía golpearme cada vez que negaba mi apellido.
- Deberías mirarte en un espejo– me mirada despectivo– Eres más Parisi de lo que crees–
- Tal vez me vea como ustedes, pero no soy una de ustedes– me impongo al hombre que a pesar de ser un grosero, le respeto– Lo mejor será que nos veamos como lo que somos ahora mismo—
- no quieres eso Isabell– advierte–
- Suelo unir mi vida personal con el trabajo, ya no más. Esta será la última vez que lo haga– llevo mis manos a la espalda, su mano va a su bolsillo– La deuda fue pagada, así que no voy a perseguir a tu hijo, no voy a atacar a tu clan. Hoy se rompe la alianza que se creó hace más de veinte años. Nos mantendremos neutrales a menos que quieras matarme ahora mismo–
Lentamente llevo mi mano al frente.
- No somos enemigos, pero tampoco amigos. ¿Trato?–
No dice nada. Bajo la mano esperando que baje las escaleras, miro a los hombres que se encuentran a la defensiva. Vuelvo a subir la mano cuando lo tengo enfrente. Mira mi acción, a cada uno de mis esposos y después a mi.
- El clan Parisi no es tu enemigo–
Bajo mi mano.
- Lo es, su príncipe casi me mata— Suelto con sarcasmo y me alejo– Tengo a varios clanes en mi contra, uno más no me pesa–
- Tus acciones y palabras exponen lo inmadura que puedes ser–
Me mofo
- El clan de tu padre es fuerte, deberías tenerlo de tu lado antes que Ninnete lo manipule– Suelta furioso– Para él esa mujer es más que un capricho, lo cegará Isabell–
Nuestros ojos grises se conectan, hay más preocupación que rabia en los suyos.
- Es lo suficiente grande para esas payasadas– niega–
- Tú no entiendes, esa mujer podría tener a todos a sus pies a base de mentiras–
- parece que le tienes miedo a los fantasmas, abuelo– Se apoya en su bastón—
- No te burles de mí. Fui víctima de sus mentiras, me llegó una niña inocente y en mi propia cara se convirtió en satán. Lo hizo una vez tenía a mi hijo y a su ejército en sus manos–
- Eric dijo que se amaban– miro a Samael cuanto habla– Él lo dijo–
- No, él la ama y esa niña le quitó todo, Eric dejó de ser él mismo por años. Lo quería solo para ella, y lo estaba logrando en ese maldito bosque lleno de lobos. No era su esposo, era un maldito preso–
- ¿y por qué no fuiste por él? Podías hacerlo ¿no?– Le cuestiono cruzándome de brazos–
- Él no quería, Eric hablaba poco de su matrimonio, se negaba a venir. – se talla la frente– Hay historias de los Volkov Isabell, historias que los clanes usan para no aliarse con ustedes, se las cuentan a sus hijos para ni siquiera hablarles, incluso peores de las que cuentan de los Parisi–
Resoplo y giro los ojos.
- No seas tan incrédulo, son historias tontas que usan los viejos para asustarnos–
- Son fantasías– Pável habla a mis espaldas–
- Las creía así hasta que vi a mi hijo, un Parisi, hecho mierda– Suspira– Ella no lo ama, y jamás lo hizo, solo era un perro que fiel. Tu padre hizo tantas cosas solo por ella y aún así lo arruinó–
- ¿quieres que lo salvemos?– Pável vuelve a hablar– ¿a eso viniste?–
Mi abuelo no habla.
- ¿está con ella?– me acerco buscándome la mirada–
- Cuando me enteré de esto, quise atacarla, regresarla a la tumba de donde no debió salir, pero tu padre se enteró de mis planes, no nos dejó llegar a Irkust, desconozco dónde esté–
- ¿desde cuándo?–
Indago.
- No lo he visto desde que tu animal asesinó a su bastarda–
- Eso fue hace días– Resoplo– De todas formas ¿qué te hace pensar que podríamos persuadirlo? Has dicho que está loco por ella–
- Él dijo que te amaba más a ti que a ella–
Suelto una carcajada ante lo dicho por Richard.
- Sí claro– 
- Es lo que nos dijo– Samael lo apoya–
- Ustedes me han dicho que me aman, y ya sabemos que no– la jaqueca se vuelve más intensa– No hablemos de esa mujer como si pudiera hechizar a las personas—
- Lo hace, especialmente a los hombres. Te come el alma con solo mirarte a los ojos— dice con rabia-
- Parece que fuiste uno de ellos—
- Sí, y no estoy orgulloso de eso, yo creí que era una niña– se molesta con él mismo.
Las historias que cuentan de mi madre las he ignorado todo el tiempo, los hombres con los que ahora hago negocios suelen contarme su odio hacia ella, pero recordando puedo escuchar dolor en sus palabras.
- Ella quiere tu trono, y lo conseguirá, muchos le lloraron su muerte, no dudarán en apoyarla–
- Como Eric–
- Sí–
- ¿y no pudo regresar cuando no tenía familia? Se lo hubiera dado a la maldita zombi– Espeto– ¿por qué diablos sigue viva?–
- Yo que voy a saber, solo abrí un buen vino cuando se mató la muy perra–
Me siento en el respaldo del sofá.
- Eric se supone que lo vio. Ja–
La exiliaron ¿pero por qué?¿que debió haber sido tan malo pera que la echaran de esa forma? No solo la desapareció el abuelo, no solamente se fingió su muerte, se aseguró que su esposo no preguntara, que no sospechara de un exilio.
- Sería bueno que nos dijeras lo que piensas– mi abuelo me interrumpe–
- La exiliaron, es simple ¿pero por qué?–
- Por perra– Espeta mi abuelo–
- Debió matar a alguien de la familia, ¿o tal vez incesto? ¿Traición? ¿Qué rayos pudo ser tan malo? Que te exilien es aún peor que te maten–
- No es importante, lo importante es que no dejes que tu padre se vaya con ella– insiste–
- Tal vez ya está ahí– lo miro— voy a traerlo, pero los Parisi dejan de ser aliados—
- Hace más de dos décadas tu abuelo y yo hicimos un pacto de sangre. Tiene que morirse el último descendiente de ese pacto para que nuestra alianza muera. No es así de fácil–
- Esos pactos terminan cuando la otra parte intenta matarme–
- Él no quiso matarte, lo sabes–
Hijo de perra.
- Está bien, lo haré—
Asiente, espero a que se vaya mirándome los Converse
- Que no te maten abuelo– Giro el rostro, se ha detenido a mitad de camino—
- Cuídate, abejita–
Me miro de nuevo los zapatos que muevo. Nadie puede tener tanto poder sobre una persona, no al punto de volverle ciego. Es imposible un hechizo en este mundo.
- ¿entonces? ¿Buscarás al hombre que te dejó en cama días?– El perfume de Pável se vuelve más fuerte por su cercanía–
- Supongo que sí–
- Yo no estoy de acuerdo- Richard aparece a mi lado– por su culpa estamos con este...delirio de persecución. De no entrometerse esa mujer estaría muerta–
- Otra vez le ganó el corazón– Samael resopla– No sé nada de coronas y poderes, pero eso te hace débil–
- No lo salvo por ser mi padre– Los enfrento– Escucharon al abuelo, ella en cualquier momento podría tener más aliados que yo, y yo me convertiría en el jugador más débil–
Con la zombi ahora somos 4 en el juego, por lo que son tres ejércitos contra mi.
Miro a Pável.
- Ya no iremos a la fundación, puedes irte con tu esposa– digo serena bajándome del sofá, mi vista se vuelve oscura un momento mareándome–
- ¿estás bien?– Me toma del brazo ayudándome a no caer— Isabell– insiste–
- Sí, solo me duele la cabeza– confieso–
- Estás caliente, siéntate un momento–
- Estoy bien– parpadeo varias veces regularizándome, pero ya él y Richard me obligan a rodear el sofá mientras Samael acomoda los cojines.
- Buscaré agua para ti– se va cuando estoy sentada, Samael y Richard se sientan a cada lado.
- ¿te duele la herida?– Samael se preocupa–
- No, estoy bien–
La sensación de pesadez continua.
- ¿por qué tardas tanto rojo?–
- ¡no me apresures!– Su acento ruso me da ternura–
- Niña linda, tal vez no debas preocuparte tanto- me besa la mano–
- ¿cómo no hacerlo cuando toda mi familia está en peligro?–
Pável se sienta en la mesita de centro arrastrándola un poco, es pesada, y lo hizo fácilmente.
Me extiende el vaso de agua helada.
- Tómate esto– me extiende una pastilla–hago caso—
- No debe ser nada–
- no has comido bien– Pável comenta, apoyo mi cabeza en el respaldo, Samael me cubre la mejilla haciendo que me apoye en él–
- ¿qué me diste? Tengo sueño– susurro–
- tramadol–
- ¿y tienes receta para eso?– Samael lo cuestiona–
- ¿tú usas recetas, monstruo?–
Me río por debajo y enredo mis brazos en el de Sam.
El ruso sube mis pies a sus piernas y desata los zapatos hasta quitarlos, comienza a sobarlos.
- Aveces son tan lindos que olvido sus infidelidades– suelto aire con pesadez–
- Es que eres la oficial, niña linda– Richard besa mi mejilla y la acaricia con su nariz–
- Que descarados–
- No tanto como tú–
Cierro los ojos ante las palabras del ruso.
Desde la infidelidad de Sam, regresé a ser la zorra que por él olvidé. Dorian, Richard, Pavel, Emilie, Fritz, Maurice...los hombres de mi vida. Dos de ellos mis esposos, otro mi amante y el resto acostones de despecho que he deseado sean más que eso, tal vez mi Ana, Mi Alicia, o Niurka, la esposa de Pável. Pero no lo hay, no hay hombre que pueda amar más que a mis tres esposos.
- Es una lástima que llegáramos a esto, poniéndonos el cuerno mutuamente— Tomo aire– Yo los quería muchísimo, especialmente a ti– le palmeo el brazo a Sam ligeramente–
- nosotros estábamos separados– Richard habla– Yo no fui el que hizo un hijo con un alemán– me incorporo y lo miro–
- Te acostabas con Ana– entre cierro los ojos-
- Eso ni negarlo– Samael se ríe–
- Claro que no, yo cubría a Sam–
- Ajá. Mis infidelidades están justificadas, ustedes lo hicieron primero–
- Tú con la pelirroja...Bueno los tres. Tú con Alicia– señaló a Richard– y tú con tu esposa ¿qué sigues haciendo aquí?–
- Yo no me acosté con esa pelirroja– sigue sobando mis pies–
- es impresionante que esa zorra se haya querido meter con ustedes dos- Espeta Samael, bastante ardido al parecer–
- Yo no me acuesto con pobretonas–Pável espeta–
- Tal vez lo mejor para nosotros es que olvides lo que pasó hace tantos años- Samael propone tocando mi mano con suavidad–
- No, yo iba a dejarlo todo por ti– lo miro unos segundos y vuelvo al techo– Mi vida, mi herencia, todo. Lloré mucho cuando te vi con ella...te amaba ridículamente–
- ¿ibas a ser pobre por él?– Pável se mofa–
- Sí. Mi abuelo enfureció cuando se lo dije– Me río recordando– tuve que hacer muchas cosas– me amargo yo sola, hice tantas cosas para que el hombre que adoraba terminara metiéndose con su ex–
- ¿qué cosas?– Richard cuestiona–
- Ya no importa–  El dolor disminuye, miro al americano y acaricio su mentón. Como esposos tal vez no servimos, pero fue el amigo que me salvó y del que yo me enamoré, así que él no tiene la culpa del dolor que sentí cuando estuvo con otras mujeres.
Tal vez ninguno de los tres la tenga, si no solo yo.
Siento como el celular de Pável vibra en su bolsillo, no sé quién carajos sea, pero la nariz me arde al imaginar quién podría ser.
Deja de sobar mi pie, lo veo sacar el móvil, contestar y levantarse para alejarse.
Maldito traidor.
- ¿te sientes mejor?– Samael busca mis labios, le recibo el beso que me da y asiento–
- Solo me dolía la cabeza–
- Perdiste mucha sangre, si no fuera por los Ivanovic seguirías en cama– Ahora es Richard el que me mima– Aún no te recuperas del todo–
- Estoy bien–  Palmeo sus músculos– Extraño a Lio– suspiro–
- tú decidiste llevártelo– Samael recrimina–
- con Tatiana está a salvo, lo único malo en dónde está es que no hay Macdonalds–
El analgésico intenta dormirme pero me niego a ceder.
Pável regresa, verlo me enferma, me niego a que vuelva a tocarme.
- Es mejor que atiendas tus asuntos personalmente–
- Cancelé todo porque insististe que me presentara a la fundación– Frunce el ceño—
- ¿quién te llamó?– no hay contestación inmediata, me reta con la mirada–
- No te...–
- A mi me interesa todo sobre ustedes tres, aún más en tiempo de guerra. ¿Quién te llamó?– insisto–
- mi ex– confiesa entre dientes– Ella...–
- no me interesa– lo interrumpo– no me meto en su relación–
Me levanto.
- tengo cosas que pensar, necesito que me dejen sola– vuelvo a marearme, la vista se me oscurece varios segundos–
- No estás bien, queremos estar contigo– Richard me hace cara de perrito.
- solo un par de horas, Tony– me inclino para darle un beso–
- jamás les autorice esto– Samael nos aleja– ya no me respetan–
- no te enojes– le doy un beso que recibe molesto– Vengan por mi en unas horas, hagan algo juntos–
Me enderezo
- y tú ya vete a Rusia– miro al rubio– Te necesitan—
Me dirijo a la habitación, me tiro boca abajo provocando que me duela todo.
Me quejo en silencio y cierro los ojos.
¿dónde diablos estará Eric? Mi gente dejó de cuidarlo hace semanas por mi descontento con él, así he perdido rastro. ¿Cómo iba a saberlo?.
Saco el celular de mi bolsillo, apoyo mis codos en la cama y reviso la última conversación con él.
Fue por mi a la universidad, después de ahí solo él mandaba mensajes que decidí ignorar.
Estuve casi dos meses viviendo con él, y no hubo día que no hiciera presencia. Debe ser un excelente padre con sus hijos.
Era una niña cuando supe que jamás volvería por mi, años engañada con su regreso hasta que el abuelo rompió no solo mis esperanzas, si no mi corazón al mostrarme que mi padre ya tenía una familia. Me había olvidado por completo.
Tal vez las historias de mi madre son ciertas y él solo estaba huyendo, tuvo la oportunidad y la tomó. Quería huir de los Volkov, yo soy uno,, así que también huía de mí. No era su hija, era una cadena.
Las fotos en París  aparecen, entre ellas está Emile. Olvidé por un momento que era tan apuesto. Es un gran hombre, lástima que sea un policía. Tal vez de casarnos, terminaría convirtiéndose al igual que Richard.
- ¿lo extrañas?–
Apagó el móvil y me giro hacia la puerta. Ruso desobediente.
- ¿no deberías estar de camino a Rusia?–
Tiene las manos enfrente en una posición militar juzgándome. Rick suele tener las mismas posturas. Cuando lo conocí se me hizo extraño hasta que me dijo que fue un marine.
- Si lo hubieras querido tanto, no te enredabas conmigo— me mira por completo– y bien que me insististe–
- ¿vienes a restregarme que fui una arrastrada acosadora?– me siento a la orilla de la cama–
Se nota su descontento.
Se pasa sutilmente la lengua por el labio.
- ¿cómo puedes amar a alguien y cogerte a otro?–
- yo no dije que lo amara– Le corrijo–
- En tan poco tiempo pensaban en casarse–
- ¿y eso a ti qué te importa?– frunzo el ceño–
- ¿seguiríamos viéndonos de haberte casado?– se acerca– ¿lo ibas a respetar o me seguirías cogiendo?–
No le respondo
- Es un pésimo policía–
- ¿por qué lo dices?– se encoge de hombres y se ríe–
- Estuve en sus narices y jamás se dio cuenta. Yo me di cuenta que me engañabas con esa basura alemana– Dice con rabia–  Debí matarlo cuando te encima suyo–
Se acerca más.
- ¿solo regresaste para reclamos estúpidos? No estoy para ello en este momento–
- Le diste un beso a ellos, quiero el mío–
Me río, pero al ver su seriedad lo dejo de hacer.
- Ellos son mis esposos–
Me enseña el dedo donde está el anillo y vuelve a su postura.
- No te contradigas. Tú misma me dijiste que era tu esposo–
- Técnicamente lo eres–
Le sigo con la mirada hasta que se sienta a mi lado.
- Dame mi beso y me largo–
- ¿por qué?–
- Porque siempre me has tratado como mierda. Me tuve que meter con otra para que al menos me miraras– 
- Lo único que quiero de ti es que me cumplas como esposo, nada más– aclaro–
- Dame mi beso– insiste, se acerca y no me muevo–
- Tú ya elegiste a una mujer— Se detiene a centímetros de mi– Deberías estar con ella–
- Dame el beso– me ignora, se acerca y une nuestros labios, se aleja un segundo y regresa esta vez humedeciendo hasta que cedo.
Se sienta más cerca sin dejar de besarme profundizando el beso tomándome de las mejillas.
Niego entre el beso, hago distancia empujándolo con mis manos en su pecho. Mira la acción y después a mí.
- Uno más– intenta acercarse pero lo empujo–
- No–
-uno más– Pide, vuelve a acercarse, lo empujo pero eso no lo detiene, es más fuerte–
Toma una de mis manos y la lleva a su mejilla.
Besa mi mentón, vuelve a mi boca pero se la niego ladeando el rostro, besa mi cuello y hace que le toque el muslo. Busca mis labios,  me obliga a mirarle, cuando consigue besarme suaviza el agarre en mi rostro.
- Tócame– toma mis manos pasándolas por su torso– Tócame– Insiste. Por un momento veo al Pável que conocí años atrás, el hombre que a pesar de su edad comenzaba a descubrir otras formas de disfrutar su sexualidad– Tócame–
La rabia que siento por su tradición me impiden hacerlo, otra ya lo tuvo, y yo así no lo quiero.
- Es mejor que te vayas– me suelta y aparto mis manos.
- ¿desde cuando ya no te gusto?– 
No contesto, se responde solo levantándose embravecido.
- ¡¿por qué ya no te gusto?!– ¿Qué le pasa?– Mírame– se quita el saco– Soy el mismo maldito ¡no he cambiado!– niega– ¿por qué ya no te gusto? ¡Responde!–
- Eres un hombre apuesto, Pável...–
- ¿entonces por qué me desprecias?– Se sienta de nuevo– Te pesa hasta darme un simple beso, y de esos me dabas muchos–
De nueva cuenta lleva mis manos a su cuerpo.
- Te gustaba tocarme, ahora solo me miras con asco–
- ¿por qué me pides esto?– le arrebato mis extremidades– Tienes a una maldita esposa que te espera. ¿Es tu ego? ¿Quieres cogerte a otra? Hay muchas mujeres en Inglaterra–
Resopla.
- No, tú me aborreces antes de decirte lo que hice– comienza a desabotonar su camisa–
- ¿qué haces?– intento levantarme pero me lo impide–
- Mírame– quiere besarme, me alejo e insiste, me besa el mentón– ¿no te gusta como me veo?–
Se aleja enseñándome su cuerpo desnudo.
- tócame–
Le observo hasta llegar a sus ojos, sus ojos azules brillan. Es sexy el maldito.
- Isabell, por favor. Tócame– gruñe jalándome con fuerza, guía mis manos por todo su torso tropezando su cinturón. Recibo el beso que me da, segundos más tarde, aún con desconfianza deja mis manos para llevar una a la cama y otra a mi rostro para que no pueda escaparme.
Suelta un gruñido entre el beso que no puedo negar me calienta. Aparta su rostro dándome acceso a su cuello, sabe lo que me gusta. Le doy lo que quiere besándole y lamiéndole en tanto su mano me acerca más estrujándome la cintura hasta tenerme encima de él.
Se acomoda dejando ambas manos en la cama. Lo disfruta y eso me gusta, o tal vez solo está engañándome.
Me detengo, en lugar de quejarse se levanta conmigo y nos lleva a las sábanas.
Toca y besa todo lo que quiere, quita mis pantalones, acaricia mis piernas y vuelve a mi.
Llevo mis manos a su cinturón pero me las detiene.
- Dame un minuto más– Acaricia mi mejilla con su nariz– déjame disfrutarte–
Baja a mis pechos, agradezco lo que hace calentándome más, sube por mi cuello y nos hunde en un intenso beso como los que muy bien sabe dar.
Bajo mis manos hasta su...
Interrumpo el beso de golpe.
- ¿no tienes ganas?–
- Solo necesito un minuto–
Su respiración está agitada.
- Quítate–
Si ya no le gusto ¿qué mierda hace aquí?
- Pero...–
- ¡quítate!– Vocifero, obedece haciéndose a un lado, me levanto buscando mis pantalones-
-jefa, solo necesito un momento, no te vayas–
Pienso lo peor, en segundos mil escenarios aparecen en mi mente.
-¿ vienes aquí a seducirme y no se te para?– le jalo de la camisa cuando está sentado– ¡¿cuál es tu maldito plan ahora?!–
- Ninguno, jefa. Yo solo quería estar contigo– contesta de inmediato–
- ¡no me mientas!– gruño tomándole de la cara tan fuerte como puedo– ¿qué quieres Pável? ¿Qué buscas seduciéndome?–
- No planeo nada, te lo juro...
- Acostarte conmigo por deseo no es. Tu cuerpo  y mente te traicionaron. Dime lo que tramas–
-  Yo no soy un traidor– se queja por debajo cuando entierro mis uñas en su piel– Yo quiero estar contigo–
Miente, su gusto por mi es evidentemente nulo, no hay mayor prueba que esto.
- Mientes. Nos acostábamos para tener un bebé, ese siempre fue el propósito de nuestras cogidas, nada más– las entierro más– Dime, ¿por qué pretendías llevarme a la cama?–
- ¡no soy un traidor! No planeo nada– niega seguro de sus palabras, pero no, es un maldito mentiroso que cree olvidé las palabras que dijo aquella noche–
- Eres un traidor, y un cobarde. Me engañaste todos estos años, así que algo planeas– lo acuso con la sangre hirviéndome– Pero la jugada te salió mal–
- ¡yo no planeo nada!– me grita, quito con fuerza la mano que me cubre  la muñeca y aturdida por el momento le doy un puñetazo que le rompe la nariz–
Se lleva la mano a la nariz, alzo su rostro, me mira atónito.
- Lo que estés planeando, lo que quieras de mí, ¿qué te hace pensar que lo obtendrías con acostones? Tal vez años atrás, pero ahora ya no–
Niego.
- Buen intento, debiste pensar más en tu mujer– le quito la mano de la cara– Si llegas a traicionarme, te la mato– amenazo–
Sus ojos azules me miran atentos, por un momento los veo oscurecerse.
- ¿entendiste?–
- Yo no planeo nada–
- ¡solo di sí o no!– mi puño se cierra con fuerza–
- ¡yo no soy ningún puto traidor!— me grita en la cara enfureciéndome aún más, lo aparto apretándole la garganta y le doy dos puñetazos presa de la rabia que siento en el alma– 
- Vístete, nos iremos a Cambridge–
- Creí que no me querías cerca– se tapa un ojo–
- puedes escabullirte de todos, pero de mi no. Ahora las reglas respecto a ti se volvieron aún más estrictas. Te espero abajo–
Confiaba en él ciegamente, ahora, siento que dormía con el enemigo. Mi abuelo tenía razón.

MY BUNNYDär berättelser lever. Upptäck nu